¿Qué le viene a la cabeza cuando le hablan de productos orgánicos? ¿Piensa quizá en opciones más saludables, naturales y hasta con un precio un poco más elevado? El mundo orgánico va más allá de frutas, vegetales o café, pues hoy pueden adquirirse, además, tratamientos para el cabello y cosmética para el cuidado de la piel que se ofertan como más nobles con las personas y el ambiente.
En este artículo vamos a explorar la vida orgánica y conocer sus verdades. Empezaremos por los alimentos y más adelante hablaremos sobre la cosmética orgánica.
Empezamos con lo más básico: ¿qué es un alimento orgánico?
“Son los alimentos producidos sin procesos químicos y sin aditivos. Usualmente, no contienen organismos genéticamente modificados, no tienen pesticidas, ni son procesados convencionalmente. Los métodos de agricultura convencional son los que conocemos y que utilizan pesticidas, cosas para aumentar el tamaño de producto, tratar una afección por plagas, entre otras”, describió la doctora en nutrición Melania Cevo.
La nutricionista aclara, eso sí, que por ser orgánicos, los productos no son absolutamente inocuos, lo que significa que tendrán coliformes que muchas veces van naturalmente en el agua. Por ello, la recomendación es que este tipo de alimentos se laven, siempre.
Cuando se habla de alimentos orgánicos, se refiere, sobre todo, a vegetales, frutas, granos y tubérculos.
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¿Qué beneficios tienen los alimentos orgánicos?
La especialista menciona que en algunos casos los alimentos orgánicos, que tienen más vitaminas y minerales que los que son producidos convencionalmente, pueden ser beneficiosos para la salud.
“El efecto se ve de inmediato. Saben mucho más ricos los orgánicos, el sabor es superior. A nivel inmediato tienen más de nutrientes. El efecto (del consumo) se viene dando a mediano o largo plazo. Hay personas que en su linaje familiar tienen riesgo de cáncer, enfermedades genéticas o autoinmunes que se pueden detonar con los (insumos) químicos”.
Con ello, Cevo no quiere decir que sí o sí hay que consumir solamente este tipo de alimentos, pues todo depende de las posibilidades económicas de las personas.
“Es importante que si se tiene el recurso para invertir (solo en este tipo de alimentos) se haga. Esto siempre y cuando comprar alimentos orgánicos no afecte la cantidad de alimentos que va a comprar. Se justifica solamente si hay presupuesto, no en casos en los que por comprar una lechuga que es un poco más costosa, deje de comprar otros productos.
“Si la persona va a gastar su presupuesto de vegetales solo en tomates y deja por fuera elotes y frijoles, no se justifica. Lo ideal es que se cubra lo que la persona necesita en su alimentación diaria”, especificó Cevo.
Sobre los alimentos orgánicos, comentó que como nutricionista le encanta que exista la alternativa. Eso sí, entiende que no es una opción para todo el mundo.
“No quiero satanizar los de cultivo convencional. Todos podemos tomar mejores decisiones. Para vivir sano no es obligatorio vivir con alimentos orgánicos. Es bueno elegir mejor dentro de nuestras capacidades”.
Se habla de elección porque generalmente por sus procesos y producción en menor tamaño, los alimentos orgánicos tienden a ser un poco más costosos. Para este artículo comparamos los precios de varios vegetales y frutas en la página web de Automercado.
A inicios de setiembre, en su catálogo electrónico sobresalían varios productos orgánicos y otros iguales que eran descritos como nacionales. Vea la tabla adjunta.
Remolacha orgánica (unidad) | ¢825 | Remolacha nacional (unidad) | ¢485 |
Puerro orgánico (unidad) | ¢1.050 | Puerro nacional (unidad) | ¢825 |
Apio orgánico (unidad) | ¢2.300 | Apio nacional (por kilo) | ¢1.850 |
Lechuga americana orgánica (unidad) | ¢660 | Lechuga americana nacional (unidad) | ¢420 |
Zuquini orgánico (unidad) | ¢1.395 | Zuquini nacional (unidad) | ¢830 |
¿Cómo elegir?
