Al menos 11.000 empresas de Costa Rica están encadenadas a las casi 400 multinacionales que operan en el régimen de zonas francas, a tal punto, que les proveen servicios y productos intermedios que superan los $2.323 millones en un año.
Los servicios van desde los más comunes, como vigilancia o limpieza, hasta los más especializados, como esterilización de productos de la industria de las ciencias de la vida. También les surten de bienes intermedios de metalmecánica, empaques, inyección de plástico, logística, almacenamiento, partes de productos y etiquetado, entre otros.
El gran tamaño de la relación entre compañías de zona franca y empresas proveedoras locales lo reveló el estudio “Impacto del régimen de zona franca en Costa Rica 2015-2019″, de la Promotora del Comercio Exterior (Procomer). Es el último que se hizo, el cual reveló que solo en 2019 las multinacionales les compraron a esas 11.000 empresas los $2.323 millones. Ahora, esa cifra es mayor.
Las empresas que pertenecen al régimen de zona franca, precisamente tenían 125.039 empleados al 2019, según Procomer. Además, calcula que generaban 62.132 plazas ese año, para un total de 187.000 puestos laborales.
Pedro Beirute, gerente general de Procomer, explicó que el estudio se hizo con base en los datos que las multinacionales deben dar cada año. Detalló que el 43% (los $2.323 millones) del total de compras realizadas por las empresas del régimen se realizaron localmente.
El crecimiento de estas firmas suplidoras va ligado al avance de las zonas francas. Este régimen presentó un aumento en el valor de sus exportaciones del 7%, al comparar 2020 con el 2019, pese a la pandemia, de acuerdo con el portal estadístico de Procomer. En los primeros ocho meses de este 2021, esa cifra aumentó un 37%, en comparación con igual periodo del 2020.
Ese aumento en la actividad de las zonas francas repercute en el fortalecimiento de sus compras locales, consideró la Asociación de Empresas de Zonas Francas (Azofras).
Solo entre 2016 y 2020, por ejemplo, 191 nuevas compañías entraron al régimen de zona franca, el cual, al 2019, lo conformaban 394 empresas: 53% del sector servicios, 42% de manufactura y 5% administradoras de parque y comercializadoras.
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Según Beirute, las industrias de las ciencias de la vida son un gran ejemplo de relaciones con proveedores, pues encadenan servicios de esterilización, empresas de tratamiento y revestimiento de metales, maquinaria y equipos, piezas de plástico, envases y empaques, semiconductores, servicios de apoyo al negocio y administrativo.
Los registros de Procomer mantienen a los sectores agroalimentario y servicios como los que tienen un mayor porcentaje de compras locales. Adquieren empaques y embalajes, servicios de apoyo operativo, servicios de ingeniería y alimentación.
En casos específicos, detalló Beirute, realizan compras entre las mismas empresas dentro de zona franca, entre ellos, servicios de esterilización, equipamiento y construcción de cuartos limpios, implementos de uso personal para procesos de manufactura, moldeo, extrusión e inyección de plásticos.
Más especialización
Carlos Wong, presidente de Azofras, resaltó casos específicos especializados como la instalación de dos compañías con servicios de esterilización, lo cual evita enviar el producto al exterior para ese proceso. Esto reduce costos y permite que las multinacionales exporten directo a los hospitales.
Otra empresa instaló sistemas de bodegas con almacenaje especializado, muy diferente al convencional, para productos de ciencias de la vida, mientras que otra tiene un almacén de suministros con prácticamente todo lo que requieren las grandes empresas y al alcance de la mano.
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Este esquema de suministros se viene fortaleciendo y especializando con los conceptos de clúster o conglomerados y con las cadenas globales de valor.
“Las capacidades del ecosistema (como un todo) que ofrezca un país son clave para la toma de decisión de estas empresas al momento de invertir”, afirmó Jorge Sequeira, director general de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde).
“Contar con suplidores en el mismo entorno, ya sea locales o internacionales, genera eficiencias, arraigo al país por medio del encadenamiento, ventajas competitivas en costos, resiliencia, entre otros”, agregó Sequeira.
“Si tengo los proveedores cerca, hay más garantía de dar a la casa matriz los productos a tiempo. Es importante que las empresas pueden tener cadenas de logística eficientes y para eso se busca que tengan cercanía”, detalló Wong.
Para lograr eso se requiere también volumen. Wong recordó que hace algunos años, cuando se comenzó a gestionar que se instalaran en el país firmas con servicio de esterilización, les decían que era imposible.
Pero las actividades de ciencias de la vida crecieron y ya existen dos de esas empresas, mientras las exportaciones siguen en aumento.
Además del sector de ciencias de la vida, los de manufactura avanzada (electrónica en especial, como Intel) y de agroindustria continuarán en crecimiento con servicios cada vez más especializados en el país, coincidieron Sequeira y Wong.
De cuatro a 80 empleados en seis años
En el 2014, Silvio Segnini Acosta (54 años) comenzó a ofrecer servicios a las multinacionales desde su compañía Segex, con la mente y el trabajo puestos en el éxito, pero quizá no pensó que aquel esfuerzo iniciado con cuatro colaboradores tendría hoy 80 empleados.
Segex opera ahora, solo seis años después, en una moderna instalación de $10 millones, con todas las condiciones para atender la demanda de empresas de medicamentos y de ciencias de la vida.
Segnini incluso vislumbra a Segex abriendo operaciones en otros países de la región.
La firma costarricense presta servicios de importación, gestión de inventario, aseguramiento de calidad, trazabilidad de pedidos, acondicionamiento de medicamentos en laboratorio y la exportación del producto final.
“Es algo mucho más allá que la custodia del producto, si fuera solo eso no agregaría valor”, asegura Segnini al explicar cómo avanzó su compañía.
En ese mundo tan especializado, lleno de exigencias y con altos estándares, hasta el tipo de puertas en las instalaciones es vigilado, detalló el empresario.
Por eso, la firma invirtió los $10 millones en nuevas instalaciones, donde se cuidan desde detalles más grandes, como la temperatura de almacenamiento, hasta los más pequeños, como las puertas.
Al contar ese momento de la historia, el empresario recuerda que en el 2013 comenzó desde una oficina, en su casa, la aventura de establecer la compañía. Ofreció en ese entonces soluciones de transporte y de logística a escala regional, ante los diversos problemas que tiene la zona.
A inicios del 2014 estableció las relaciones con empresas multinacionales mediante servicios integrales de valor agregado.
Para hacerlo, buscó una instalación pequeña, de unos 300 metros cuadrados (m²), en Zona Franca Coyol. Pero no había, la de menor tamaño era de 1.600 m².
En el 2015, con el temor normal, tuvo que instalarse en ese espacio, pero tal fue el crecimiento que menos de dos años después debió pasarse a un espacio de 2.500 m², en el 2017, y ahora en enero del 2021 a un almacén o edificio de 5.000 m².