La inoperancia del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) tiene a secas a pobladores del Valle Central.
En los últimos siete años esa entidad impulsó iniciativas y contrataciones, calificadas de urgentes por sus propios jerarcas, para atender el faltante futuro de agua y el adecuado uso de ese recurso. Sin embargo, después de años de discusión, las desechó.
Ahora, cuando la escasez del líquido ha impactado a casi 200.000 personas en la Gran Área Metropolitana (GAM), AyA corre tras soluciones rápidas para intentar contener el problema.
2006
El jerarca, Ricardo Sancho, propone contratar una consultoría para renovar el Plan Maestro que data de 1990
2008
Concursan 8 firmas y 24 meses después, Directiva adjudica estudio a consorcio tico español. Sancho se abstiene de votar.
2010
Se ordenó al AyA hacer nuevo estudio de las ofertas. Ente contralor avaló reclamo de empresa japonesa.
2011
Directiva aprueba moción de Óscar Núñez para anular proceso. Se opta por plan de corto plazo y menor alcance.
2012
AyA firma convenio con el ICE para hacer estudios de factiblidad de Orosi II que entraría a operar en 2020.
El deterioro del suministro no es nuevo para el Instituto. Desde 2006, el entonces presidente ejecutivo, Ricardo Sancho, planteó apurar la contratación de una consultoría externa para renovar el Plan Maestro de Manejo del Agua, pues el actual es de 1990.
Olman Chacón, entonces subgerente, alertó de que en ese momento, al igual que hoy, se carecía de un balance hídrico nacional y la entidad rectora requería tomar decisiones planificadas para los próximos 20 años.
“Estamos sacando agua, no sabemos en qué cantidades, si el acuífero está agotado”, señaló.
Chacón añadió que el nuevo estudio era vital para prepararse y saber “dónde habrá déficit de agua en 5 años”, dice el acta de la Junta Directiva del 28 de junio de 2006.
Los altos mandos pretendían que el análisis los orientara sobre el uso del recurso hasta el 2050 y para invertir en la infraestructura requerida al 2030.
Además, buscaban opciones para reducir el porcentaje de agua no cobrada por desperdicio, fugas o tomas ilegales. Para esa época el dato era de 50%. Hoy es del 47%.
Sancho defendió la necesidad de contar con el plan: “Esto es algo que nunca se debió abandonar. Hoy no tenemos esa planificación de largo plazo”, se lee en el acta de la Junta Directiva de hace 8 años.
40 meses perdidos. Pese a la importancia de hallar fuentes que garantizaran el abastecimiento futuro, fue hasta abril del 2008 cuando finalmente se publicó en La Gaceta la licitación para determinarlas.
En el concurso participaron ocho empresas y se abrió una vía dolorosa para el plan. El proceso se entrabó 40 meses en trámites, discusiones entre directivos y apelaciones de las empresas ante la Contraloría General de la República.
Finalmente, en la sesión del 12 de abril del 2011, la Junta Directiva, entonces presidida por Óscar Núñez, declaró desierta la licitación, al aducir razones de interés público que también avaló la Contraloría.
Núñez justificó que había pasado mucho tiempo y ya contaban con una opción para atender la demanda de agua en el corto plazo: el Proyecto Orosi II.
De esta forma, el Instituto abandonó la posibilidad de explorar cinco fuentes nuevas para cumplir su obligación de garantizar, en el largo plazo, no solo el abastecimiento de sus clientes del acueducto metropolitano, sino también de otros usuarios de la GAM.
Aunque el Plan Maestro no vio la luz, la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) confirmó que el AyA recibió tarifas para financiar parte de este.
Vieja solución. Con la licitación del Plan Maestro sepultada, una vieja sugerencia tomó protagonismo: el proyecto Orosi II, recomendado en el estudio de 1990.
El plan permitiría duplicar la capacidad de producción de agua de Orosi I en 2.500 litros por segundo.
Este proyecto es la esperanza del AyA para resolver el alto déficit de agua que, desde 2011, ya se proyectaba para el próximo año.
Sin embargo, el nuevo acueducto no estará listo pronto. Para echarlo a andar se firmó, en noviembre de 2012, un convenio con el Instituto Costarricense de Electricidad, administrador del embalse de donde se tomará el agua. Su ejecución arrancó en febrero de 2013. El AyA tendría la factibilidad del plan el próximo año, pero la construcción se completaría en 2020.
Eduardo Lezama, subgerente del Instituto, explicó que paralelamente exploran tres nuevos pozos. Empero, estos aún no se licitan. Un pozo más se habilitó este verano para abastecer de 200 litros por segundo al sector oeste de la capital.
Ricardo Sancho calificó de “aberrante” la decisión del AyA de renunciar al Plan Maestro, considerando la importancia que tiene la planificación del recurso hídrico.
Según dijo, él se abstuvo de votar la adjudicación de ese plan basado en criterios técnicos.
Orosi II, añadió, es una alternativa impulsada desde su gestión, “pero apenas es un paliativo”.
Para Helga Madrigal, coordinadora del Laboratorio de Hidrología Ambiental de la Universidad Nacional, la ventaja, a corto plazo, de Orosi II es la mayor disponibilidad de agua para cierto sector de la población.
Su desventaja sería dejar por fuera acueductos bajo la supervisión del AyA, como los de Heredia, Alajuela y San Ramón, cuyos caudales han mermado últimamente.
Ante la falta de un plan maestro, la Empresa de Servicios Públicos de Heredia busca, junto con AyA, nuevas fuentes en el Caribe .
“El AyA es una bomba de tiempo al igual que el manejo del recurso hídrico. El modelo de gestión y administración es un desastre”, senteció Óscar Núñez.
Mientras, miles de habitantes del Valle Central deben resignarse a los recortes de agua hasta que AyA haga las obras y halle nuevas fuentes de abastecimiento.