La reducción de 30% en el uso del agua frente a las prácticas tradicionales es una de las ventajas de la aplicación del Sistema Intensivo del Cultivo del Arroz (SRI): producir más con menos, que se desarrolla en parcelas de Bagatzí, en el cantón de Bagaces, Guanacaste.
Además, la novedosa metodología SRI (siglas en inglés) permitió reducir el uso de semilla en el establecimiento del cultivo de entre 100 y 120 kilogramos por hectárea a apenas 24 kilogramos, según el productor Israel Araya, el primer participante en las nuevas prácticas.
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De acuerdo con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el sistema tiene cuatro principios básicos: promover el establecimiento temprano y rápido de plantas saludables, reducir la competencia entre plantas, mantener los suelos saludables, aireados y enriquecidos con materia orgánica, y una mejor gestión del agua al alternar suelos secos y mojados.
El curso completo para utilizar este método de cultivo se ofrece de manera digital y gratuitamente en la dirección elearning.iica.int.
Los ensayos se realizan con la participación conjunta de tres entidades: el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Corporación Arrocera Nacional (Conarrroz) y el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA).
El IICA explicó que el SRI es una metodología agroecológica que aumenta la productividad, reduce los costos económicos y ambientales y es más resiliente al cambio climático. Fue desarrollada en los años ochenta en Madagascar y ese Instituto busca desde hace seis años la adaptación o ajuste del sistema a la agricultura de América Latina y el Caribe.
La entidad detalló que la metodología ya está en uso en países como Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá, República Dominicana y Venezuela.
Cambio paulatino
Gilbert López, ténico de Conarroz en la región Chorotega, explicó que al menos 10 productores de esa zona ya están listos para ensayar con el nuevo sistema, a partir de la cosecha por sembrar en diciembre próximo.
Aparte de los excelentes resultados en reducción del uso del agua y de semillas, López comentó que el rendimiento obtenido en las alrededor de 13 hectáreas del productor Araya fue de 5,78 toneladas por hectárea, frente a las 4,66 toneladas por hectárea de las siembras convencionales.
Este nuevo esquema acude a una menor cantidad de plantas por área, frente a las prácticas convencionales, agregó López. En lugar de una siembra masiva, las plantas se cultivan incluso a distancias de hasta 25 por 25 centímetros.
Esa menor densidad de siembra permite vigilar la humedad, de tal manera que no se mantiene permanentemente inundado el terreno sino con irrigación cuando se percibe la necesidad. También se puede controlar mejor la fertilización. De ahí la reducción en agua y en costo de fertilización.
El método permite que la planta original reproduzca hijos prácticamente en la misma cantidad que con la siembra masiva. En esta última, advirtió López, se propicia una competencia entre las plantas desde la germinación, mientras en la otra se impulsa la generación de hijos.
De acuerdo con el productor Araya, la puesta en marcha de este sistema SRI se convertirá en la tabla de salvación de los arroceros, pues si siguen con el método tradicional no lograrán ni reducir los costos ni aumentar los rendimientos. Araya ya había afrontado pérdidas utilizando el cultivo tradicional.
López, por su lado, señaló que ya están las pruebas del buen funcionamiento del nuevo sistema y resaltó particularmente la reducción en el uso del agua, un recurso que ahora será más caro porque el Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento (Senara) ya no cobrará por cada toma o paja sino por el volumen utilizado.