Los emprendimientos de soluciones financieras basadas en tecnología (fintech) padecen de falta de recursos humanos, capital y, en particular, de un marco regulatorio que favorezca su crecimiento en un mercado local e internacional de alto potencial.
“Lo que se necesita es que puedan probar en pequeño, igualdad de condiciones y un modelo regulatorio que dé claridad”, dijo Allan Wheelock, fundador de las iniciativas Misión Lunar y Radar Fintech, cuyo objetivo es ofrecer información a fintech, incubadoras e inversionistas sobre este mercado. Wheelock afirmó que también se trabaja con asociaciones de fintech de la región y con el Capítulo Fintech de la Cámara de Tecnología de Información y Comunicación (Camtic).
Las fintech son una nueva generación de desarrolladoras, surgidas en los últimos años que utilizan plataformas avanzadas. Según un reciente estudio de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) las fintech pasarían de generar $107.000 millones en 2020 a $159.000 millones en 2024 a nivel global con servicios para medios de pagos, remesas, blockchain y criptomonedas, seguros, prevención del fraude, ciberseguridad y manejo de patrimonios. En América Latina se contabilizan más de 2.500 fintech.
En Costa Rica, la última actualización del Radar Fintech contabiliza 55 emprendimientos de este tipo —lo que lo hace el país del istmo con mayor cantidad— surgidas a partir de fondos personales o de bancos locales, por la evolución desde actividades tradicionales a digitales, y emprendedores que provienen de la banca, tecnología o que descubrieron una oportunidad por alguna experiencia como usuarios.
“Lo que se ve es mucha colaboración con bancos, sobre todo porque se ven obligadas a usar servicios bancarios, por ejemplo, para tener acceso al Sistema Nacional de Pagos Electrónicos (Sinpe). No hay otra opción. Hacerlo por sí solo puede ser muy caro o no pueden hacerlo por la regulación.
“La mayoría normalmente identifican necesidades de los consumidores, en medios de pagos por ejemplo, que es donde está el 50% de las fintech. Hay algunas con soluciones de criptomonedas, pero también en el área de pagos, danto la oportunidad de que un comercio acepten criptomonedas y reciban dólares o monedas locales”.
¿Es suficiente el mercado local para las fintech que están en medios de pago?
“República Dominicana, por ejemplo, tiene unas 90 fintechs y tiene una población reducida también. En Costa Rica en 2019 se tenían mapeadas más de 20 fintech. Había más, que tienen años de operar. Hay empresas de software financiero desde 1970 que podrían incluirse.
“Pero hablamos de los Netflix o los Amazon de la industria financiera. Están las que ofrecen servicios de crédito orientadas a consumidores y algunas para empresas. Donde hay más demanda es en pagos y en financiamiento de consumo, aquí y en otros mercados.
“Empiezan a dar soluciones más especializadas, como proveedoras en pagos a nivel local e internacional o módulos financieros como servicio, con nuevas tecnologías que incluyen inteligencia artificial y automatización robótica de procesos (RPA, por sus siglas en inglés)”.
¿Se enfocan en población no bancarizada?
“En Costa Rica hay una alta bancarización, por lo que se utilizan modelos agnósticos para facilitar transferencias bancarias. En países con población menos bancarizada se ven más soluciones para este segmento. Las diferencias de regulación dificulta que las fintech costarricenses ofrezcan soluciones en esos mercados.
“Hay un cambio cualitativo, porque hay inversionistas fijándose en fintech locales. Antes había mucha desinformación. Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero ahora los inversionistas pueden ver de forma clara el mercado. Empezamos a ver algunas fintech que reciben inversión y creemos que en parte se debe a que hay información”.
Esas inversiones apuestan al potencial del mercado local y de mercados como México, Colombia, Argentina o Chile.
“Costa Rica es un buen mercado para probar si algo funciona y luego se adapta a otros países (incluyendo Estados Unidos) donde hay oportunidades y también todo tipo de fintech: en México hay más de 500 y en Brasil más de 700″.
Y algunas son unicornios.
“Sí, con más de $1.000 millones de valor. Aquí en Centroamérica hay mucha oportunidad”.
¿La regulación es un techo?
“Sí, por eso no hay fintech ofreciendo servicios por sí solas. Lo que se necesita es que puedan probar las soluciones en pequeña escala y que exista igualdad de condiciones que los bancos y de forma sencilla.
“Se necesita un modelo que dé claridad y seguridad jurídica, que no te van a cerrar, que no te van a multar y que facilite entrar en diferentes servicios. La mayoría de las fintech han tenido que asociarse a un banco o a una cooperativa; las otras son spin off (desprendimientos) de bancos”.
¿Qué falta cambiar en la regulación?
“El acceso a Sinpe, por ejemplo, dado que la mayoría de fintech están en pagos, con barreras de entrada más bajas y en igualdad de condiciones (como en capital). Actualmente no se fomenta que pequeños actores puedan ingresar a ofrecer servicios y soluciones”.
El informe sobre las fintech de Procomer indica que hay falta de talento tecnológico. ¿Cuáles otras limitaciones hay?
“Capital, regulación y madurez. Hay muchas fintech que operan como si lo fueran, pero no lo son necesariamente. Las fintech son iniciativas que innovan en la industria financiera, como lo han hecho Netflix o Amazon en entretenimiento y comercio.
“Muchas están digitalizando servicios tradicionales, pero aún tienen una parte del proceso en forma manual. Las fintech digitalizan y automatizan los procesos”.