Los consumidores de República Dominicana compran cada día más bienes costarricenses, principalmente de la industria alimentaria, lo cual augura un importante aumento de las exportaciones.
De acuerdo con CACIA y los empresarios, este sector productivo es uno de los que mejor provecho saca, hasta ahora, del tratado de libre comercio (TLC), en vigencia desde marzo. Ese es el último convenio que entró en vigor, mientras se espera que el Congreso vote, en segundo debate, el firmado con Canadá.
Para el futuro se vislumbra un tratado del istmo con Estados Unidos, un paso reafirmado por el presidente George W. Bush, en tanto, según un comunicado que distribuyó ayer el Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) con declaraciones del embajador Robert Zoellick, el encargado en última instancia de las negociaciones.
Zoellick añadió que Centroamérica tiene capacidad para negociar un convenio de gran envergadura con Washington.
Buena acogida
Entretanto, el acuerdo con Dominicana le ha abierto las puertas, con buena aceptación, a productos ticos como pescado procesado, atún, galletas, confitería y chocolates, jugo de piña, salsas de tomate y otras para aderezos.
También bebidas preparadas en polvo con alto contenido de azúcar y los refrescos en empaque de larga duración, explicó Mario Montero, director ejecutivo de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (CACIA).
Las ventas nacionales a República Dominicana no dejaron de crecer en los últimos años. En 1999 llegaron a $30,7 millones, al año siguiente $48,3 millones y en el 2001 ascendieron a $56,4 millones, según cifra del COMEX.
En el primer semestre de 2002 también crecieron. A junio del 2001 se habían vendido al país caribeño $26,74 millones y en igual período de este año la cifra fue de $34,19 millones.
Gran esperanza
Una de las empresas que ha obtenido mejores resultados es Riviana Pozuelo, superiores a las expectativas que tenía en ese mercado, declaró Fernando Villalobos, director de imagen corporativa.
Explicó que empezaron a exportar en abril y han enviado 33 contenedores de galletas de diversa presentación. Cada contenedor tiene un valor promedio (varía según el tipo de galleta que se envíe) de unos $17.000.
Este arranque incluso es sorpresivamente bueno en un mercado nuevo, dijo.