Nadie lo recuerda tocando una bola de fútbol, ni siquiera en las mejengas del barrio con los chiquillos de Puntarenas, donde creció. Lo suyo era el tenis de mesa y, en ocasiones, se le podía ver en el parque jugando al basquetbol.
Eduardo Li Sánchez, un ingeniero civil dedicado al negocio de almacenaje, logística y transporte internacional, se metió al fútbol como empresario.
De su afición por los negocios dan fe más de una veintena de sociedades anónimas, con un capital superior a los ¢1.000 millones, en las cuales figura su nombre.
La última de esas empresas fue inscrita apenas 14 días antes de su detención en Suiza.
El balompié lo llevó durante más de una década por una senda de altibajos, mientras escalaba, puesto a puesto, en la dirigencia de organizaciones locales y regionales dedicadas a ese deporte.
En vísperas de convertirse en uno de los altos ejecutivos de la FIFA, un policía tocó a la puerta del hotel Baurau Lac , en Zúrich, Suiza, donde se hospedaba.
La madrugada del 27 de mayo, de manera inesperada, la justicia estadounidense lo dejó fuera de juego.
El federativo nacido en Puntarenas, el 11 de noviembre de 1958, está en la cárcel con otros dirigentes de FIFA a quienes se les investiga por presunto cobro de sobornos a cambio de derechos comerciales derivados de partidos de fútbol en Estados Unidos y Latinoamérica.
La Nación intentó obtener una entrevista con Li, pero José Miguel Villalobos, su abogado, declinó la solicitud. La esposa del directivo, Mally Chaves, tampoco accedió a hablar.
“Él está bien, dentro de las circunstancias. Está bien de salud, más claro de cuál es el proceso que enfrenta, deseando demostrar su inocencia y aclarar los hechos que se le están achacando”, aseguró el abogado Róger Guevara, del bufete Batalla, quien dijo ser el responsable de la defensa del federativo en la actualidad.
Junto a Guevara trabajan, en el caso, otros cuatro litigantes nacionales, un abogado en Suiza y dos más en Estados Unidos.
Playboy del puerto
Antes de involucrarse en el fútbol, la vida del Chino Li transcurría sin sobresaltos. Como muchos otros orientales, su familia se había establecido en Puntarenas y se dedicaba al comercio.
Era una familia acomodada, aunque eso no hizo la niñez y juventud de Eduardo muy diferentes a las de otros porteños. Cursó la secundaria en el Liceo Diurno José Martí, donde se graduó en 1975, junto a otros 25 compañeros. Tuvo notas sobresalientes en materias como física y matemática, pero no tanto en disciplinas como el inglés y la educación física.
“Era un chiquillo tranquilo. ¡Increíble que esté metido en cuestiones de fútbol, porque nunca jugó fútbol! ¡Nunca mejengueó! Era más playboy , más de chiquillas. Su pelo bien peinado y siempre bien presentado”, recordó Juan Luis Bolaños, excompañero de secundaria.
Terminado el colegio, Li se alejó por varios años de Puntarenas. Se formó como ingeniero civil. En 1986 se graduó en la Universidad Regiomontana de Monterrey, Nuevo León, México. Pero el ingeniero se inclinó por los negocios.
En el 2002, se involucró con el Municipal Puntarenas, club de segunda división, con serias carencias económicas.
“Aportó como ¢3 millones, especialmente para ayudar a los jugadores”, recordó Miguel Carrillo, un porteño cercano al federativo.
Ese empujón al club también está presente en la memoria de Gilbert Obando, miembro del Comité Cantonal de Deportes. “Li trajo muy buenos patrocinadores para el equipo”, comentó.
Dos años más tarde y, por influencia de su gran amigo, Adrián Castro , Eduardo Li invirtió en el fútbol. Pagaron ¢60 millones por la franquicia a Santa Bárbara y crearon el Puntarenas Fútbol Club, de Primera División.
El equipo chuchequero, con el Chino Li en la presidencia, logró la hazaña de arrebatarle la copa Uncaf al Olimpia de Honduras en el 2006. El empresario, hasta ese momento casi ajeno a la exposición pública y los tumultos propios del deporte, apenas celebró.
