De un pequeño galerón de 30 metros cuadrados en la finca La Lucha, a una planta moderna de 22.000 metros cuadrados en Heredia.
Esa ha sido la carrera ascendente que en los últimos 38 años la empresa Atlas Eléctrica -el principal productor de electrodomésticos de línea blanca de Centroamérica- ha seguido.
Pero, ¿cómo una empresa puede lograr tal éxito?. La respuesta para Richard Beck, socio fundador de la compañía, es muy simple: "Tuvimos que hacer un ajuste mental y comprender que la competencia es muy feroz y la globalización es un hecho inevitable, y hacer los cambios necesarios para poder crecer".
Atlas Eléctrica ha aprovechado las ventajas que le brinda la apertura comercial para buscar un crecimiento fuera de Costa Rica; a la fecha tiene el 45 por ciento del mercado regional y en Costa Rica cubre casi el 80 por ciento de la demanda.
Beck, al igual que el gerente general de la compañía, Jorge Rodríguez -al frente desde hace casi 5 años- tienen claro qué factores han impulsado su crecimiento y les permitirá continuar adelante: la innovación de sus productos, la modernización de su planta, la alianza con marcas y empresas de talla mundial, y el esfuerzo en capacitar a su personal, que hoy en día suma 813 empleados.
La experta en comercio exterior Anabel González mencionó algo que se ha convertido en una regla general para los empresarios nacionales: para que las compañías logren hacer economías de escala tienen que salir de las fronteras nacionales.
Atlas exporta actualmente a 24 países de Latinoamérica cocinas, refrigeradoras y plantillas para cocinar, y sus ventas foráneas superaron los ¢5.900 millones el año pasado.
Varios hechos han marcado el éxito en el exterior de esta compañía: el conseguir la licencia para producir y vender electrodomésticos de las marcas estadounidenses Kelvinator y White Westinghouse hace más de 20 años y la alianza con el gigante multinacional Electrolux en febrero de 1996. Esta empresa posee el 20 por ciento de las acciones de Atlas.
Nuevos mercados
Jorge Rodríguez explicó que la consigna para el nuevo milenio es entrar a nuevos mercados y consolidar los ya existentes.
Incluso, a principios de mayo pasado, abrieron una oficina comercializadora en República Dominicana, lo que viene a reforzar su presencia en el Caribe.
El gerente comentó que su intención no es crecer diversificando sus productos, si no crecer geográficamente, de ahí que el hecho de estar vendiendo sus electrodomésticos desde hace un tiempo en Dominicana, los dejará en una posición "envidiable" ante la próxima ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con esa isla.
Y es que no sólo les beneficia por que el arancel de importación desaparece, si no por que ese mercado consume el doble de refrigeradores que Costa Rica, a saber, casi 150.000 por año.
Otras ventajas
Tanto Beck como Rodríguez afirman que otras decisiones que fortalecieron la compañía fueron la apertura de su capital -pues se convirtió en la primera empresa en vender acciones en la Bolsa Nacional de Valores en 1976- y el reinvertir parte de sus utilidades en la modernización de la empresa, lo que califican como una "forma sana de crecer".
La firma posee más de 300 accionistas y cada acción se cotiza actualmente a ¢25,25.
En 1995, los socios destinaron $15 millones para mejorar la planta de refrigeradores y actualmente invirten $12 millones más para modernizar la producción de cocinas.
Estos esfuerzos tienen una misión específica: producir más eficientemente, vender más e innovar los productos de alguna forma cada 3 meses.
Rodríguez señaló que ellos tienen la capacidad ahora de poder competir con industrias multinacionales de la altura de las mexicanas Mabe y Vitro, y las estadounidenses General Electric y Whirpool.
La fábrica ubicada carretera a Heredia produce diariamente 600 refrigeradoras, 350 cocinas y 700 plantillas.
Las ventas en Costa Rica sumaron el año pasado los ¢5.915 millones, es decir, un 26 por ciento más de lo alcanzado en 1997.
Las enseñanzas
El paso de los años y los cambios realizados en la empresa le han dejado a Richard Beck una lección importante: "Adaptarse a los cambios de este mundo comercial y modernizar la planta fueron decisiones grandes que tuvimos que tomar, que si no se hubieran tomado, con toda franqueza tengo que decir que posiblemente Atlas no existiría o estaría muy golpeada ".
Al lado de Beck, en la creación de la compañía, estuvo Fred Aspinall (recientemente fallecido). Ambos socios sabían que al abrir la compañía al público -vendiendo acciones- tendrían que diluir el control entre los nuevos socios accionistas, pero que de lo contrario, no podían hacer crecer la compañía sanamente, con capital "fresco".
Beck recordó que el capital inicial que ambos invirtieron para arrancar la compañía en 1961 fue de ¢5.000. El año pasado las ventas totales de Atlas sumaron ¢11.831 millones y sus utilidades netas fueron de ¢1.115 millones.