Seis plagas en los cultivos y tres enfermedades en el ganado son los padecimientos que registran las mayores incidencias en el sector agropecuario de Costa Rica durante 2023, según los registros de las instituciones encargadas de su manejo y control.
De estas, el picudo de la palma de aceite, dragón amarillo en los cítricos, hormiga loca, brucelosis bovina y anemia equina, son las plagas y enfermedades que encabezan los registros de casos del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), y la cantidad de inspecciones en fincas por parte del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), respectivamente.
Es importante aclarar que se trata de padecimientos endémicos, es decir, que se encuentran en el país desde hace años, y existen protocolos de atención y control ya establecidos y en funcionamiento.
El objetivo del manejo en las enfermedades endémicas es tratar de reducir el nivel de presencia y el impacto en los animales y personas, según indica Alexis Sandí, jefe del Departamento de Epidemiología del Senasa.
Pero también, el país se mantiene en constante alerta por las enfermedades exóticas, de las cuales hay mínima o nula presencia. Aquí, la tarea de las autoridades es evitar que ingresen, o reducir la probabilidad de su diseminación, razón por la cual se aplican cuarentenas de vigilancia epidemiológica.
Entre las enfermedades animales exóticas registradas este año se encuentran la influenza aviar, de la cual se registran 17 focos (casos), la mayoría en aves silvestres y solo un caso en aves domésticas. El otro padecimiento es el gusano barrenador, erradicado en el país en el año 2000, y del cual se contabilizan 64 casos, uno de ellos en la zona de Cutris en San Carlos, Alajuela; los demás en la frontera con Panamá.
En ambas enfermedades, las autoridades mantienen un monitoreo y vigilancia estricta, y en el caso del gusano barrenador, se utiliza el control biológico con moscas estériles para disminuir la población de los insectos, señala Sandí.
Sobre las plagas en los cultivos, Nelson Morera, director ejecutivo del SFE, señala que se mantiene un control oficial para evitar una alta incidencia y para prevenir afectaciones en la producción y los rendimientos. Los datos recopilados son los registros de plagas comunes seguidas por los inspectores fitosanitarios.
El SFE también agrega a la lista tres enfermedades más con incidencia: la roya del cafeto, la cochinilla y el moko, estas dos últimas afectan las musáceas (banano, plátano y guineo). Además, enlistan 27 enfermedades exóticas en vigilancia, entre ellas el Fusarium 4 en el banano, el caracol gigante africano, el gorgojo kapra y la cochinilla rosada, entre otros.
Con el fin de evitar su diseminación, se han establecido requisitos fitosanitarios para los exportadores según la presentación del producto, debido a que cada padecimiento se desarrolla en diferentes partes de las plantas: esqueje, semilla, fruto, tubérculo o flor. De ahí que la lista de plagas que ameritan cuarentena sea amplia.
El picudo de la palma
Los registros del SFE, con datos hasta octubre, reflejan la cantidad de visitas a las fincas donde se detectan las plagas, y en el caso del picudo de la palma, indican el número de trampas colocadas en las fincas: 1.283 a nivel nacional.
El picudo es un insecto coleóptero que provoca daños a la planta y transmite la enfermedad del anillo rojo, llegando a destruir la planta. En este momento, está afectando al 2% de la producción nacional de palma, según estima Carlos Zamora Murillo, director ejecutivo de la Cámara Nacional de Productores de Palma (Canapalma).
Estos niveles se han logrado gracias al control que vienen desarrollando los productores. Canapalma calcula en 70.000 las hectáreas del cultivo.
Pero además de la palma aceitera, el picudo ataca a los cocoteros, el pejibaye y las palmas ornamentales. Alonso Acuña, experto en palmáceas, señala que la principal manera de contrarrestar la plaga es mediante trampas, pero las considera poco eficaces debido al escaso mantenimiento que se le da a algunas plantaciones comerciales.
En el caso de las plantaciones de cocoteros, la plaga ha provocado la pérdida de más del 50% de las plantaciones en la zona Caribe. Sin embargo, Acuña aclara que actualmente no hay un mecanismo específico para combatir a este insecto, debido a que tiene muchos ambientes donde refugiarse (hospederos) y tampoco hay registrado un insecticida para enfrentarlo, asegura el especialista.