La nutricionista Melania Cevo brindó información que puede ser útil para quienes deseen incluir alimentos orgánicos en su diario vivir, sin que esto altere su presupuesto.
Para empezar, comentó que quien lo desee y tenga posibilidades podría sustituir por orgánicos aquellos productos que durante su cultivo están más expuestos a pesticidas. Por esta característica, esta variedad de frutas y verduras es llamada como “la docena sucia”.
“Fresas, espinacas, kale, lechuga (las hojas verdes), melocotones y nectarinas, peras, manzanas, uvas, chiles dulces y picantes, las cerezas, los arándanos, los pepinos, la piña, el apio, el tomate, la papa y los espárragos, generalmente estos están más expuestos”.
Por otro lado están alimentos que aunque se produzcan convencionalmente, tienden a tener menos pesticidas: la docena limpia. Estos son “aguacates, elotes, cebolla, papaya, hongos, camote, sandía, mango, kiwi, melón y repollo”.
Sea cuál sea su elección, recuerde siempre lavar muy bien sus frutas y verduras.
Productores orgánicos en Costa Rica
Silvia Chaves y su esposo Carlos Araya son dos costarricenses certificados como agricultores orgánicos y quienes hablaron de su experiencia.
La pareja es propietaria de Lecanto, una finca orgánica certificada en la que se produce café, frutas, vegetales, tubérculos y legumbres, entre otros.
Su propósito, según reza su página web, es “ofrecer una alimentación saludable, basados en calidad y sostenibilidad ambiental y social”.
Los Araya Chaves, además de producir estos alimentos para la venta, también los consumen en su hogar, así como los colaboradores de la finca, ubicada en San Ramón, Alajuela.
La pareja inició su ruta orgánica luego de ver que había tenido éxito con su propuesta de productos de limpieza biodegradables y amigables con el medio ambiente (Florex).
“Hay que aprender a desaprender para aprender de agricultura orgánica. Se debe hacer conexión con la Madre Tierra, donde vamos a proteger a la tierra para que alimente y proteja a las plantas. Si protegemos el agua, la flora y la fauna, de esa forma también protegemos al ser humano”, comentó Araya, quien suma años de experiencia trabajando en promoción humana en América Latina.
La tierra en la que cultivan pasó por un proceso de transición en el que no se utilizaron agroquímicos. Silvia Chaves detalló que se requieren de al menos tres años para hacer un análisis de laboratorio y demostrar ante el Sitema Fitosanitario del Estado que no hay rastros de esos productos convencionales en el terreno.
Chaves, especialista en medio ambiente, comentó que con la producción orgánica se consigue “el bienestar general de los seres humanos”.
“Protegemos los recursos y al final tenemos productos no contaminados que van a favorecer la salud de las personas”, añadió.
“Los productos orgánicos son menos dañinos y favorecen el ecosistema. Se tienen más minerales. Nosotros todo lo de la finca lo usamos en la casa”, comentó Chaves, quien agregó que todos sus conocimientos en producción orgánica los comparten con agricultores de la zona para “generar prosperidad en el entorno”.
Para Carlos Araya, parte de las bondades de los productos orgánicos tiene relación con que en una tierra que produce materia orgánica hay microorganismos que enriquecen la planta cuando esta los absorbe.
“Un tomate chiquitito (orgánico) tiene alrededor de 7.8 de licopeno (un antioxidante), eso es más nutritivo que lo que tiene un tomate tradicional de 200 o 300 gramos producido convencionalmente. Hoy en día se han desarrollado tomates para que tengan bonita apariencia y resistencia para poner uno sobre otro en los supermercados, pero no se le está permitiendo la parte nutritiva (...)”.
“Al trabajar productos orgánicos se trabaja con mayor equilibrio y se evita el uso de agroquímicos que van a quedar trazas en productos que van a dañar la salud. Los productos orgánicos son menos dañinos: la práctica de agricultura orgánica favorece el ecosistema”, Silvia Chaves, productora orgánica.