Alfredo, “El Diablo” Contreras, para aquel momento asistente técnico del equipo, recordó que cuando tenían horas de venir en un furgón brincando, bailando y celebrando, Li le comentó que estaba cansado, quería bajarse y seguir en su auto.
“Yo le dije: ¡Ah, vos querías ser campeón de Uncaf!, ahora aguantátela y llegá con nosotros hasta el final”, recordó el exjugador, quien describe a Eduardo Li como un hombre muy sereno, tranquilo y humilde.
Esa personalidad, la experiencia en los negocios y el éxito deportivo frente al Puntarenas FC, motivó a los presidentes de clubes a postularlo para presidir la Fedefútbol cuando esa organización tenía sus finanzas en números rojos y no gozaba de la mejor reputación.
“Nosotros lo propusimos; él no quería. En realidad nadie quería asumir la Federación en aquel tiempo”, declaró un exdirigente quien pidió no citar su nombre.
Así, el 3 de julio del 2007, a menos de un año de aquella frenética celebración chuchequera que lo dejó extenuado, Eduardo Li se convirtió en presidente de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol).
“Vamos a trabajar con transparencia y a llamar a la unidad”, sentenció poco después de ser electo casi por la totalidad de los votos.
La acusación de la justicia estadounidense, que lo tiene preso en Suiza, indica que ese mismo año un alto ejecutivo de la empresa de mercadeo deportivo Traffic USA, acordó pagar supuestos sobornos a Eduardo Li y a los presidentes de otras tres federaciones de la Unión Centroamericana de Fútbol (Uncaf), a cambio de obtener los derechos de transmisión de los partidos eliminatorios para el Mundial Sudáfrica 2010.
Otros dos hechos coincidieron ese año: Li y su esposa vendieron la mayor parte de su empresa de logística internacional, Grupo Económico Tropical, fundada en 1997, y también compraron un apartamento en Miami, Estados Unidos.
Con Grupo Económico Tropical la pareja desarrolló su negocio en Miami, Guatemala y Nicaragua, el cual dirigían mediante tres sociedades inscritas en Panamá.
El año pasado, finalmente, el matrimonio vendió su participación minoritaria en la compañía.
Poder y privilegio
Al principio, a Li le costó acostumbrarse a la exposición pública ligada al puesto de máximo jerarca de la Fedefútbol. “Le incomodaba ir por la calle o llegar a un restaurante y ser reconocido”, contó un exempleado suyo.
Con el tiempo, el empresario le tomó el gusto a una posición que le permitía acceder a las principales vitrinas del fútbol mundial, ver los partidos desde privilegiadas cabinas VIP, rozarse con políticos, artistas, periodistas e influyentes empresarios y dirigentes deportivos.
“No hay un jeque árabe –por ejemplo– que pueda comprar el pase a escenarios a los que solo los líderes del fútbol mundial tenemos acceso. Estar en el sorteo de FIFA, por decir algo... son los grandes pluses de un puesto que ciertamente es muy sufrido”, dijo a La Nación en diciembre, cuando se le entrevistó como uno de los personajes del año 2014.
Parte del sacrificio del puesto, según comentó, era no tener un salario por su trabajo en la Federación.
Los viajes al exterior son otra constante en la vida del empresario, quien contabiliza 145 salidas entre el 2007, cuando llegó a la Fedefútbol, y mayo de este año. Solo en los primeros cinco meses del 2015 había hecho 17 viajes.
Eduardo Li compartió con Johnny Araya y su esposa, Sandra León en la inauguración del proyecto Gol. Archivo, LNAsí son sus negocios
En su círculo, el Chino Li es conocido como un empresario adinerado y con clase.
De sus actividades comerciales se sabe que las más fuertes están relacionadas con el transporte internacional y aduanas.
Ambas las ha desarrollado en sociedad con su esposa, Mally Chaves, con quien contrajo matrimonio en febrero de 1990. De esa relación nacieron dos hijos.
En la actualidad, su nombre aparece en 27 sociedades anónimas locales; en 19 de ellas como presidente.
Más de la mitad de esas empresas (14) se constituyeron entre el 2007 y este año, periodo en que Li también aprendía del balompié desde cúpula de la Fedefútbol.