Además, el cambio climático ha provocado modificaciones en su comportamiento, por lo que no hay una temporada específica de incidencia, señala Acuña. Cada hembra puede depositar hasta 150 huevos.
Se calcula que hay 7.000 hectáreas de cocoteros en el país, en las regiones Huetar Atlántica, Huetar Norte, Pacífico Central y la zona sur. Aquí se incluyen especies de producción de coco (fruta madura) y de pipa (fruto con agua).
Sobre el pejibaye, se calculan 2.200 hectáreas en Costa Rica. Este fruto de gran demanda enfrenta en este momento afectaciones por el picudo, principalmente en pequeños productores, dañando también las plantas, desde hace 10 años, indica Luis Brenes, productor de la fruta. Su teoría es que se diseminó desde las plantaciones abandonadas de palma aceitera.
Brenes confirma que no hay tratamiento químico específico para la plaga, la cual está generando un aumento en los costos de producción. Indica que hay zonas donde el insecto ha diezmado hasta el 80% de las plantaciones de pejibaye.
El dragón amarillo
Descubierto en Costa Rica en el 2011, en Los Chiles, Alajuela, otra de las plagas es el dragón amarillo o HLB (huanglongbing), que afecta a los cítricos. Juan Delgado Fernández, especialista en citricultura, fue parte del equipo que dio con el hallazgo de la enfermedad, que ya se encuentra en todo el país.
Es una enfermedad provocada por la infección de una bacteria llamada Candidatus Liberibacter asiaticus que se aloja en la planta. Se transmite por el injerto de árboles no certificados y también por el insecto chupador conocido como psílido asiático de los cítricos (PAC) que, al alimentarse, adquiere la enfermedad de plantas infectadas.
El control también se realiza mediante manejo agronómico y desde su aparición en el país, al menos el 30% del área nacional, estimada en 18.000 hectáreas, disminuyó a causa de este padecimiento, según Delgado.
La hormiga loca
Fue introducida en Colombia para el control biológico en los años 60 del siglo pasado, pero se volvió un problema debido a su invasión en cultivos y hogares. Se encuentra en todo el continente americano y el Caribe, según la información del SFE.
Las pequeñas hormigas de color café son omnívoras y comen de todo. Los insectos se han encontrado en caña de azúcar, maíz, almácigos de café, cítricos, frijoles, plantas ornamentales y zacate ornamental para jardines.
De acuerdo con el registro del SFE, se han efectuado 572 visitas a fincas con hormigas locas, principalmente en las regiones Central Occidental y Huetar Norte.
La brucelosis
La brucelosis bovina es producida por bacterias y es la que mantiene mayor incidencia, con 779 casos reportados. Es una zoonosis, es decir, se transmite de animales a humanos, cuando se consume carne sin la cocción adecuada. En el ganado, provoca abortos, y una vez confirmado el diagnóstico de la enfermedad, el ejemplar debe ser sacrificado, según el especialista Rodolfo Wing Ching.
Todas las fincas están obligadas a certificarse como hatos libres de brucelosis y tuberculosis bovina, con inspecciones periódicas. La enfermedad se transmite por la saliva, las heces y la orina.
Anemia equina
Según el Censo Nacional Agropecuario realizado en el 2014, último dato de referencia, la población equina en Costa Rica era de 66.942 caballos, distribuidos en 19.645 fincas. Durante 2023 hay 259 casos reportados, según los datos del Senasa.
Se trata de un virus que provoca el debilitamiento del animal y no tiene cura, lo que finalmente provoca el deceso. Es transmitida por mosquitos, lo que dificulta su erradicación, según explica Ana Margarita Arias, especialista en ganado equino de la Universidad de Costa Rica (UCR). Aclara que no genera afectaciones en la hemoglobina, sino que provoca fatiga, dolores musculares y fiebre.
A fin de evitar los contagios por un insecto que se posa en un ejemplar enfermo y luego infecta a uno sano, los especialistas sacrifican al animal de manera obligatoria. Un equino puede vivir hasta 30 años, pero la enfermedad puede aparecer a cualquier edad.