La esperanza de vida promedio de los costarricenses cayó abruptamente entre el 2019 y el 2021, debido a la pandemia causada por la covid-19. Una reducción tan fuerte no se registraba en el país en las últimas décadas.
El año pasado, la esperanza de vida del tico promedio fue de 77,8 años; dos años y un mes menos que en el 2019, cuando se preveía que podía vivir hasta los 79,9 años.
La reducción fue más marcada entre los hombres, entre quienes la pérdida en la esperanza de vida fue de 2,6 años, por encima del promedio nacional. En el 2019, se estimaba que vivieran hasta a los 77,6 años, mientras que en el 2019, esa cifra se desplomó a 75,1 años.
Las mujeres, por su parte, registraron una disminución de 1,6 años, al pasar de 82,2 a 80,6 años. A esa conclusión llegó el demógrafo y salubrista Luis Rosero Bixby, luego de analizar los datos de defunciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y cruzarlos con estimaciones propias de la población nacional.
Rosero Bixby insistió en que ese indicador no significa que los ticos perdieron dos años de vida, sino que quienes murieron, lo hicieron antes de los previsto, principalmente, a causa de la covid-19, pues la esperanza de vida lo que indica es el promedio estimado de años de vida que puede tener una persona si persisten las condiciones del día en que nació.
“Esta pérdida no significa que usted o yo tengamos una expectativa de vivir dos años menos de la que teníamos antes de la pandemia. Este es un indicador poblacional que refleja los años que se perdieron, pero eso se lo llevaron los muertos.
“Esos dos años de pérdida de esperanza de vida en toda la población, se debe a que las personas que fallecieron por covid-19, unas perdieron diez años, otras 15 años, porque murieron de manera prematura, según lo previsto”, detalló el especialista.
Sostuvo que ese desplome “claramente es un efecto de la pandemia”, pues antes de la covid-19, la tendencia era que la esperanza de vida fuera creciendo —aunque levemente—, año con año. Además, dijo no recordar una disminución tan grande en las últimas décadas.
Y las cifras lo respaldan. El INEC tiene datos anuales desde el 2011 y, desde entonces, ese indicador siempre aumenta. Además, las proyecciones hechas por esa institución y el Centro Centroamericano de Población de la UCR reflejan desde el año 1950 una constante alza, sin ninguna variación significativa a la baja.
“No tengo en mi mente (una caída de esta magnitud). Probablemente tengamos que ir muchos años atrás, con una epidemia del sarampión, pero no tengo presente que algo tan grande haya ocurrido en las últimas décadas”, aseveró Rosero Bixby.
Para dimensionar la caída en la esperanza de vida, la última vez que se proyectó en 77,8 años, fue a inicios de la década de los años 2000. En otras palabras, el retroceso es de más de 20 años.
Esa cifra incluso puede que sea mayor, ya que a la reducción de 2,1 años que hubo entre el 2019 y el 2021, habría que sumarle el no crecimiento que hubo en ese periodo y que se presupuestaba que habría ocurrido si no hubiese llegado la pandemia.
“Con la pandemia se desplomó en más de dos años la esperanza de vida. Quizás sea más de dos años, porque quizás en el 2021 hubiese sido más grande que la esperanza de vida del 2019 sin pandemia.
“(...) El aumento es como de una décima por año o de un año cada década, con esos mismos números; este desplome significa un retroceso de 20 años. Se volvió a una esperanza de vida que se tenía hace 20 años, ahí por el año 2000″, detalló el demógrafo y salubrista, quien estimó que el desplome se revertiría al cierre del próximo año.
“Para el 2023 ya esperaríamos que se llegue a los niveles que teníamos en el 2019, a menos de que la covid prolongada siga causando estragos”, añadió.
Años funestos
Los años 2020 y el 2021, marcados por la pandemia, fueron los más letales para el país desde el 2010. El número de muertes creció un 7,9% en el 2020 en comparación con el registro del 2019, mientras que un año después el alza fue de un 18,1%.
Antes de la covid-19, en el 2019, se contabilizaron 24.235 defunciones; un año después fueron 26.149, o sea, 1.914 más, para un aumento de casi ocho puntos porcentuales.
En el 2021 fueron 30.884, lo que se traduce en 4.735 muertes más que un año antes, según datos del INEC, con base en los reportes del Registro Civil.
Se trata de los incrementos interanuales más altos de los últimos 11 años, pues, antes de ello, el alza promedio anual en el número de muertes era de un 2,74%, o bien, de 691 defunciones.
De acuerdo con Rosero Bixby, esas alzas superaron las expectativas previstas en el número de fallecimientos, según el aumento poblacional por edades y la evolución de las tasas de mortalidad, por edad, entre el 2011 y el 2019.
Para el 2020, se estimó que iban a ocurrir 25.440 defunciones y, al final, se contabilizaron 26.149. O sea, 709 fallecimientos más de lo proyectado.
Para el año pasado, por su parte, la previsión se superó en 4.835 muertes, pues se esperaban 26.049 y la cifra se elevó a 30.884.
Y si se analiza el impacto de la covid-19 en esas defunciones, los números no mienten. Esa fue la causa de muerte de 2.185 individuos, o sea, del 8,4% de las personas que fallecieron en el 2020.
Esa cifra se duplica, en términos relativos, en el 2021, pues 17 de cada 100 muertos (5.172) fueron diagnosticados como positivos del virus SARS-CoV-2 antes de perder la vida, de acuerdo con los datos del INEC y del Ministerio de Salud.
Menos que EE. UU.
Si bien la esperanza de vida promedio del tico se desplomó 2,1 años a causa de la covid-19, el impacto de esa enfermedad fue aún mayor en otros países como Estados Unidos, donde ese indicador poblacional cayó en 3 años en el mismo periodo de tiempo.
En 2021, el estadounidense promedio podría esperar vivir hasta los 76 años, casi tres años menos que en el 2019, cuando podía esperar vivir casi 79 años, de acuerdo con un informe de las autoridades de salud de ese país norteamericano dado a conocer a finales de agosto anterior.
Estados Unidos es el país que reporta, hasta la fecha, más casos confirmados de covid-19 y muertes vinculadas a ese virus, 95,9 millones de infectados y poco más de un millón de fallecidos, según las estadísticas de la Universidad Johns Jopkins, que le ha llevado el pulso a la pandemia desde el inicio.