Si bien todo suena favorable, volvemos al tema de los costos, que es quizá uno de los contras que encuentran las personas al querer adquirir alimentos orgánicos. Eso sí, el precio un poco más elevado que los convencionales tiene una razón de ser.
“La producción orgánica es una producción con mucho mayor cuidado y detalle. No es en volumen y se hace sin uso de agroquímicos. Esto hace que sea un proceso más lento y que los productos no sean en la cantidad acostumbrada, sino que se busca calidad. Es un proceso muy cuidadoso, de mucho detalle, de alguna manera calificado como más natural”.
Esta familia comercializa los productos, por unidad y a granel, a través de la página web de Lecanto.
La pareja de productores se siente satisfecha del camino recorrido, uno en el que continúa aprendiendo.
“Tenemos más de 10 años en este proceso, estamos certificados como agricultores orgánicos desde hace cinco años con productos específicos. Seguimos aprendiendo, investigando y compartiendo información que vamos generando con otros agricultores. Estamos encantados de estar haciéndolo de esta forma y encantados de seguir haciendo este aporte a la sociedad y a la salud de las personas y el ecosistema en general”, afirmó Silvia Chaves.
Con relación a la presencia de mayor cantidad de coliformes en los alimentos orgánicos, Chaves comentó que “la presencia no necesariamente está asociada a productos producidos de forma orgánica, sino más bien al agua que se use en riego y las prácticas que se apliquen en producción. Se trata de buenas prácticas tanto en la agricultura como en empacado de los alimentos. Todos los productos frescos deben ser lavados muy bien antes de consumirse”.
Ley para la producción orgánica
En Costa Rica la producción orgánica está normada. El reglamento vigente de agricultura orgánica está cobijado por el Decreto Ejecutivo (DE) número 29782, precisó Rocío Aguilar, jefa del departamento de producción orgánica del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
La legislación que existe en el país sobre esta materia es la Nº 8591, llamada Ley de Desarrollo, Promoción y Fomento de la Actividad Agropecuaria Orgánica.
Ahí se define como actividad agropecuaria orgánica lo siguiente:
“Toda actividad agropecuaria y su agroindustria que se sustente en sistemas naturales para mantener y recuperar la fertilidad de los suelos, la diversidad biológica y el manejo adecuado del recurso hídrico y que propicie los ciclos biológicos en el uso del suelo. Esta actividad desecha el uso de agroquímicos sintéticos, cuyo efecto tóxico afecte la salud humana y el ambiente, así como el uso de organismos transgénicos”.
Aguilar mencionó que de momento esta ley solamente incluye productos agrícolas y agroindustriales. Adelantó, que se trabaja un reglamento para incluir pecuarios.
Y, ¿cómo tener la certeza de que lo que le ofrecen como orgánico realmente lo es?
Es sencillo: en Costa Rica es posible obtener una certificación que respalde la producción de alimentos orgánicos.
Rocío Aguilar explicó el trámite que garantiza la integridad orgánica del producto.
“La certificación es un proceso que inicia con el registro en transición ante la oficina de Acreditación y Registro de Agricultura Orgánica (ARAO) del Servicio Fitosanitario del Estado, del operador, por un periodo de hasta de tres años. Este es un tiempo de ‘desintoxicación de la finca’ en el que se empieza a trabajar bajo el reglamento vigente de agricultura orgánica (Decreto Ejecutivo 29782) y en donde el productor es fiscalizado por la oficina de control (ARAO). Superado ese periodo el productor se puede certificar”.
Ante el Ministerio de Agricultura y Ganadería se reconoce como producto orgánico “el que se ha producido respetando lo establecido en el DE 29782, se ha sometido al régimen de control, mediante una certificación de tercera parte o certificación participativa y está registrado en ARAO”, detalló Aguilar.
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El mercado está cargado de propuestas orgánicas y también de muchas otras convencionales: finalmente es el consumidor quien decide.