Sharm el-Sheij es un popular destino turístico egipcio donde se celebra la COP27 este año. Tiene exuberantes hábitat submarinos, arrecifes de coral y aguas únicas para buceo. Sin embargo, también tiene un pasado convulso y sus visitantes deben seguir estrictas reglas de seguridad como es usual en países de Oriente Medio.
Situada en la costa egipcia del Mar Rojo, en el sur de la península del Sinaí, la ciudad descansa sobre un promontorio que domina el Estrecho de Tiran en la desembocadura del Golfo de Aqaba. Su localización estratégica llevó a transformarse de un pueblo de pescadores a un importante puerto y base naval de la Armada egipcia.
Fue conquistada por Israel durante la Crisis de Suez de 1956 pero regresó a Egipto en 1957. Una fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas estuvo estacionada allí hasta la Guerra de los Seis Días en 1967 cuando Israel volvió a ocuparla. Permaneció bajo control israelí hasta que la península del Sinaí fue devuelta a Egipto en 1982 luego del tratado de paz Egipto-Israel de 1979.
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El expresidente egipcio, Hosni Mubarak, designó a Sharm el-Sheij como “Ciudad de la Paz” en 1982. Desde entonces, ha sido sede de importantes conferencias de paz en Oriente Medio; incluidas conversaciones directas entre israelíes y palestinos en 2010.
No obstante, en el 2005, esta ciudad balneario fue golpeada por ataques terroristas contra la industria turística egipcia. Ochenta y ocho personas murieron y más de 200 fueron heridas por el ataque.
Con tales antecedentes, un visitante puede sentir lo poderoso que es el tema de la seguridad.
Entre la sede de la COP27 y los sitios de alojamiento en la ciudad, los traslados vehiculares topan cada tanto con puntos de control sobre la vías con personal fuertemente armado en uniformes negros, cascos y chalecos antibalas del mismo tono, con rifles de asalto ente sus brazos.
Antes del ingreso a un hotel, centro de conferencia o mall, todo vehículo debe esperar en una aguja de acceso mientras personal de seguridad revisa con el conductor hacia dónde va. Mientras, un agente con un bastón al final del cual hay un espejo, revisa debajo del automotor si hay algo irregular.
Del mismo modo, cada persona antes de ingresar a un edificio también debe pasar un control de seguridad como en un aeropuerto: revisión de mochilas y atravesar un rectángulo luminoso que descarta cualquier objeto no permitido.
Gran hermano
Con o sin COP27, todo visitante de ocasión también es advertido del nivel de control con que las autoridades vigilan todo.
Luego de las protestas de la Primavera Árabe (2010-2012), tejidas en su gran mayoría desde redes sociales y servicios como WhatsApp, las autoridades desarrollaron una enorme capacidad de monitoreo de perfiles en redes sociales y actividad privada en Internet. Los viajeros deben anticipar que sus comunicaciones en línea pueden estar sujetas a vigilancia estatal.
La ley de ciberseguridad permite al Gobierno bloquear sitios web que supuestamente constituyen una amenaza para la estabilidad del Estado egipcio. También las deja monitorear cuentas de redes sociales con más de 5.000 seguidores y suspender cuentas que se consideren promotoras de noticias falsas, violencia u odio.
La Policía también monitorea las aplicaciones de citas LGBTQ, pues aquí la ley penaliza las relaciones entre población sexualmente diversa.
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Las manifestaciones en Egipto solo son legales si cuentan con un permiso oficial. Por ello, reuniones de cinco o más personas podrían considerarse reuniones ilegales. Como tal, es poco probable que durante la COP27 haya protestas de la sociedad civil para presionar a las delegaciones en temas de acuerdos sobre temas climáticos. Y, si lo hacen, serán estrictamente controladas por las autoridades.
Está por completo prohibido tomar fotografías de (o cerca de) instalaciones militares, incluido el Canal de Suez. Por lo general, tampoco está permitido tomar fotografías de edificios o infraestructuras públicas; entre ellas las estaciones de tren y puentes.
Y, hablando de cultura, las mujeres en suelo egipcio tienen que cuidarse un poco más. Generalmente, esto significa que las piernas y los hombros deben estar cubiertos y la ropa debe ser holgada. No deben usar trajes de baño, camisas de manga corta o pantalones cortos fuera de sitios como balnearios. La ropa ajustada, los pantalones cortos y las minifaldas son inadecuadas para la cultura musulmana.
Sin embargo, la recomendación más importante es que las mujeres salgan o conduzcan solas después del anochecer. Se les aconseja rechazar cortesmente invitaciones que las lleven más allá de los niveles de comodidad personal, por su seguridad.
(*) Esta historia se produjo como parte de la Asociación de Medios de Cambio Climático 2022; una beca de periodismo organizada por la Red de Periodismo de la Tierra de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad.