En el 2000, en promedio, cada día nacían 21 bebés de madres que tenían entre 10 y 17 años. Eso cambió el año pasado cuando esa cifra cayó a 11 diarios, es decir, que el embarazo adolescente se redujo casi la mitad en 19 años.
Así se refleja también en la tasa de fecundación adolescente, que en el 2000 era de 0,20 hijos por mujer y en el 2018 cerró en 0,11.
Esa caída además se ve en el total de nacimientos por año. En el 2000 los nacimientos de madres adolescentes eran el 8,5% y ahora solo 6,4%.
Así lo detectó un equipo de periodistas de La Nación luego de analizar y cruzar las estadísticas de nacimientos de los últimos 19 años con las proyecciones de la población femenina en edad fértil (de 10 a 50 años), del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El fundador y exdirector del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (UCR), Luis Rosero Bixby, califica de “dramática” e “importantísima” esa reducción en el embarazo adolescente.
Él es del criterio de que incluso podría tener un efecto positivo en el combate a la pobreza, ya que por lo general ocurre entre mujeres de estratos populares y de menores ingresos.
“Cuando ocurre el embarazo en la adolescencia, por lo general la mujer deja de estudiar, se junta y con el pasar de los años va teniendo más hijos y después de 10-15 años, cuando tiene 30-35 años, se da cuenta de que está metida en una trampa que no puede salir, que se inició por el embarazo en la adolescencia".
"Era una forma de realizarse para las muchachas, de escaparse de la casa, o a veces ignorancia y muchas veces, por abuso”.
"Los efectos en la pobreza no se van a sentir de un año para otro. Es un factor a favor de que baje la pobreza, sino está bajando es por otras razones”, manifestó Rosero Bixby.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON BASE EN TASAS QUE SE OBTUVIERON LUEGO DE CRUZAR LAS ESTADÍSTICAS DE NACIMIENTOS CON LAS ESTIMACIONES DE POBLACIÓN DEL INEC. || w. s. / LA NACIÓN.
¿Quiénes son las adolescentes embarazadas?
De las 4.019 madres adolescentes que hubo en el 2018 –ya sea teniendo su primer hijo o más–, el 94% (3.761) tenían entre 15 y 17 años y el 6% restante entre 11 y 14 años, de acuerdo con datos del INEC.
Además, los datos revelan que el 68% (2.739) no habían terminado la secundaria, mientras un 18% (735) solo había concluido los estudios de primaria.
¿Estado civil? El 74% estaban solteras, un 25% vivía en unión libre y el 1% restante estaba casada, o bien, se ignora su situación conyugal.
Según la doctora Rita Peralta, directora de la Clínica de Adolescentes del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, existen tres grupos de adolescentes, que por lo general, son quienes quedan embarazadas.
Aunque la mayoría tiene comunes denominadores: son de escasos recursos, viven en zonas alejadas de la capital y fueron expulsadas del sistema educativo.
El primer grupo (escasos recursos) lo integran las niñas de entre 10 y 13 años, quienes casi siempre, de acuerdo con Peralta, quedan embarazadas como consecuencia de un abuso sexual.
En el segundo grupo (zonas alejadas) están las adolescentes que tienen un bebé como parte de “su proyecto de vida” y el tercero (expulsadas del sistema educativo) es donde están quienes quedaron embarazadas por “una torta”, es decir, sin planearlo.
"Aunque los números bajen, técnicamente hablando, el embarazo adolescente no debería existir, nadie con 11-15 años debería tener un hijo. Ya desde ahí viene con una dimensión ética que es muy distinta al embarazo en una mujer adulta, porque juegan otras cosas, hasta juega el abuso sexual, juegan condiciones de violencia en muchos de los embarazos de estas chiquillas.
“A pesar de que los datos han bajado, y para los que trabajamos en esto es divino, no es para que bajemos la guardia, debería ser cero, las muchachas de 15-16 años deberían estar en el colegio, aprendiendo matemáticas, deben alcanzar el mayor nivel académico posible”, insistió Peralta.
¿Por qué la baja?
La tasa de fecundidad adolescente experimentó alzas y bajas entre el 2000 y el 2012. Sin embargo, a partir del 2013, la tendencia varió y comenzó a caer de manera constante, año a año, hasta ubicarse en el punto más bajo en el 2018: 0,11 hijos por mujer.
Cambios culturales sobre el papel de la mujer en la sociedad, podrían explicar el por qué de esa caída, pues la maternidad dejó de ser una prioridad en el país y así lo demuestran las estadísticas.
Al mismo tiempo hay que sumarle la aplicación de una serie de políticas públicas que habrían incidido en esa fuerte caída.
Sobresale, por ejemplo, el hecho de que la tasa de fecundidad adolescente comenzó a caer de manera sistemática justo en el 2013, año en que el Ministerio de Educación Pública (MEP) comenzó a impartir las clases de educación sexual en los colegios.
