Los distribuidores de leche dejaron de comprar a pequeñas explotaciones de Upala y de lugares alejados en Santa Cruz de Turrialba y sus alrededores, por lo que las fincas ya están botando producto, mientras que organizaciones como Coopebrisas, en Alfaro Ruiz, afrontan una caída de al menos 40% en sus ventas.
¿La razón? La paralización de los hoteles, restaurantes y las menores ventas en algunos pequeños comercios como consecuencia de la emergencia por el coronavirus, afectó su cadena de comercialización.
Muy pequeños lecheros de Santa Cruz, que no van a las ferias del agricultor a vender quesos, por ejemplo, y dependen de las compras de intermediarios, quienes llegan a sus fincas, son los que más están sufriendo con la menor demanda, advirtió la Cámara Nacional de Productores de Leche.
Igual sucede en el cantón de Upala, zona norte del país, donde unos mil pequeños lecheros botaron este viernes 3 de abril 1.200 litros del alimento. Explicaron que nadie lo compra y que por lineamientos del Ministerio de Salud no lo pueden regalar.
Los afectados de Upala producen de 25.000 a 30.000 litros diarios y que por la reducción de compras debieron despedir a unos 2.000 empleados de sus lecherías.
Los productores afiliados a Dos Pinos y otras industrias tienen seguridad en la entrega de la leche.
LEA MÁS: Efecto del coronavirus acelera avances en la comercialización agrícola en línea
Martín Solano, presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios de Santa Cruz (Asoproa), en Turrialba, explicó que decenas de pequeños lecheros de esa región están a punto de botar producto, pues se rompieron las cadenas de comercialización.
Ellos le vendían a pequeñas industrias de queso, las cuales, a su vez, colocaban en negocios de mercados, pulperías u otros. Pero estos últimos dejaron de comprar, también por una caída en sus ventas.
En Santa Cruz de Turrialba y sus alrededores se registran entre 500 y 600 pequeños productores de leche, los cuales tienen explotaciones atendidas por la familia y cuyo ingreso depende de esa actividad, detalló Solano.
LEA MÁS: Empresas de turismo y agro tienen acceso a charlas virtuales sobre planes de ayuda por coronavirus
Al otro extremo, en Las Brisas de Zarcero, el gerente general de Coopebrisas, Marlon Rodriguez, advirtió de que 69 productores pequeños tienen la entrega del alimento en peligro. Esto porque la empresa, desde hace varios años, distribuye productos a los hoteles, sobre todo en Guanacaste, los cuales cerraron sus puertas y dejaron de comprar.
En las primeras semanas, luego de la emergencia, la situación de los hoteles en Guanacaste implicó una reducción de entre 30% y 35% de las ventas. Esta semana (la del 30 de marzo al 5 de abril) la merma en las ventas fue de entre 40% y 45%, relató Rodríguez.
Esta cooperativa, dichosamente, llegó a un acuerdo con Coopeleche, mediante el cual se están apoyando por ser del sector cooperativo, narró el gerente de Coopebrisas. Así, Coopeleche está comprando el volumen que no se puede vender, si no el recibo a los productores ya habría bajado 45%, detalló.
Preocupación
Daniel Cantillo, presidente de la Cámara Nacional de Productores de Leche, dijo que desde la declaratoria de emergencia sanitaria, muchas pequeñas empresas lácteas, especialmente las dedicadas a la producción de quesos en zonas rurales, han tenido una fuerte reducción en sus ventas, afectadas por el cierre de hoteles, restaurantes, sodas, bares, comedores de escuelas, colegios y de otras instituciones públicas.
También hay problemas, añadió, con pequeñas plantas transformadoras de leche de cabra, las cuales han reportado un impacto muy fuerte en sus ventas, especialmente de quesos, con una caída cercana al 75%.
El ministro de Agricultura y Ganadería (MAG), Renato Alvarado, expresó que conocen el problema y que intentan colocar al menos una parte del producto mediante el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), que maneja el Consejo Nacional de Producción (CNP).
Mientras eso sucede, en Santa Cruz de Turrialba, Alejandro Gamboa, vive días en completa incertidumbre, pues ordeña nueve vacas y ahora no tienen a quién venderle la leche. Su pequeña explotación está 550 metros al este del cementerio, camino a La Pastora, cuenta.
En primera instancia acudió a “secar” cinco vacas, cuya producción ya comenzaba a bajar. Secar significa bajarles las raciones de alimento para evitar que produzcan más leche. Pero eso es un peligro, pues una caída abrupta en la alimentación puede afectar rápidamente la salud de los animales, advirtió, por su lado, Solano, de Asoproa.
Gamboa le vendía la leche a una quesería artesanal que está cerca de donde la produce. Pero en el mercado de Turrialba los tramos dejaron de comprar el queso y eso, en cadena, llevó el problema hasta él.