Decir pejibaye es mencionar un producto que identifica la idiosincrasia costarricense. Para un extranjero, la preferencia por este fruto, de apariencia similar a un coco en miniatura, provoca asombro, ya que se ofrece incluso en los supermercados, colocados en agua caliente pues para consumirse deben estar hervidos.
Se trata del fruto de una palmera que puede alcanzar hasta 20 metros de altura. Crece en racimos y su pulpa es el consumo predilecto. Además de comerse, el fruto también se utiliza como insumo para elaborar salsas, aderezos, dulces, bebidas fermentadas, harina, frituras e incluso colorantes para alimentos; productos que en muy pocas ocasiones se han comercializado
Es rico en ácidos grasos y fibra, además de ser una fuente de vitamina A, carbohidratos y otros nutrientes, como niacina, riboflavina y tiamina, según detalla una publicación de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Luis Brenes, productor de pejibaye en el distrito de Tucurrique en Cartago, explica que en esta zona el cultivo se mantiene como una herencia de los ancestros, quienes lo consideraban de mayor importancia que el maíz y el cacao. “Lo llamaban la palma de los dioses”, asegura.
En esta zona, el 90% de la economía gira alrededor del pejibaye, por medio de una red de producción y comercialización que trabajan de la mano, indica.
Además, los indígenas utilizaban la madera del pejibaye para la construcción de viviendas, herramientas y utensilios. Sin embargo, siglos después, ese uso variado ha venido a menos y Brenes confirma que no se aprovecha todo su potencial.
El principal impedimento para comercializar productos con valor agregado del pejibaye, según el productor, radica en la necesidad de contar con capacitación, acompañamiento técnico, apoyo financiero y estrategias de mercadeo. Estos elementos son esenciales para superar la limitación de ofrecer únicamente el fruto y lograr la industrialización que el pejibaye tiene el potencial de alcanzar.
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Además, para lograr la industrialización de productos con valor agregado del pejibaye, también es fundamental la articulación de las instituciones públicas. Según Brenes, se necesita trabajar en el desarrollo de variedades de pejibaye específicas para la industrialización y contar con información actualizada sobre la producción del fruto.
El productor destaca que actualmente el país carece de un inventario completo sobre el pejibaye. La cooperación entre las instituciones y la disponibilidad de datos precisos son aspectos clave para impulsar la industrialización y el valor agregado de este fruto en Costa Rica.
Con información del Censo Nacional Agropecuario (Cenagro) del 2014, Olaso Rodríguez, coordinador de cítricos, papaya y pejibaye en el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), señala que en Costa Rica existen aproximadamente unas 859,5 hectáreas sembradas de pejibaye, de las cuales unas 793,7 hectáreas se encuentran en capacidad de producción.
Las regiones con mayor concentración de área sembrada de pejibaye son Central Oriental, Huetar Caribe, Central Sur y Brunca.
Brenes, quien durante años fue organizador de la Feria Nacional del Pejibaye, también critica la falta de acompañamiento técnico por parte del MAG frente a la amenaza de una plaga que afecta a los pequeños productores.
Rodríguez señala que el acompañamiento lo brinda el MAG a través de las Agencias de Extensión Agropecuaria (AEA) con el fin de buscar alternativas de solución a los problemas tecnológicos
“Es así como el manejo tecnológico de una plantación de pejibaye ha evolucionado en lo que respecta a la preparación del terreno, labores de siembra, combate de malezas, nutrición, combate de plagas y enfermedades, riego, labores de cosecha y postcosecha, y uso de registros, entre otros”, señala el funcionario por medio de un correo electrónico gestionada por la oficina de prensa del MAG.
Alrededor del 85% de la producción se destina para el consumo fresco en los mercados tradicionales”, agrega el funcionario.
La producción inicia entre los tres y cinco años después de plantado. Los racimos pueden llegar a pesar más de 12 kilos y, en promedio, se pueden obtener entre 75 y 300 frutos por racimo. Cocinado, el precio promedio por kilo ronda los ¢1.820, según datos del Consejo Nacional de la Producción.
Los meses de mayor oferta a nivel nacional son entre junio y octubre, teniendo el mayor volumen en agosto”, señala Rodríguez, mientras que Brenes refiere que en la zona de Tucurrique se logra en dos temporadas: entre marzo y abril, además de agosto y setiembre.
Brenes indica que el pejibaye es uno de los productos más rentables que existen, a pesar del vacío en su transformación.
