Cuatro de las ocho áreas de salud con menor vacunación contra la covid-19 están en la provincia de Puntarenas: Barranca, Chacarita, Esparza y Quepos. La realidad es más compleja que una cifra mayor al 30% de personas no vacunadas porque en estos lugares se unen varios factores que ahuyentan a los pobladores de los vacunatorios.
Esos factores son exclusión social, pobreza, miedo a perder el trabajo si piden permiso para vacunarse o si llegaran a tener algún efecto secundario pasajero. También, el temor por la diseminación de noticias falsas y hasta la religiosidad se suman en las primeras tres áreas para complicar el trabajo de vacunadores.
Brigitte Ramírez Rodríguez, enfermera del área de salud de Barranca, una zona con 35,6% de mayores de 12 años sin inocular, indica que el problema no solo es tener uno de los distritos más populosos de la provincia. La situación económica y social, dice, hace que las personas no vean la vacunación como algo prioritario.
Los vacunadores han ido casa por casa, a panaderías, supermercados, centros educativos y lugares donde más llega la gente. También han trabajado fines de semana hasta las 9 p. m. “Todos los días hay cerca de 100 usuarios, seguimos avanzando, más lento. Hoy tenemos unos compañeros en la calle en uno de los lugares más problemáticos del país para ver quién quiere vacunarse”, recalcó la profesional.
“En Barranca tenemos mucho desempleo, hay mujeres jefas de hogar que tienen que ver todos los días el sustento de sus familias como para andar preocupadas por una vacuna, ir a vacunarse puede significar perder ingresos. Eso es a lo que nos enfrentamos todos los días”, añadió.
Chacarita tiene condiciones similares a las de Barranca, según Cecilia Barrantes, supervisora de enfermería de la región Pacífico Central. Allí, la pobreza, desempleo y el buscar qué comer aleja a las personas de los centros de vacunación. En esta zona el avance es un poco mayor, pero aún persiste un 30,8% sin inyectar.
“Es población que no llega al vacunador. El vacunador debe salir a buscarla. Buscar tanto física como virtualmente: perifoneo, caminar, mensajes en Facebook, en WhatsApp, en radio, por todos los medios posibles”, aseveró.
Una vez que se convence para la primera dosis, se enfrenta un trabajo mayor para que acudan a la segunda dosis. Hay quienes dicen que con una dosis tienen suficiente y no piensan ir otra vez, y otros, por un efecto secundario como fiebre o dolor de cabeza por un día, no quieren ir una segunda vez.
“Para ellos es muy duro. Tienen que atender hijos, familia, adultos mayores y tienen que ir a trabajar, y destinar tiempo para dos vacunas puede ser complicado, especialmente si se sienten un poco mal después de la vacuna y no pueden laborar por media jornada o una completa”, dice Barrantes.
Noticias falsas
A esto se le une la falsa información y los miedos ante posibles efectos secundarios producto de “videos de YouTube y grupos de WhatsApp”. En Barranca no hay grupos antivacunas propiamente dichos, pero sí grupos que esparcen noticias falsas y contenidos que no son científicos, pero que, por su lenguaje y forma, convencen a muchas personas.
“Lo que se dice en las redes sociales puede convencer a gente y disuadirla de vacunar. Les hablan de posibles riesgos fatales, y esto ha sido un enemigo para llegarle a muchas personas, a pesar de las diferentes estrategias”, aseguró Barrantes.
Esos mensajes llevan a la gente a sentir miedo y a desconfiar de los profesionales de la salud.
Cuestión de fe
Desde púlpitos y cultos hay mensajes también para disuadir a las personas de inmunizarse. Estas se ven en las diferentes áreas, pero en Esparza, con una población menos marginada por situación social, la fe sí tiene más peso. Esta es una de las razones por las cuales el 30% de la población vacunable permanece sin una sola dosis.
“En las iglesias evangélicas hay muchos dirigentes que le dicen a la gente que no vaya a vacunarse”, apuntó Ramírez. “Hay muchas personas que sí han ayudado y promueven la vacunación en los cultos, pero otros hacen lo contrario”, agregó.
Barrantes asegura: “En Esparza, la parte de las iglesias ha sido lo más difícil. Es gente muy religiosa, muy apegada a la fe. Entró una corriente que ha causado que las personas le huyan a la vacuna”.
Dentro de las estrategias de los vacunadores está reunirse con pastores y sacerdotes para hacer conciencia de la importancia de la vacunación. Eso ha logrado que los líderes religiosos logren convencer a sus fieles.
La supervisora de enfermería relató de una pareja de pastores, en donde tanto él como ella no se habían vacunado. Eran personas ya adultas mayores que podían acceder a la vacuna desde enero pasado. Sus mensajes más bien disuadían a los feligreses. En agosto, durante una reunión, se les logró convencer. Ellos, posteriormente, pudieron convencer a muchos de sus grupos. Tanto así que después de otra reunión con el personal del área de salud, los equipos vacunadores se fueron a la iglesia a vacunar.
“Hay personas con las que se puede razonar, con otras, desgraciadamente, no hemos podido. El mensaje aterrador de redes sociales gana”, recalcó.