El alto costo de la tierra, la casi nula oferta de terrenos grandes en centros de población y el poco uso de las edificaciones (solo una vez a la semana) causan que muy pocas de las 81 ferias del agricultor del país cuenten con instalaciones propias, según los administradores de esos mercados.
De esa manera, la mayoría de los 8.000 agricultores que cada semana ofrecen los productos en esos mercados deben hacerlo en las calles, generalmente, mediante el uso de toldos individuales. El uso de las vías está autorizado mediante la ley que rige estos mercados de productos frescos, en la cual, además, se ordena específicamente la colaboración de las municipalidades, de la Fuerza Pública y de otras instituciones.
En algunos sitios, como Zapote (San José), el agricultor paga por el puesto y luego alquila toldos y mesas que le llegan a ofrecer empresarios privados.
Las ferias son administradas en su mayoría por Centros Agrícolas Cantonales (CAC), organizaciones adscritas al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y que deben ser debidamente inscritas ante el Ministerio de Trabajo.
En tanto, el sistema de ferias del agricultor está regido también por una ley, la cual establece la Junta Nacional de Ferias como ente superior. Debajo de ella están los comités regionales y luego siguen en la estructura los administradores de cada feria.
LEA MÁS: Gobierno invertirá ¢1.500 millones en 12 ferias del agricultor
La Junta Nacional de Ferias estima (no hay un estudio al respecto) que cada fin de semana se hacen transacciones por ¢640 millones en esos mercados, lo que implica, al menos, ¢2.560 millones al mes.
Ante la dificultad de obtener servicios básicos en las calles, los administradores de las ferias logran que las municipalidades o el proveedor del servicio de agua coloque unas pajas en el lugar donde se realiza ese mercado. En lo relativo a la electricidad, se alquila en casas o comercios y se utilizan extensiones u otros instrumentos.
De esa manera, quienes compran los puestos de venta se las ingenian para contar con los servicios básicos, pero hay otras comunidades donde se acudió a fondos no reembolsables, a créditos y a convenios (en especial con municipalidades) para tener instalaciones adecuadas.
Tales son los casos de Alajuela, Heredia, Desamparados, San Ramón y Ciudad Quesada. También se pueden contar entre las que tienen mejoras las feria de Zarcero, San Rafael de Heredia y Grecia, explicó el director ejecutivo de la Junta Nacional de Ferias, José Manuel Ortiz.
Administrador con extremos
El Centro Agrícola Cantonal (CAC) de Desamparados administra dos ferias que pueden ser extremos: una en Desamparados, que tiene instalaciones junto a la Villa Olímpica, y otra en Zapote, una de las más grandes y que causa trastornos donde se realiza.
Zaira Marín, administradora del CAC de Desamparados, explicó que por los trastornos (caos vial y problemas de higiene, en especial) que causaba la feria en la denominada calle ancha de ese cantón, se hizo un convenio con la municipalidad, mediante el cual se les prestó un terreno en la Villa Olímpica. No había techo ni otras condiciones.
En el 2008, el CAC concursó por recursos no reembolsables otorgados por medio del MAG para mejoramiento de 12 ferias. Así, en el 2009, con los recursos obtenidos, se hizo el techado del lugar y se firmó un convenio con la Municipalidad para uso en precario del sitio por 99 años.
De esa manera, en esa comunidad cuentan con un lugar techado y con parqueos (también con convenio municipal), aunque no todos los puestos tienen agua, sino solo los de alimentos, como quesos, embutidos y otros. Para solucionar el tema del líquido, el CAC coloca una especie de carretillas con tanque de agua y lavamanos, para uso de los consumidores y los vendedores. A esta feria llegan unos 350 agricultores y cerca de 3.000 compradores cada semana.
En Zapote, al contrario, la actividad se realiza en los alrededores del redondel de toros. La feria es más grande. Llegan unos 570 agricultores más otros 100 puestos de alimentos, artesanías, ropa, plantas y otros.
Aunque se coloca el servicio de agua con las carretillas y hay algunas pajas de agua, Marín reconoció que los vecinos se quejan por algunos problemas.
“Tener instalaciones propias y con buenas condiciones es el ideal de cualquier administrador de ferias; pero en una del tamaño de Zapote es casi imposible encontrar, primero, y comprar, después, un terreno”, dijo Marín.
En San Ramón, la feria se realiza en un terreno de 9.000 metros cuadrados, con 6.000 metros cuadrados de construcción. José Luis Jiménez Alpízar, presidente del CAC de ese cantón, recordó que consiguieron fondos no reembolsables del entonces Programa de Reconversión Productiva y agregaron un préstamo de esa misma fuente para comprar un cafetal abandonado en las afueras de la ciudad.
Hace unos cuatro años se construyeron las instalaciones, con una inversión cercana a los ¢330 millones. Alrededor de 10.000 personas entre viernes y sábado van ahora de compras con muchas comodidades, señaló Jiménez. Ahí los esperan entre 210 y 220 agricultores en sus puestos. El CAC ahora instalará paneles solares para suministrar electricidad propia.
Mientras tanto, en Ciudad Quesada se logró un convenio con la municipalidad del cantón para el uso de un terreno, luego de que con recursos cedidos por el MAG, por ¢115 millones, no fuera posible conseguir un terreno con ese valor, explicó Dagoberto Salazar, quien era hasta hace poco el administrador de la feria.
El edificio se construyó con la partida del MAG y ahora está pronto a iniciarse una segunda etapa. Unos 70 agricultores y 100 con la segunda etapa venden en esta feria a alrededor de 1.500 compradores semanales.