El precio promedio del kilo de pejibaye oscila entre ¢500 y ¢1.000 sin cocinar, y los productores estiman que en una hectárea se producen entre 3.000 y 10.000 kilos. Sin embargo, el MAG calcula el rendimiento entre 4.000 y 5.000 kilos de pejibaye por unidad productiva.
Ronald Sanabria es un productor de pejibaye de toda la vida. Según sus cálculos, la planta empieza a producir a los tres o cuatro años de ser sembrada, en condiciones donde la fertilización no es muy frecuente. Una vez cosechada, la fruta se comercializa y en algunos casos, los productores la congelan cuando hay sobreproducción.
Sanabria, también productor de Tucurrique, se enfrenta a la plaga del picudo, un insecto que daña la calidad de la fruta, lo que ha puesto en riesgo su producción, además del deterioro causado por un pájaro llamado chucuyo, que está diezmando los cultivos. A su juicio, el valor agregado al pejibaye ha venido avanzando pero de manera esporádica.
Las carencias
Adrián Morazán, vicepresidente de la Cámara Costarricense de Pymes, considera que muchas veces las pequeñas empresas lanzan sus proyectos por necesidad y no con un objetivo estratégico, pasando por alto los procesos de innovación y comercialización.
A esto se suma el desconocimiento del mercado y la falta de acceso a financiamiento. En caso de que se logre obtener crédito, este generalmente se otorga asociado a una garantía, y si la idea no prospera, la garantía se pierde.
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Para Morazán, estos son los factores que dificultan el desarrollo de ideas innovadoras. Por lo tanto, recomienda que se busquen créditos con garantías basados en los resultados de los proyectos y, en segundo lugar, la capacitación en desarrollo estratégico.
Por su parte, Mario Montero, vicepresidente de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia), asegura que no todos los productos tienen viabilidad en el mercado. Sin embargo, de cumplirse ciertas características, la probabilidad de éxito aumenta, entre ellas, un sistema de producción eficiente con capacidad de abastecimiento garantizado.
Coincide con Morazán en que se debe tener conocimiento del mercado, definir si el producto es para el mercado local o para la exportación, y esto, junto con definir la “identidad” de la planta de producción, ya sea a pequeña escala o de mayor magnitud.
La presentación del producto es otro elemento que destaca Montero, pensando en los gustos y preferencias de los consumidores. “De nada sirve tener un producto exquisito si la presentación no promueve sus características”, señala.
Aquí se incluye cumplir con las normativas, como el etiquetado nutricional y general, el registro sanitario y las medioambientales, que, a su juicio, podrían convertirse en barreras para los pequeños emprendimientos.
Lo que dice el MEIC
Hace algún tiempo, el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) realizó un proceso de acompañamiento y asesoría a un grupo de productores de pejibaye, responde la entidad a La Nación, por medio de su oficina de prensa.
Señala que se brindó apoyo en el diseño de imagen, comercialización y entrega de capital semilla. Además, en coordinación con el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), se realizaron capacitaciones enfocadas en gestión y administración agropecuaria, mercados e insumos.
La entidad indica también que junto con el Instituto de Desarrollo Rural (Inder), brindaron asesoría en la metodología de cadenas de valor.
Respecto a las actividades que se desarrollan actualmente, el MEIC asegura que brindan asesoría a productores o grupos de productores de pejibaye que soliciten apoyo a la entidad, en áreas como tecnologías de la información.
Pejibaye con ventaja
Y no menos importante, para lograr que el producto trascienda, Montero asegura que el producto debe ser diferenciado y no competir con lo que ya está en el mercado. Aquí el pejibaye tiene las de ganar debido a las amplias opciones con valor agregado para comercializarlo. Señala que los distribuidores esperan que las innovaciones no lleguen a competir con las ya establecidas.
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El elemento diferenciador es la punta de lanza, y el pejibaye tiene potencial”, señala Montero. Por tal razón, recomienda que los emprendedores se asesoren y capaciten para colocarse en el mercado local, y una vez afianzados, considerar las exportaciones.
Opina que en el país hay institucionalidad y conocimiento en el tema agroalimentario. “El reto es cómo articularlo en función de proyectos empresariales viables”, plantea.
Por lo anterior, Cacia sugiere la creación de una ventanilla única de innovación, hecha a la medida de los emprendedores, ya que considera que el sistema de apoyo existe, pero está disperso.