En el país, tres de cada diez mujeres le están diciendo no a la maternidad. Las “no mamás” representaron el 34% de la población femenina en edad reproductiva (entre los 10 y los 50 años), en el 2018.
Hace 19 años, este grupo solo ocupaba el 16% de ese pastel, es decir, que se duplicaron a lo largo de este siglo.
A esa conclusión llegó un análisis de La Nación, luego de cruzar las estadísticas de nacimientos desde el 2000 hasta el 2018, con las proyecciones de la población femenina en edad fértil de ese mismo periodo. Ambos registros son del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
De mantenerse esa tendencia, ellas se encaminan a no tener hijos al término de su vida fértil, es decir, a los 50 años.
Sin embargo, será en un plazo de unos cinco años que se verá si del todo ese 34% dejó de tener hijos, o, por el contrario, un porcentaje de mujeres solo aplazó su etapa de ser madres, para edades más adultas.
Así lo estima Luis Rosero Bixby, fundador y exdirector del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“Como están las tasas hoy, el 34% de las mujeres se quedaría sin tener hijos al final de su vida fértil, pero ahí uno está suponiendo que en el futuro van a continuar las tasas a edades mayores que estamos observando ahora”, manifestó Rosero.
“Si las mujeres lo que están haciendo es posponiendo la maternidad, vamos a observar un aumento en la fecundidad tardía y entonces, estas mujeres que no están teniendo los hijos, van a entrar a la maternidad a los 40 años o así, y no se va a cumplir esto de que solo el 66% va a ser madre, o que el 34% se va a quedar sin hijos”.
“En unos cinco años ya se va a comenzar a ver si estas mujeres ‘recuperaron’ esos hijos que no tuvieron de jóvenes, si entraron a la maternidad a los 40 o a los 45 años, o si se quedaron sin hijos”, explicó.
La interrogante surge porque al tiempo que creció el porcentaje de “no mamás”, también se incrementó la cantidad de mujeres que comenzaron a tener hijos a partir de los 35 años.
En el 2000, las mujeres que postergaban la maternidad para una edad madura solo representaban el 2% de la población femenina en edad fértil, mientras que en el 2018 ese porcentaje ascendió al 4%, o sea, el doble.
Además –y como un dato positivo–, se redujo en 14 puntos porcentuales la cantidad de menores de 20 años que entraron a la maternidad. A principios de siglo XXI, se trataba del 34% y cayó al 20% al cierre del año pasado.
Esos tres factores produjeron que la edad media de entrada a la maternidad creciera de 22 a 24 años, en ese lapso de 19 años.
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¿Por qué se da este ‘abandono’ de la maternidad? Para Olga Araya, coordinador de la Unidad de Estadísticas Demográficas del INEC, la respuesta es muy sencilla: “Ya la mujeres se incorporan a trabajar, ya tienen otros planes de vida, ya no es esa niña que nació en la familia para que se case y tenga hijos; ya eso ha cambiado, son mentalidades del pasado”.
"Ya la mujer estudia, de hecho, la Encuesta Nacional de Hogares indica que, el promedio de años (de estudio) de una mujer es más alto que el de un hombre”, señaló.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON BASE EN TASAS QUE SE OBTUVIERON LUEGO DE CRUZAR LAS ESTADISTICAS DE NACIMIENTOS CON LAS ESTIMACIONES DE POBLACIÓN DEL INEC. || w. s. / LA NACIÓN.
¿De dónde son las ‘no mamás’?
La tasa más baja de maternidad, por cantón, se registró en San Mateo, en la provincia de Alajuela; en Montes de Oca y Moravia (San José); y en Tilarán (Guanacaste).
En esos cuatro cantones la tasa de nacimientos de madres primerizas por cada 1.000 mujeres en edad fértil (de 10 a 49 años años) fue inferior a 15, en el 2017.
No obstante, fueron Corredores, en Guanacaste, y el josefino Montes de Oca, los cantones que registraron una mayor caída en la tasa con respecto a la del 2001.
Por ejemplo, en Corredores la tasa experimentó una baja de 9,6 puntos, al pasar de 25,11 a 15,51 en ese lapso de 17 años.
Mientras, en Montes de Oca pasó de 22,09 a 13,87 por cada 1.000 mujeres en edad reproductiva, o sea, que la caída fue de 8,22 puntos.
Por el contrario, Los Chiles, en Alajuela; Talamanca, en Limón; y Zarcero, en Alajuela, fueron los cantones con las tasas más altas: 25,05, 23,57 y 22,56, respectivamente.
Esas tasas de maternidad se sacaron con el promedio de los nacimientos de las madres primerizas entre el 2016 y el 2018 y se cruzó con las estimaciones de población femenina en edad reproductiva del 2017, para obtener datos más exactos.
Los datos del 2001 se hicieron con la misma lógica, pero con una media de los nacimientos del 2000 al 2002 y las estimaciones de población del 2001, también para evitar distorsiones.
Caída en la fecundidad
La caída en las tasas de nacimientos no es exclusiva entre madres primerizas. En el país, la tasa global de fecundidad cayó a su nivel más bajo de, al menos, los últimos 19 años.
En promedio, en 2018, ese indicador mostraba que cada mujer iba a tener 1,65 hijos al final de su vida fértil (50 años) y en el 2000, esa tasa era 2,41 por fémina.
Si se compara con el resto de América Latina y el Caribe, Costa Rica registra la tercera tasa más baja. Solo San Vicente y las Granadinas (1,4), y Perú (1,5) registran un dato menor, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), para el periodo 2020-2025.
Incluso, la tasa es inferior a la media de América Latina y el Caribe, la cual en ese periodo de estudio cerró en 1,9 hijos por cada mujer.
Luis Rosero Bixby considera que esta situación, de no revertirse, podría acelerar el envejecimiento de la población nacional.
“La gente deja de tener hijos joven, y puede o no tenerlos a mayor edad. Algunos los van a tener a mayor edad, otros se van a quedar del todo sin hijos”, dijo Rosero.
Olga Araya, del INEC, coincide con él, y agrega que este cambio generacional, de poblaciones más adultas y menos niños, genera un “impacto social muy grande” y que el país ya debería estar pensando en nuevas políticas públicas que vayan acorde con esa realidad.
“Vamos a llegar a un momento en el que vamos a tener una población muy envejecida, dependiendo de pensiones, y gente abajo con una gran carga en sus espaldas, porque no lo van a lograr”.
“Para mí, la disminución en la fecundidad está teniendo un impacto social. El país debería estarse preparando para eso, que no digan que nos cogió por sorpresa; los datos no mienten”, advirtió Araya.