A inicios del siglo XXI, en Costa Rica nacían, en promedio, 21 bebés al día de madres que tenían entre 10 y 17 años. Tuvieron que pasar 18 años para que esa cifra cayera a la mitad. Eso ocurrió al cierre del 2018, cuando las mujeres menores de edad tuvieron una media de 11 alumbramientos diarios.
Sin embargo, lo que parecía ser todo un hito en ese momento, ahora parece ser una anécdota en el tiempo, pues ese registro de 11 nacimientos al día se desplomó casi a la mitad en cuestión de solo tres años. En el 2021, el promedio cayó a seis nacimientos al día, es decir, un 45% menos que en 2018 y un 71% menos que en el año 2000.
Esa reducción en el número de nacimientos de madres menores de edad también se refleja en la tasa de fecundación de ese grupo etario. Hace 21 años, era de 0,20 hijos por mujer y el año pasado se derrumbó a 0,06.
Otro indicador confirma esa abrumadora caída. De la totalidad de nacimientos que hubo a lo largo del año 2000, un 8,5% fue de madres adolescentes, mientras que en el 2021 solo representó el 3,8%, menos de la mitad.
A esa conclusión llegó La Nación, tras analizar y cruzar las estadísticas de nacimientos de los últimos 21 años con las proyecciones de la población femenina en edad fértil (de 10 a 50 años), del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (UCR).
‘Brutal’ caída
La histórica caída de nacimientos de niños de madres menores de edad todavía es más evidente cuando se ven las variaciones interanuales, es decir, la modificación de un año a otro. Desde el 2000 y hasta el 2018, la caída promedio anual era de 3,4 puntos porcentuales, mientras que en los últimos tres años fue del 20%.
En el 2019 se desplomó un 21%; un año después bajó un 22%; y en el 2021 la disminución fue del 17%.
El demógrafo y salubrista Luis Rosero Bixby catalogó de “brutal” y “extraordinaria” la caída, al tiempo que descartó que dicha tendencia tenga relación con el confinamiento y las medidas de distanciamiento sociales establecidas durante la peor parte de la pandemia ocasionada por la covid-19.
Los datos respaldan ese razonamiento, pues en el 2019, el año prepandémico, la disminución fue casi idéntica a la registrada en el 2020 y no tan lejana a la del 2021.
“Solamente la baja del 2021 podría deberse a la pandemia, pero eso es dudoso porque en el 2019 y el 2020, sin pandemia, la tasa ya cayó en 21% y 22%, respectivamente. Prácticamente, todos los nacimientos del 2020 fueron concebidos antes de la pandemia, es decir, antes de abril de ese año.
“En suma, la pandemia y el confinamiento definitivamente no pueden ser la causa de esta ‘brutal’ caída”, enfatizó Rosero Bixby, quien aseguró que este histórico desplome se debe, entre otras razones, a la implementación de las guías sexuales en colegios, y “la penetración del teléfono celular con acceso a Internet entre los jóvenes preadolescentes”.
Anticonceptivos de larga duración
La doctora Rita Peralta, directora de la Clínica de Adolescentes del Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, coincidió con Rosero en cuanto a los efectos positivos de la educación sexual. Sin embargo, para ella, la principal razón de ese desplome es la puesta en marcha de una política pública para facilitar a los adolescentes, de manera gratuita, métodos anticonceptivos de larga duración.
En específico, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) coloca dos posibles opciones: el implante subdérmico, que es una especie de chip que se les introduce en uno de los brazos a las jóvenes y, otro, es el dispositivo intrauterino, que es una estructura de plástico en forma de T que se inserta en el útero.
Inicialmente, esos anticonceptivos comenzaron a implementarse en el 2018, en 11 cantones de Limón y Puntarenas donde la tasa de embarazo adolescente era más alta, en el marco del programa Mesoamérica. Poco a poco, se han ido ampliando en el resto del país, a tal punto, que esos dos anticonceptivos ya se incluyeron en la lista oficial de medicamentos de la CCSS.
“El implante usted lo pone en el brazo, le dura tres años y es altamente efectivo. Mientras que el dispositivo intrauterino dura cinco años. La tasa de efectividad es mayor al 99%. Esa medida concreta de ponerle un método tan efectivo a las adolescentes tiene un impacto, porque es accesible para cualquier adolescente y se coloca de manera gratuita, no es necesario que la menor tenga seguro social”, afirmó Peralta.
La especialista detalló que, en el caso de la Clínica de Adolescentes del Calderón Guardia, en promedio colocan diez implantes subdérmicos por semana.
No obstante, precisó que si bien el acceso a esos métodos anticonceptivos es gratuito, antes de colocar alguno de los dos dispositivos, se le hace una valoración psicológica a la joven para determinar con quién está teniendo relaciones sexuales y dar un acompañamiento multidisciplinario.
“A veces hay una percepción de que la Caja les pone eso y las tira a la calle a tener relaciones sexuales y, no, la dinámica del inicio sexual de los adolescentes tiene muchas variables y a veces es muy difícil de predecir. Entonces, el hecho de que tengan el método, es asegurarles que si sucede algo que no tenían planeado, que ya tengan esa protección”, manifestó la doctora.
Peralta hizo hincapié en que las cifras no mienten y que ha podido palpar esa abrupta caída de manera directa. Contó que en la clínica que dirige, se pasó de tener consulta prenatal todos los días, a tener solo dos días por semana. Antes eran 300 consultas al mes y ahora, son entre 70 y 80.
“Hemos bajado muchísimo, más de la mitad, y se mantiene la tendencia a seguir colocando implantes”, puntualizó.
Peralta no es la única que considera que esa es la principal razón del desplome del embarazo entre menores de edad. Con ella concordó Linda De Donder, directora ejecutiva de la Fundación Tejedores de Sueños, la cual ayuda económicamente a jóvenes y adolescentes embarazadas para que no dejen los estudios.
De Donder aseguró que entre las menores de edad es usual hablar sobre el uso de métodos anticonceptivos y que no es algo que las tome por sorpresa. Ella se mostró complacida por la reducción de embarazos entre esa población; sin embargo, enfatizó que eso no ocurre en todo el país y que sigue siendo alto en zonas costeras y entre poblaciones indígenas.
También insistió en que las probabilidades de que una menor quede embarazada son mayores en la medida que tiene un menor nivel educativo.
Merma en 80 cantones
Si los datos sobre alumbramientos de madres menores de edad se analizan a nivel territorial, se evidencia que en 80 cantones del país se registró una merma del 2018 al 2021. Donde más se redujo fue en Sarchí y Grecia, ambos ubicados en Alajuela, con disminuciones del 39% y 37%, respectivamente.
Otros cinco cantones reportaron reducciones superiores al 30%. Tal fue el caso de Flores y San Isidro, en Heredia; Tibás, en San José; Nandayure, en Guanacaste; y Zarcero, en Alajuela.
En solo un territorio hubo un incremento en ese periodo. Eso ocurrió en Alvarado, en Cartago, donde subió un 21%, al pasar de 177 a 241 embarazos de menores de edad, en esos cuatro años.
En el caso de Río Cuarto, no hay datos del 2018, pero del 2019 al 2021 sí registró una baja del 7%.