La cosecha no está buena ni en los cafetales ni en las aulas de Santa María de Dota.
La sequía y la roya expulsaron trabajadores que se llevaron a sus hijos. Solo la semana pasada se fueron cinco alumnos de la Escuela República de Bolivia, en aquel cantón de la zona de los Santos, San José.
“Para la cogida de café en la zona, la matrícula suele ser buena, pero cuando se acaba, las familias se van a otros cantones en busca de empleo”, confirmó la maestra Marta Solís, quien pasó de tener 32 alumnos a darles clase solo a 23.
Ese centro educativo perdió casi una quinta parte de su población en los últimos seis años. La baja es dramática, pero no es exclusiva.
La historia es común en las escuelas costarricenses, tanto públicas como privadas, que recibieron 60.000 estudiantes menos entre el 2009 y el 2014.
Esta baja se dio en 72% (2.859) de los centros educativos, con un promedio del 12%.
La inscripción de nuevos estudiantes subió solo en un 25% de los centros (1.002) y en el restante 3% (121) se mantuvo.
La disminución generalizada de la población de primaria es producto de las migraciones por empleo –como ocurre en Los Santos– la transformación de los barrios en zonas comerciales y, principalmente, de la reducción en la natalidad.
Entre 1997 y el 2014, hubo una caída de 6,6 nacimientos por cada 1.000 habitantes en el país.
Dagoberto Murillo, investigador del Informe Estado de la Educación , explicó que la población con mayor escolaridad suele tener menos hijos.
Las conclusiones son parte de un análisis de la Unidad de Inteligencia de Datos de La Nación con información de 3.982 escuelas (públicas y privadas).
La base fue suministrada por el V Informe Estado de la Educación y el Ministerio de Educación Pública.
El Informe del Estado de la Educación , cuya quinta edición se presentó ayer, es un sistema de seguimiento del sector y de las políticas públicas en la materia.
VEA: ¿Cuánto cambió la matrícula en la escuela de su barrio? Averígüelo en este especial interactivo.
En detalle. Si se explora por cantón, el estudio evidencia que los ubicados en la zona de los Santos (León Cortés, Tarrazú y Dota) destacan entre los que presentan las bajas porcentuales más abruptas, de hasta un 25%. En números absolutos, el que tiene la mayor caída es Desamparados, que perdió 3.720 estudiantes.
El descenso se dio en 80 de 81 cantones. Solo Garabito, en Puntarenas ganó alumnos.
Entre las escuelas grandes con más decrecimiento están la Joaquín García Monge, en Desamparados, y la Finca La Caja, en La Carpio , San José. Ambas perdieron una cuarta parte de su matrícula (25%) en los últimos seis años.
Los datos señalan que son las aulas de tercero y cuarto grado las que han quedado más vacías.
A nivel de provincia, Cartago y San José son las más impactadas. Los centros educativos de esas provincias perdieron poco más de uno de cada 10 niños (14%).
“Antes, los padres hacían fila desde horas de la madrugada para conseguir matrícula en primaria. Ahora el centro educativo tiene que promocionarse para atraer niños”, comentó Sonia Valerio, directora de la Unidad Pedagógica República de México.
Este centro se ubica en barrio Aranjuez, en San José, uno de los sitios que ha dejado de ser residencial, afirmó la funcionaria.
La falta de trabajo en las comunidades rurales también influye. De acuerdo con Enrique Jiménez, director de la Escuela República de Bolivia, en Santa María de Dota, la finalización del proyecto hidroelétrico Pirrís, del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), trajo “mucho desempleo y zozobra” a Los Santos.
Los centros privados no quedan excluidos de la baja. Por ejemplo, la primaria del Saint Francis, en Moravia, fue la que más alumnos perdió en este mercado: bajó un 25% (120).
Fray Wálter Loáisiga, director de esa primaria, señaló que los afecta el nivel de tránsito en la zona, que complica el traslado desde el oeste de la capital, además de la competencia.
Nuevas posibilidades. Una proyección de este diario revela que la cantidad de niños en edad escolar seguirá bajando en términos absolutos, principalmente, en los cantones de Desamparados, San José y Puntarenas entre los años 2016 y 2020.
Para Dagoberto Murillo, esa realidad es una oportunidad para el Ministerio de Educación Pública (MEP) de mejorar la calidad del sistema. “Se pueden formar grupos más pequeños, dar atención especializada, y establecer jornadas regulares”, explicó.
Ya lo hizo la Escuela Ricardo Jiménez Oreamuno, en Cartago, que les da más atención a niños con problemas de aprendizaje.
En tanto, en la Escuela La Trinidad, en Dota, que bajó su población en un 40%, ahora les alcanzan los fondos para ofrecer carne a los escolares todos los días.