En el 2021, la esperanza de vida promedio de los costarricenses experimentó una histórica caída, alcanzando su nivel más bajo en décadas. La pandemia de la covid-19 tuvo un impacto significativo y situó ese indicador en 77,8 años.
Dicha cifra representó una reducción de dos años y un mes en comparación con el 2019, previo a la aparición del coronavirus, cuando se proyectaba que los costarricenses podrían vivir, en promedio, hasta los 79,9 años.
Superada la pandemia y adquirida la inmunidad de rebaño, se comenzó a observar una reversión de esta tendencia negativa. De hecho, durante el 2022 la esperanza de vida creció y alcanzó los 79,1 años.
Debido a lo anterior, la diferencia con el promedio del 2019 ya no es de 2,1 años, sino que se redujo a 0,8 años, lo que equivale a un crecimiento de 1,3 años en tan solo 12 meses.
Por género, la esperanza de vida de las costarricenses supera el promedio nacional. Se prevé que las mujeres vivirán hasta los 81,7 años, aunque esta cifra sigue siendo inferior a la registrada en el 2019, cuando el promedio alcanzaba los 82,3 años.
No obstante, esta previsión es superior a la del 2021, cuando el indicador se desplomó a los 80,6 años. En el último año, las ticas lograron recuperar un año perdido por la pandemia, pues la estimación de vida aumentó de 80,6 a 81,7 años.
En el caso de los hombres, al cierre del 2022, el promedio fue de 76,6 años, lo cual representó un incremento en comparación con el año anterior (75,1 años), pero aún se sitúa por debajo de la cifra registrada en el 2019 (77,6 años). En todos los casos, la esperanza de vida masculina se mantuvo por debajo del promedio nacional.
Las mejoras en la esperanza de vida fueron detectadas por el demógrafo y salubrista Luis Rosero Bixby, quien analizó los datos de defunciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y los cruzó con estimaciones propias de la población nacional.
Si bien las cifras muestran un crecimiento en el promedio estimado de años de vida que puede tener una persona si persisten las condiciones del día en que nació, las proyecciones todavía son inferiores a las registradas en el último lustro.
“La evolución en el 2022 de 76,6 años para los hombres y 81,7 años para las mujeres, equivale a niveles similares a los que se habían logrado en el 2008 para hombres y en el 2010 para mujeres”, aseguró Rosero Bixby.
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Recuperación de niveles prepandémicos
Rosero Bixby prevé que al cierre de este año, la esperanza de vida de los ticos alcanzará los niveles previos a la pandemia. Él atribuye la caída histórica del 2021 a la covid-19, dado que esta enfermedad provocó la muerte prematura de muchas personas.
“Era de esperarse que se recuperara esa pérdida de 2,1 años, era algo muy temporal. En el 2022 hay una recuperación, pero aún existe una pérdida si nos comparamos con el 2019, en la prepandemia, pero es porque todavía teníamos muertes por covid-19.
“Ya para el 2023 habremos salido completamente de esa situación y esa caída será una mosquita hacia abajo en la tendencia de aumentar la esperanza de vida.
“Se logró controlar el impacto del virus gracias a la inmunización de virus por la vacuna y por todas las miles de personas que se enfermaron y desarrollaron inmunidad de manera natural”, explicó Rosero Bixby.
Muertes bajaron un 7%
El crecimiento de 1,3 años en la esperanza de vida de los ticos durante el 2022 está relacionado con una disminución en el número de defunciones. El año pasado se registraron 2.215 fallecimientos menos que en el 2021, el año con mayor mortalidad desde el 2010.
La cifra de muertes se redujo en un 7% de un año a otro, pasando de 30.997 fallecimientos en el 2021 a 28.782 el año anterior. Así lo indican las estadísticas del INEC, con base en los reportes del Registro Civil.
De los decesos del 2021, al menos 7.357 (24% del total) estuvieron vinculados a los efectos de la covid-19, según los datos proporcionados por el Ministerio de Salud.
Esas cifras demuestran una disminución significativa en la mortalidad general, lo que contribuyó a un repunte en la esperanza de vida de los ticos en el 2022.
Los dos años previos, marcados por la pandemia, fueron los más letales para el país en los últimos 13 años. Durante el 2020, el número de muertes creció un 7,9% en comparación con el 2019, y un año después, el incremento fue aún mayor, llegando al 18,1%.
Esos aumentos interanuales representaron los niveles más altos de los últimos 11 años. Anteriormente, el crecimiento promedio anual se situaba en torno al 2,74%, lo que equivalía aproximadamente a 691 defunciones adicionales.
Tales registros superaron incluso las expectativas previstas en cuanto al número de fallecimientos, según el crecimiento poblacional por grupos de edades y la evolución de las tasas de mortalidad, entre el 2011 y el 2019.
Para el 2020, inicialmente se había estimado que se contabilizarían 25.440 defunciones, pero al final se produjeron 26.149, lo que representó un incremento de 709 muertes más de lo esperado.
En cuanto al año 2021, la proyección original era de 26.049 muertes; sin embargo, la cifra final se elevó a 30.884 muertes, superando las previsiones en 4.835 fallecimientos.
El pasado 5 de mayo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), decretó el final de la covid-19 como una Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés).
Tal designación estaba vigente desde el 30 de enero del 2020, semanas antes de que esa enfermedad fuera considerada como una pandemia.
La OMS tomó la decisión de retirar esta categoría porque considera que la covid-19 ya no es un evento inusual o inesperado, dado que el virus se ha propagado a nivel global y cada país enfrenta una situación epidemiológica diferente.
Por lo tanto, la declaración de emergencia ya no es necesaria y cada nación debe ahora tomar decisiones basadas en su propia situación.