Leonardo Garnier, quien entonces dirigía el MEP, considera que es “muy probable” que la implementación de esos programas haya interferido positivamente en esa caída, aunque reconoce que no tiene ningún estudio para probarlo.
“Podría ser que una de las cosas que podría tener efecto en bajar la tasa de embarazo adolescente sea que los estudiantes han tenido más acceso a información, a un espacio en donde puedan hablar abiertamente de esas cosas, que sepan más de cómo protegerse”.
“Yo no conozco estudios que hayan señalados las causas, pero si es notable que calza mucho, porque en los años anteriores no solo las tasas eran más altas, sino que bajaban y subían un poquito, y es a partir del 2013 que, comienza haber una baja sistemática”, dijo Garnier.
Las doctoras Rita Peralta, del Calderón Guardia, y Angélica Vargas, la coordinadora del programa de Mujer de la CCCS, tienen un criterio similar al de Garnier.
Ellas creen que esa estrategia educativa, sumada a la iniciativa de prevención del embarazo adolescente, denominada Mesoamérica, incidieron en esa merma y que las estadísticas así lo comprueban, pues desde su puesta en marcha, el número de nacimientos de madres menores de edad cae año tras año.
“Por años no se logró, se mantuvo en una tasa fija y fue a partir del 2012 que comenzó a disminuir. Hay toda una tendencia mundial de reducción de la natalidad; sin embargo, sí se podría decir que hay varias acciones que van de mano de esa reducción. Una de ellas, del 2012, son los programas de Sexualidad y Afectividad del MEP, que por mucho que se ha criticado la educación sexual, sí ha funcionado”, dijo Vargas.
Con respecto al programa Mesoamérica, entre otras acciones de prevención y apoyo, este consiste en implantar métodos anticonceptivos de larga duración entre las menores de edad.
En específico, se colocan dos posibles opciones: el implante subdérmico, que es una especie de chip que se les introduce en uno de los brazos a las jóvenes y, otro, es el dispositivo intrauterino, que es una estructura de plástico en forma de T que se inserta en el útero.
Inicialmente, esos anticonceptivos comenzaron a implementarse en 11 cantones de Limón y Puntarenas donde la tasa de embarazo adolescente era más alta; no obstante, poco a poco se ha ido ampliando al resto del país.
Y al cierre del 2018, unas 7.500 muchachas menores de 20 años ya se habían colocado el implante subdérmico, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
En ninguno de esos cantones donde se implementó el programa Mesoamérica creció el embarazo adolescente. Por el contrario, cinco de ellos se ubican entre los primeros diez con mayores reducciones.
Ese fue el caso de Matina, Talamanca y Guácimo, en Limón; y Corredores y Golfito, en Puntarenas.
77 cantones a la baja, en menores de 20 años
La tasa de fecundidad entre menores de 20 años, por cada 1.000 mujeres, cayó en 77 de los 81 cantones, la disminución más grande se registró en Sarapiquí, en Heredia; y en Matina, en Limón.
En esos cantones la caída fue de 31 puntos entre el 2001 y el 2017. Solo creció en Hojancha y Nandayure, en Guanacaste; Montes de Oro, en Puntarenas; y Zarcero, en Alajuela.
Los cantones con mejores calificaciones en el Índice de Progreso Social son los que presentan las tasas más bajas. Por ejemplo, en Montes de Oca, en San José; y Flores, en Heredia, es de 10 y 13, respectivamente.
Mientras, que en Talamanca, en Limón; y Los Chiles, en Alajuela; es donde se registran las tasas más altas de fecundidad adolescente, en ambos cantones ese indicador es de 48 por cada 1.000 mujeres.
Esas tasas se sacaron con el promedio de los nacimientos de madres entre los 10 y 19 años, del 2016 al 2018 y se cruzó con las estimaciones de población femenina de ese mismo grupo etario del 2017, para obtener datos más exactos.
Los datos del 2001 se hicieron con la misma lógica, pero con una media de los nacimientos del 2000 al 2002 y las estimaciones de población del 2001, también para evitar distorsiones.
Los cálculos por cantón se hicieron hasta los 19 años y no a los 17 años, pues no fue posible obtener las estimaciones poblacionales del INEC para ese grupo etario en específico.
GRAFICO 2: MÁS DE UN HIJO
Segundo bebé al alza
Si bien la tasa de fecundidad adolescente muestra una caída constante desde el 2012 al 2018, cuando se analizan las estadísticas por el número de hijos tenidos por las menores de edad, en el último año se muestra un leve crecimiento en la cantidad de féminas que están teniendo más de un hijo antes de cumplir la mayoría de edad.
En el 2018, en el 90,7% de los embarazos de jóvenes entre los 10 y los 17 años, ese nacimiento significa el primer hijo de la madre, ese porcentaje es casi un 1% inferior a la registrada un año atrás, cuando cerró en 91,5%.
En otras palabras, en el 9,3% de los nacimientos de madres adolescente que hubo el año pasado, la progenitora ya tenía un hijo. Mientras que en el 2017 se trató de solo el 8,5%.