La historia que escuchan los técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) al llegar a las fincas de Guanacaste y el Pacífico central es muy similar por casi toda la región, los pozos están secos y el agua es escasa.
La recarga por las lluvias caídas en setiembre, octubre y lo que llevamos de noviembre no ha sido suficiente para que los ríos recobren su caudal. Muchos siguen secos y en otros apenas se ve un leve correr de las aguas.
Los últimos informes del Instituto Meteorológico Nacional (IMN) indican que en el Pacífico norte (Guanacaste) cayó un 42 % menos de lluvias y en el Pacífico central un 30% menos de lo esperado para una estación lluviosa promedio.
La sequía en esa parte del territorio -a raíz del Fenómeno de El Niño- afecta en primera instancia al sector ganadero y al agrícola, pero también le quita impulso a la economía de esas regiones ya que al mermar la producción hay menos dinero circulando.
Contrario a la enorme sequía del Pacífico, en el Caribe la tragedia fue provocada por las inundaciones (un exceso de lluvias derivada del fenómeno natural) y las pérdidas por cultivos arrasados.
Aunque las autoridades no pueden precisar la totalidad de las pérdidas, en lo que va del año el Gobierno ha invertido ¢28.500 millones para subsidiar a los productores que perdieron sus cosechas y en atender a quienes no tienen agua para sembrar o cuidar a su ganado.
En el caso del Pacífico norte y central, "la Comisión Nacional de Emergencia aprobó ¢8.500 millones para esa zona, de los que ya se ejecutó el 29% (¢2.501 millones)" en ayudas a productores, pero la afectación persiste, indicó Felipe Arguedas, director nacional de Extensión Agropecuaria del MAG.
"Tenemos planes de inversión listos para el verano que se acerca”, agregó.
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Caribe tuvo pérdidas por exceso de lluvia. A los ¢8.500 millones destinados para atender la sequía en el Pacífico norte y Central, se debe agregar lo invertido por el el MAG en la vertiente del Caribe y la zona norte, donde El Niño produjo este año un exceso de lluvias, que tuvo su pico más alto a finales de junio, cuando las aguas arrasaron cultivos.
Según el IMN, en esta zona el superávit de lluvias hasta octubre era del 48% en el Caribe sur y del 38% en el norte del Caribe.
Las pérdidas fueron enormes y el MAG debió invertir unos ¢20.000 millones para restablecer los cultivos y la producción en la zona.
Otros cultivos como palmito, yuca y plátanos también fueron devastados.
Las exportaciones de banano y piña, que son de las más importantes en el sector agropecuario tuvieron una baja sensible y apenas se están recuperando, puntualizó Arguedas.
Arguedas sostuvo que los esfuerzos estatales buscan que las unidades productivas se mantengan en todo el país y evitar así que los agricultores se dediquen a otras actividades que no conocen.
El Estado no puede solventar el 100% de las necesidades, solo ayudarles a mantenerse, reconoció el funcionario.
Peones con menos posibilidad de conseguir empleo. “Toda la actividad agropecuaria está afectada por este Fenómeno de El Niño, que es más fuerte que el de 1997 y uno de los más severos de los últimos 50 años, según valoraciones del Instituto Meteorológico Nacional y otros organismos”, dijo Arguedas.
El MAG ha recomendado a muchos productores posponer o evitar siembras de algunos productos, lo que redunda en menos pérdidas, pero a la vez hay menos contratación de peones o personas que venden su mano de obra.
Esa falta de empleo y la merma en la producción genera a su vez pobreza, migración y deserción escolar, entre otros.
El experto del MAG indicó que no se puede cuantificar lo que deja de percibir el país por las hectáreas de arroz, maíz, caña y otros productos que se dejaron de sembrar en los áridos terrenos.
Otros productos afectados son el mango y el café. Este último en las zonas de Nandayure y Abangares, donde hay tres cooperativas que resienten las pérdidas, dijo Arguedas.
De igual manera, la producción de miel de abeja disminuyó debido a que al haber menos precipitaciones se genera menos floración de las plantas que esos insectos buscan para extraer el polen.
El meteorólogo Daniel Poleo, del IMN, explicó que las lluvias recientes de noviembre son favorables, pero no compensan la situación de sequía, ya que ésta última tiene que ver con el tiempo que una zona determinada estuvo sin el agua que normalmente cae. "Puede ser que en un par de días caiga toda el agua que faltó, pero eso no elimina la situación de sequía", sostuvo.
Falta de agua obliga a fumigar cultivos más a menudo. José Luis Peraza Granados, quien administra una finca que le alquila un sobrino en Cuatro Esquinas de Orotina -específicamente en el sector llamado La Esperanza- dijo que tiene diez hectáreas sembradas de papaya para recoger la cosecha en diciembre y 12 hectáreas de mango.
Explicó que la falta de lluvia por el Fenómeno de El Niño provoca que sea necesario cuidar la fruta fumigando muy a menudo, porque si no se mancha y se llena de gusanos.
"O sea, hay que hacer una mayor inversión en fumigar y en personal que haga la tarea. Si la lluvia fuera más constante, el gasto en fumigar disminuiría considerablemente", acotó.
Como previsión para lo que pueda suceder en los próximos meses esperan la construcción de un pozo para regar los cultivos.
En esta finca -y en muchos otros lugares- hay mango prácticamente todo el año. "Todos los que cultivan lo hacen inducido (aplicando al árbol una hormona fumigada que los hace florecer antes del tiempo natural ), porque si no la afectación será mayor". dijo Peraza.
"Es mucho el dinero que se necesita para invertir en esto. Otras frutas como el marañón y el melón, también han sido afectados por El Niño", puntualizó Peraza.
Cada res consume un estañon de agua al día. Los productores de ganado son de los más afectados. Cada res adulta consume al menos un estañón de agua por día, lo cual ya no tienen de manera suficiente para su subsistencia.
Los productores pecuarios han tenido que vender muchas de las reses para evitar pérdidas mayores.
Marcial Arrieta Navarrete, de la hacienda Santa Marta en Chirco de Santa Cruz, dijo que la sequía hizo estragos en su finca, ya que perdió más de 30 cabezas de ganado por falta de agua y pasto.
Todo eso repercute en menos capacidad de compra de la gente que va menos a sodas, tiendas, pulperías y otros negocios que sienten el efecto indirecto del fenómeno climatológico.
Decenas de pozos que tenían hasta cuatro metros de profundidad quedaron secos. Otros que permitían regar cultivos hasta por dos horas, ahora si acaso dan abasto para media hora, manifestó Felipe Arguedas.
El MAG no puede perforar nuevos pozos en fincas porque la legislación solo le faculta a hacerlo en sitios públicos y le exige la venia del Servicio Nacional de Riego y Avenamiento (Senara).
Pozos comunales. Por lo anterior, los pozos se han abierto en colegios como el de Liberia y el de Cartagena, donde se ofrece agua a los ganaderos de zonas cercanas.
La coordinación sigue entre la ministra de Educación Pública, Sonia Marta Mora, y el de Agricultura y Ganadería, Luis Felipe Arauz, a efecto de que en el 2016 se abran nuevos pozos en aquellos centros educativos, donde exista la posibilidad de hacerlo.
Se prevé que el verano que está por comenzar se extienda al menos hasta mayo del 2016. De ahí en adelante todavía no se sabe qué va a pasar con el clima.
Esa incertidumbre repercute en los planes para definir épocas de siembra, preparación de semillas, almácigos y fertilizantes, dijo Arguedas.
Colaboraron los corresponsales Alvaro Duarte y Jorge Umaña, de Santa Cruz y Orotina, respectivamente.