Dejaron el país en barco, por tierra o por aire para ser el excéntrico lujo exhibido en casas de habitación o museos. Sin embargo, un grupo de joyas antiguas hechas por indígenas costarricenses han aguardado por años para que el Estado consiga el dinero necesario para repatriarlas.
Algunas de estas piezas se exiliaron cuando no existía ley que lo prohibiera, otras fueron sacadas ilegalmente para nutrir el negocio global del tráfico de patrimonio cultural.
Sin embargo, de los 1.275 bienes regresados o en proceso, la mayoría (84%) han sido devueltos voluntariamente por personas o entidades que los tenían en su poder.
Es el caso de una esfera de piedra de Limón que llegó a Nueva York cuando la empresa bananera United Fruit Company la trasladó para una exposición en 1964. Hace menos de tres meses, la National Geographic Society, quien la conservaba en Washington, comenzó el trámite para entregarla al Museo Nacional.
De Minor Keith, quien fuera presidente de dicha compañía bananera, también retornaron 932 bienes, que estaban en el Museo de Brooklyn. A esa institución, Keith heredó más de 4.500 piezas prehispánicas costarricenses antes de morir en 1929. Con el tiempo, esa cantidad de arte se volvió demasiada en las bodegas del Museo de Brooklyn, que optó por regresarlas a su país de origen.
El retorno del primer lote estuvo lleno de contratiempos económicos. El que queda pendiente tampoco es la excepción. El Museo Nacional casi nunca tiene dinero para repatriaciones y, por años, parte de la memoria prehispánica del país se queda en bodegas, embajadas o consulados.
Así ocurre con 50 objetos de cerámica y piedra que aguardan en el consulado del país en Miami y en las embajadas en Washington y Argentina.
También con los artículos de la colección del costarricense Leonardo Patterson, en Múnich. Ocho años después de su retención todavía no hay plata para enviar a un perito a Alemania. Patterson ha estado vinculado con el supuesto tráfico ilegal de patrimonio desde la década de los 80.
“México sí fue y recuperó sus piezas. Costa Rica no porque el precio para desempacar y enviarlas era inalcanzable”, lamenta Marlin Calvo, directora del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural del Museo.
En una ocasión, las penurias económicas fueron tantas que un grupo de costarricenses propuso que 59.000 ticos donaran un dólar cada uno para conseguir el monto requerido para traer las primeras piezas del Museo de Brooklyn.
Lo propusieron luego de que The New York Times revelara, en enero de 2010, que el país no tenía los $59.000 para pagar el viaje en barco de los objetos. Finalmente, el Instituto Nacional de Seguros pagó los gastos y en 10 días, al terminar setiembre de ese mismo año, las cajas arribaron a Limón. Habían permanecido más de un siglo fuera del país .
“Los recursos del Museo Nacional son, absolutamente, insuficientes , lo evidencia el que no haya presupuesto previsto para repatriaciones ”, dijo Rocío Fernández, su directora.
Por esa razón, en Dinamarca, fue imposible pagar a un abogado para recuperar tres piezas decomisadas a un coleccionista, en el 2006. En Miami, una mujer, quien desea regresar 30 objetos ticos, espera a que el Museo pueda pagar por el transporte.