La más joven de sus sociedades fue inscrita el 14 de mayo, quizá una de las últimas gestiones del empresario antes de viajar a Suiza para ser ratificado en el comité ejecutivo de la FIFA.
La sociedad llamada Desarrollos Comerciales Edu. Li. AE., S.A., en la cual Li aparece como presidente, fue creada solo para inscribir un vehículo, dijo su abogado, Róger Guevara.
Guevara añadió que algunas de esas compañías no tienen actividad comercial porque fueron creadas solamente para poner un bien a su nombre. En otras ya no participa, pero Li aparece porque no se hicieron los cambios en el Registro.
El patrimonio de los Li-Chaves no fue posible cuantificarlo. De la información pública disponible solo se pudo confirmar que las compañías donde aparece reportan un capital social de ¢1.481 millones.
Siete de esas sociedades tienen lotes, fincas o apartamentos valorados en ¢370 millones, según el Registro Nacional. Además, el empresario posee, junto con otros socios, una embarcación valorada en $20.000, la cual hoy se encuentra en un atracadero en La Angostura de Puntarenas.
En cuanto a propiedades, a su nombre solo aparecen registrados dos terrenos para tumbas. Los lotes de 2,47 metros cuadrados, ubicados en Curridabat, están valorados en ¢5.000 cada uno.
A esto se une un Mini Cooper, un cuadraci/content/edit/LNCNWS20150726_0027clo y una motocicleta.
El federativo y su familia, sin embargo, tienen más recursos de lo que los registros públicos dejan ver.
En el 2007, el matrimonio pagó $545.000 por el apartamento 1016 en Villas Turnberry, en Miami, Florida. En esa misma ciudad tiene su residencia Aaron Davidson, presidente de Traffic USA, acusado del pago de supuestos sobornos a directivos de fútbol (ver nota aparte).
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Roce político
Los negocios y el fútbol también llevaron a Eduardo Li a estrechar lazos con la política. Su cercanía con el Partido Liberación Nacional (PLN) y, particularmente, con Johnny Araya, quedó en evidencia con el aporte de ¢55 millones a la campaña del excandidato.
Mally Chaves también quiso dejar patente su apoyo al verdiblanco, a quien le aportó ¢200.000.
Araya reconoció que lo une una amistad de casi una década con el empresario, a quien conoció por amigos en común. Luego, cuando Li llegó a la Fedefútbol, se volvieron más frecuentes los encuentros en eventos deportivos y sociales.
En ocasiones ambos, junto a sus parejas, coincidieron en algún restaurante y hasta se visitaron. “Una vez la esposa de Li nos invitó al rezo del Niño. Había mucha gente en esa casa, hasta Ricardo Lavolpe (exdirector técnico de la Selección Nacional) que acababa de llegar al país”, recordó Araya.
Pese a la amistad de los Li Chaves con Araya, el excandidato dijo que hasta ahora, después de la detención de Li, se enteró de los aportes a su campaña.
Esa afirmación no la comparte el responsable de finanzas de su campaña, Orlando Guerrero, quien aseguró: “Él (Johnny Araya) supo que Eduardo le ayudó, pero no creo que conociera el detalle de lo aportado”.
Con Guerrero, Li tiene negocios, algo que Araya también dijo desconocer.
En agosto de 2010, el presidente de la Fedefútbol entró a formar parte con Guerrero de la sociedad Cerro Wikipedia (ver nota aparte).
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Amigo de dirigentes
En el 2011, cuatro años después de iniciar su labor como presidente de la Fedefútbol, Eduardo Li ya había ganado el apoyo de altos dirigentes y comenzó a subir peldaños en la organización regional del balompié.
En enero de ese año fue electo vicepresidente de la Uncaf. Él mismo destacó su avance: “Hace siete años estaba llegando a Puntarenas a invertir en fútbol y ahora estoy aquí”, declaró emocionado el dirigente.
En agosto fue reelecto como cabeza de la Federación con una aplastante victoria de 25 votos contra tres del presidente de Pérez Zeledón, Gilbert Fernández.
Así, Li capitalizaba sobre su buena gestión financiera en la Fedefútbol y su liderazgo en el desarrollo del Proyecto Gol.
