Los sistemas agroalimentarios actuales suponen enormes costes ocultos para la salud, el medioambiente y la sociedad, estimados por la FAO en más de $10 billones al año ($10.000.000 millones), equivalentes a un 10% del PIB mundial.
En su informe anual sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) incluye por primera vez un estudio para cuantificar esos costos ocultos en 154 países.
El objetivo es disponer de datos detallados sobre “los costos reales” de los alimentos para poder ajustar, en caso de que sea necesario, los recursos fiscales, las subvenciones, las leyes o los reglamentos. Según la FAO, cerca de un 73% de los costes ocultos están relacionados con “dietas poco saludables, con alto contenido de alimentos ultra procesados, grasas y azúcares”, que afectan especialmente a “países de ingresos altos y medianos altos”.
Estas dietas pueden causar obesidad y enfermedades como la diabetes, que a su vez acarrean pérdidas de productividad laboral. La agencia de la ONU calcula además que cerca del 22% de los costes ocultos están vinculados con el medioambiente.
El informe contabiliza en particular las emisiones de gases de efecto invernadero y de nitrógeno, los cambios del uso de la tierra (como la deforestación) y la utilización del agua. En ese caso, el problema afecta a todos los países y, según la FAO, es probable que la magnitud de los costes esté subestimada. Finalmente, los problemas relacionados con la pobreza y la subalimentación representan un 5% de los costos ocultos y afectan principalmente a países de ingresos bajos.
10% del PIB mundial
La FAO reconoce deficiencias respecto a los datos recogidos y que algunos impactos quedaron excluidos del estudio, como la exposición a los plaguicidas, la degradación de las tierras, la resistencia a los antimicrobianos o las intoxicaciones alimentarias.
El organismo también subraya la dificultad de evaluar algunos criterios, como el uso de pesticidas para aumentar la productividad. Su utilización permite por ejemplo reducir la pobreza, pero al mismo tiempo afecta el medioambiente a largo plazo.
La agencia de la ONU afirma sin embargo que existe “un nivel muy elevado de certeza” de que los costos ocultos derivados de los sistemas agroalimentarios ascendieron al menos a $10 billones en 2020. Según el estudio, ascendieron a cerca de $12,7 billones ese año, equivalentes a casi el 10% del PIB mundial tomando en cuenta la paridad del poder adquisitivo.
Los costos ocultos pesan mucho más en los países de ingresos bajos, donde representan una media del 27% del PIB, contra 11% en los países de ingresos medianos y 8% en los países de altos ingresos.
¿Precios más elevados?
¿Abordar los costos ocultos no aumentará el precio de los alimentos? El organismo responde a esta pregunta diciendo que dependerá de los costos ocultos y de los instrumentos que se usen. La FAO cita la posibilidad de imponer impuestos o reglamentos a agricultores para que usen prácticas menos dañinas para el medioambiente y, al mismo tiempo, darles asesoramiento sobre cómo limitar estos costos.
La FAO también apunta que cuando se usa dinero público para promover regímenes alimentarios más sanos y sostenibles, estos no afectan el presupuesto de los hogares. Y “a largo plazo, las mejoras de la salud pública que conducen a un aumento de la productividad se podrían traducir en mayores ingresos para los hogares”, agregó.
Tras esta primera estimación de costos ocultos, la FAO tiene previsto dedicar su informe anual de 2024 a “evaluaciones concretas en profundidad para determinar la mejor forma de mitigar estos costos”.