Costa Rica desarrolla nuevos materiales genéticos de la variedad de café arábiga en dos experimentos: uno busca lograr la producción a bajas altitudes a mayor escala, y el otro, obtener plantas cuyo proceso de maduración no se vea afectado por el exceso de lluvias, confirmaron especialistas. La investigación también se enfoca en lograr variedades resistentes a plagas y enfermedades, y tolerantes al cambio climático.
El proceso dura varios años antes de liberar una nueva variedad para su fase productiva comercial. El híbrido ‘Esperanza’, desarrollado para producir desde los 40 metros sobre el nivel del mar (msnm), se está cultivando en una parcela experimental de la Universidad Earth, en Limón. Tradicionalmente, este fruto requiere desarrollarse por encima de los 600 msnm.
“La planta se está desarrollando muy bien”, asegura William Solano, especialista en Recursos Fitogenéticos del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), entidad que junto con Earth valida la investigación. Debido a los óptimos resultados obtenidos, las pruebas de producción a bajas alturas se replicarán en otras cuatro variedades ya liberadas.
Solano indicó que, si las pruebas, que durarán unos cinco años, son exitosas, el mapa cafetalero del país cambiaría, permitiendo cultivar café en la zona del Caribe y en Guanacaste, donde actualmente la altitud mínima de producción es de 600 msnm. “Para 2030 podríamos saber si estas variedades de arábiga se adaptan a zonas bajas y hacer sugerencias a los productores con resultados concluyentes”.
El café es el tercer rubro de exportación agrícola de Costa Rica, después de la piña y el banano, representando el 10% del total de las ventas de productos agrícolas al exterior, según la Promotora de Comercio Exterior (Procomer). En 2023, las ventas al exterior sumaron $346,4 millones, siendo Estados Unidos y la Unión Europea los principales destinos.
En 2005, se liberaron cinco materiales genéticos denominados ‘Híbridos F1′. Además de ‘Esperanza’, están los híbridos ‘Milenio’, ‘Casiopea’, ‘Centroamericano’ y ‘Excelencia’, utilizados en la producción nacional en altitudes tradicionales. La validación de estas variedades forma parte de un programa regional de mejoramiento genético, que empezó a inicios de los años noventa, en el que participaron el Catie, los institutos de café de Centroamérica y República Dominicana, y el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo (Cirad) de Francia.
Ahora, estos híbridos serán parte del proceso de validación en altitudes entre 40 y 50 msnm en la finca experimental del Catie en Matina, Limón, y también se realizarán pruebas en el Pacífico. “Veremos el comportamiento, la adaptación y, si los resultados son positivos, podríamos estar a las puertas de sembrar en zonas bajas con menos de 600 metros”, detalla Solano.
Solano explica que Costa Rica lleva tres décadas creando material genético híbrido de café, mezclando variedades locales con muestras silvestres recolectadas en Etiopía, Kenia, Sudán y Tanzania, cuna del café en África. Este ‘vigor híbrido’ confiere alta capacidad de adaptación a diversos ambientes, permitiendo desarrollarse desde los 40 hasta los 2.200 msnm.
“Estaríamos rompiendo un paradigma del café arábiga, porque el tipo robusta sí tiene su hábitat natural entre 0 y 600 msnm; ese es el cambio que estaríamos haciendo”, apunta Solano.
Café tico con ‘perfil de taza’
Martín Hidalgo, gerente técnico del Instituto del Café de Costa Rica (Icafe), explica que el café arábiga de Costa Rica tiene un ‘perfil de taza’ (características) determinado por la altitud en que se cultiva. Por eso, las validaciones de los primeros híbridos se hicieron a partir de los 700 msnm. Sobre la validación en menores alturas, indicó que no es un rango típico para lograr más de 80 puntos, lo que clasifica al grano como un café especial según la escala internacional de la Asociación de Café de Especialidad (SCA, por sus siglas en inglés).
“Pero tenemos un refrán: un café es bueno si a una persona le gusta. Entonces, hay una posibilidad porque habrá una ventana de mercado para este tipo de café”, señala Hidalgo. Por su parte, Miguel Barquero, subgerente técnico del Icafe, reitera que lo que interesa al sector cafetalero es mantener el reconocimiento de la calidad del café del país. “No pretendemos que existan valores menores de 80 puntos, porque nos alejamos de ese prestigio”.
En la producción de café del país, históricamente han predominado las variedades Caturra y Catuaí, ambas susceptibles a la roya, enfermedad provocada por un hongo que representa una gran amenaza debido a su rápida diseminación, refiere Fernando Naranjo, productor de café de Tarrazú con 40 años en la actividad.
Naranjo indica que el café producido por debajo de los 700 msnm requiere características que lo hagan resistente al exceso de lluvias en época de maduración. En el caso de los cafés finos, las variedades destacadas son Catuaí y Geisha, cultivadas a alturas superiores a los 1.500 msnm. “Son los que están dando buenos resultados para el café de excelencia”, comenta Naranjo, añadiendo que en la altura media, entre 1.000 y 1.500 msnm, varias variedades han mostrado buena productividad y calidad, dependiendo de las condiciones del terreno, el clima y la nutrición.
Variedad de café para enfrentar maduración temprana
Por otro lado, el Icafé está validando una variedad híbrida para enfrentar la maduración temprana, que provoca pérdidas en zonas con exceso de lluvias. Mediante el mejoramiento genético, buscan atrasar la época de cosecha, explica Hidalgo. El objetivo es que el punto máximo de maduración no coincida con la época de mayores precipitaciones, como sucede en la zona sur del país, añade el especialista.
Por su parte, Barquero menciona que el ensayo formal con este material de maduración tardía inició en 2020. El proceso de selección de los materiales avanza en un 50%, con el objetivo de que el grano madure en enero y no en noviembre, como tradicionalmente. También se garantizará un mayor rendimiento y calidad en la taza (características de sabor y aroma), previendo resultados en dos años.
Alejandro Zamora, académico de la Escuela de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (UNA), refiere que, ante el cambio climático, es importante implementar estrategias de adaptación para la variedad arábiga, incluyendo nuevas variedades resistentes a la roya y con mayor tolerancia al estrés. Además, recomienda el uso de sistemas agroforestales diversos y prácticas de agricultura de precisión, como el riego por goteo.