El respaldo al federativo no solo provenía de los clubes y la dirigencia nacional, también lo recibía de los máximos representantes del fútbol regional y mundial.
En el 2010, cuando enfrentó un bombardeo de críticas porque la Selección no logró clasificar al Mundial de Sudáfrica, Jack Warner, entonces presidente de Concacaf y vicepresidente de la FIFA –hoy uno de los acusados de supuesta corrupción– lo defendió.
“No podemos aprobar ni permitir que se critique o se trate de crucificar a un presidente simplemente porque su selección no logró la clasificación mundialista. El señor Li es una persona admirable por todo lo que ha logrado en el fútbol costarricense”, declaró el dirigente trinitario.
Para setiembre del 2012, Eduardo Li ya se anotaba un reconocimiento en Concacaf. El federativo costarricense había formado parte del equipo evaluador de las propuestas que le permitieron a World Sports Group y Traffic Sports hacerse, por dos años, de los derechos de transmisión internacionales y los derechos comerciales de los partidos en todos los territorios fuera de la Concacaf, salvo los derechos para la Liga Campeones en Latinoamérica.
“Este es otro acuerdo de transmisión que contribuirá de manera profunda al crecimiento de nuestras propiedades a una marca global y de igual manera expandirá los alcances de nuestro fútbol”, manifestó el entonces presidente de la Concacaf Jeffrey Webb, otro de los detenidos en Suiza.
La fiscalía estadounidense sostiene que a partir de julio de 2012, Eduardo Li siguió procurando pagos a cambio de los derechos de los juegos clasificatorios de la Selección Nacional con miras a la Copa del Mundo.
La carrera de Eduardo Li en organizaciones deportivas continuó en ascenso. En abril de 2013, fue nombrado en el Comité Ejecutivo de la Concacaf.
Aquel emotivo momento le sirvió al tico para mostrar cuan cercano era de los dirigentes más renombrados.
“No dudo en agradecer a nuestro presidente, pero sobre todo a mi gran amigo Jeffrey Webb, por apoyar y por creer en que un país como Costa Rica merece y es capaz de ser parte de tan importante Comité”, declaró luego de la designación.
La siguiente escala la consiguió en abril de este año cuando fue designado como representante de Concacaf ante la FIFA. Sería el segundo tico, después de Isaac Sasso, en ocupar un escaño en el máximo comité.
Hábil y vanidoso
Quienes conocen de cerca a Li dan cuenta de que es un hombre de buen gusto al comer, vanidoso y culto.
“Es muy educado, buen conversador y conocedor de muchos temas”, afirmó Jorge Hidalgo, quien ocupa temporalmente la presidencia de la Fedefútbol.
Difícilmente tarda menos de 40 minutos para alistarse antes de salir de la casa.
Le gusta ponerse geles y cremas que le ayuden a mantener una buena apariencia.
Esos cuidados son acompañados, siempre, por un vestuario elegante y distinguido.
Li tampoco ha tenido problema en reconocer que le gusta la buena vida y, gracias a sus negocios, tiene como darse sus lujos.
Parte de sus cuidados para mantenerse bien pasan por hacer mucho ejercicio y cuidarse desde el cabello hasta los pies. Ejercitarse es su terapia y en su casa tiene su propio gimnasio.
Acostumbrado a este tipo de vida y faltando apenas dos días para su ratificación como directivo de la FIFA, el 27 de mayo pasado, la policía tocó a su puerta.
Hoy, el hombre elegante que en diciembre se declaró un metrosexual y selectivo en lo que consume, pasa sus días en una celda de 12 metros cuadrados en una prisión en la afueras de Zúrich, en Suiza.
Solo tiene derecho a salir de ella durante una hora al día, la cual puede aprovechar para correr, escuchar la radio o leer libros de la biblioteca del penal.
Eduardo Li deberá permanecer ahí hasta que las autoridades decidan sobre la solicitud de extradición hecha por Estados Unidos.
Para ese trámite no hay plazo. Podrían pasar varios meses antes de que se defina el porvenir del hombre que alguna vez fue el máximo dirigente del fútbol nacional.