El incremento de la temperatura de las aguas superficiales del océano por encima de 1 grado Celsius (ºC), producto del fenómeno climático El Niño, comienza a provocar disminuciones de los recursos pesqueros hasta del 40%, aseguran pescadores artesanales y los que utilizan el arte del palangre.
En Costa Rica, el calentamiento de la temperatura superficial del mar en el Pacífico, provocado por El Niño en la primera mitad de agosto, osciló entre 1 °C y 2 °C más del valor normal, para ubicarse entre 28 °C y 30 °C.
En el Caribe, el incremento se calcula entre 0,5 °C y 1 °C, indicó Eric Alfaro Martínez, investigador del Centro de Investigación del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Sin embargo, en las aguas de algunas zonas de la provincia de Guanacaste, la temperatura llegó hasta 31 °C en agosto, afirmó Juan José Alvarado Barrientos, especialista en Ecología de Corales del Cimar.
Explicó que desde 1998, debido a El Niño, monitorean las temperaturas del océano, pero entre julio y agosto, se ha observado un incremento por encima de los promedios históricos de esta temporada. Los sensores colocados realizan los registros cada 30 minutos.
“Normalmente, en agosto la temperatura está en 28,5 °C, y estos meses ha estado hasta en 31°C, una temperatura muy alta para esta época del año”, afirmó el científico.
Uno de los efectos del calentamiento de las aguas superficiales son los cambios en los patrones de ubicación de las especies marinas, que buscan aguas menos cálidas para subsistir, con lo que se reduce la alternativa de pesca comercial.
Esto obliga a las especies pelágicas (que nadan cerca de la superficie) a sumergirse a profundidades mayores y, en el caso de las especies migratorias, a desplazarse a zonas con temperaturas más adecuadas.
De esta manera, la captura de recursos pesqueros se ha reducido de manera “considerable”, aseguró Mauricio González Gutiérrez, director ejecutivo del Sector Palangrero Nacional, lo que afecta la rentabilidad de los pescadores, ya que deben trasladarse a mayores distancias en busca de los peces.
Las embarcaciones que practican la pesca mediante el arte del palangre (líneas de anzuelos sostenidas por boyas en la superficie) tienen faenas que duran entre 25 días y cuatro meses. González aseguró que, en el último mes, ya se ha percibido la reducción del recurso pesquero, por lo que prevén que los tiempos de faena se alargarán.
González agregó que los capitanes calculan que la reducción de la pesca es de 25% a 30%, en los últimos días.
La pesca por palangre la realizan unas 350 embarcaciones en el océano Pacífico, a una distancia de entre 80 y 150 millas de la costa.
Los costos de operación varían según el tamaño de la embarcación y el tiempo de faena. Para enfrentar la situación, González solicitó apoyo para el sector, incluyendo tecnología que permita conocer con precisión las condiciones del océano y equipos para realizar una captura efectiva a mayor profundidad.
Eddy Gómez Ramírez, subdirector de Cimar, de la UCR, confirmó que se ha observado un cambio en los patrones de movilidad en las especies de interés comercial que las obliga a migrar por la falta de oxígeno que provoca el calentamiento de las aguas superficiales.
Los pescadores artesanales, por su parte, calculan que los efectos se traducirán en una disminución de captura superior al 40%.
Rubén Rodríguez, a cargo de la División de Pesca de la Asociación Cámara de Pescadores, Armadores y Actividades Afines de Guanacaste, indicó que una de las especies más afectadas es el pargo, debido al aumento de la temperatura en el mar, lo que lo obliga a sumergirse a mayores profundidades.
La pesca artesanal se realiza a una distancia de 12 millas desde la playa. Rodríguez señaló que el impacto se ha percibido en los últimos tres meses. La captura diaria de referencia realizada por la Asociación, conformada por 350 miembros, se estima en 9.000 kilos, pero, en días recientes, se redujo en más del 40%.
Menos peces
Además de la migración de los peces, el fenómeno climático provoca la disminución de la población de las especies.
La bióloga marina Marina Marrari, directora ejecutiva de la Federación Costarricense de Pesca (Fecop), explicó que el calentamiento del agua puede reducir la disponibilidad de oxígeno y alterar la estructura del agua, lo que provoca la reducción del hábitat favorable para ciertas especies y afecta su reproducción y crecimiento.
La escasez de nutrientes y alimento se traduce en la disminución de la producción de plancton y la disponibilidad de alimento para larvas y peces adultos.
Marrari propuso establecer sistemas de monitoreo y alerta temprana para anticipar y responder a los cambios en las condiciones oceanográficas durante la fase cálida de El Niño. Esto permitirá a los pescadores tomar decisiones informadas y ajustar sus estrategias tácticas de pesca.
El Instituto Costarricense de la Pesca (Incopesca) está evaluando los efectos.
Heiner Méndez Barrientos, presidente ejecutivo de Incopesca, señaló que han recibido los reportes de los pescadores sobre la ampliación de las distancias para las faenas debido a la escasez de los recursos pesqueros.
Dijo que evalúan con especialistas los efectos iniciales provocados por El Niño para decidir acciones de respuesta frente a las previsiones de afectaciones en el Pacífico debido a la reducción de las lluvias. Incopesca está inspeccionando las descargas de productos capturados para tomar decisiones informadas.
Por su parte, Ángel Herrera Ulloa, director de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), estimó que los meses más preocupantes para Centroamérica y Panamá serán entre febrero y junio del 2024, debido a la época seca en la zona.
Recomendó tener en cuenta la experiencia que ha enfrentado Perú en la pesca, donde los efectos de El Niño han causado altos niveles de desempleo.
Además, coincidió en que el incremento en las temperaturas superficiales del océano Pacífico son de aproximadamente 2 °C, de acuerdo con los reportes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y Costa Rica no es la excepción.
Impacto en la industria
Otro sector que se mantiene en expectativa es el de procesamiento industrial.
Asdrúbal Vásquez Núñez, presidente de la Cámara de Atuneros de Costa Rica (Catun), explicó que han percibido la misma escasez de recursos en las embarcaciones de bandera extranjera autorizadas por Incopesca para pescar en la Zona Económica Exclusiva (ZEE), las cuales abastecen a la industria enlatadora de atún.
Al igual que en la pesca por palangre, la duración de la faena ha aumentado y, con ella, los costos.
Vásquez explicó que las afectaciones se observan en las aguas de Colombia y de todo Centroamérica, lo que ha provocado que las especies de grandes pelágicos, incluyendo el atún, pez dorado, pez vela y el marlin, se retiren mar adentro en busca de aguas más frías.
Esta situación se ha comenzado a percibir en el último mes, lo que ha obligado a las embarcaciones de pesca con el arte de cerco a trasladarse más allá de las 200 millas marítimas, que marcan el límite de las aguas jurisdiccionales, hacia aguas internacionales. La faena de estas embarcaciones tarda, en promedio, 60 días.
La pesca de cerco es realizada por embarcaciones de gran potencia que utilizan una red de cerco que lanzan al mar para la captura.
Todo lo anterior podría estar generando un aumento en el costo del atún. En Costa Rica, operan dos empresas procesadoras de atún: Alimentos Prosalud, la más grande del país, conocida por su marca Sardimar, y la Compañía Enlatadora Nacional, que procesa la marca Reina del Mar.
Vásquez indicó que en un mes tendrán los cálculos de la afectación en el precio de los diferentes tipos de atún, lo que podría llevar a una disminución en el consumo de atún enlatado, aunque considera que es prematuro confirmarlo.
Más allá de la pesca
Pero el impacto de El Niño va más allá del recurso pesquero.
La investigadora Tayler M. Clarke, especialista en pesquerías y cambio climático, señala que el fenómeno climático también aumenta la formación de huracanes y tormentas, que afectan la infraestructura costera y reducen la seguridad de los pescadores en el mar.
Otro aspecto para considerar es el blanqueamiento masivo de corales, que debilita la protección contra tormentas y la función de los arrecifes como hábitats para peces comerciales.
“Estos factores agravantes impactan a las comunidades costeras, intensificando problemas preexistentes relacionados con educación, salud, vivienda y empleo”, explicó la investigadora.
Además, agregó que las aguas cálidas fomentan mareas rojas tóxicas y “zonas muertas” con bajo contenido de oxígeno, consecuencia del calentamiento y la llegada de fertilizantes debido a prácticas agrícolas no sostenibles. Estos fenómenos limitan la habitabilidad de los peces y la captura de especies comerciales.
Clarke recomendó identificar las especies que mejor resisten los impactos del fenómeno para fortalecer la seguridad alimentaria en las comunidades pesqueras y a nivel nacional. Asimismo, instó a la restauración de hábitats marinos costeros para proporcionar áreas de reproducción y crecimiento para las especies comerciales, lo que contribuirá al aumento de las poblaciones de peces.
Omar Lizano Rodríguez, especialista en Oceanografía de la UCR, señaló que producto del calentamiento de las aguas superficiales provocado por El Niño, se observa el incremento del oleaje, que se hizo evidente en la zona de Caldera, Puntarenas, en los últimos días de agosto. Además, se ha visto en otras zonas en los últimos dos meses, debido al aumento de los niveles del mar.
Los modelos globales de la NOAA predicen que las condiciones más cálidas del océano Pacífico seguirán aumentando con altas probabilidades de que el índice máximo iguale o supere los 1,5. °C.
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