Un informe publicado este lunes 26 abril por el Banco Central indica que el sistema bancario nacional está sólido a pesar del golpe económico causado por la pandemia, pero advierte de que hay riesgos crecientes en los créditos.
“El comportamiento de los indicadores financieros, así como las pruebas de estrés revelan que, a pesar de los desafíos a que se enfrentó el país durante el 2020, el sistema financiero mantuvo condiciones satisfactorias de solvencia y de liquidez”, indica el Avance Semestral del Informe de Estabilidad Financiera 2021.
Según el reporte, el buen desempeño que mostraban los indicadores previo a la pandemia junto con una política monetaria contracíclica y la flexibilización de la normativa financiera permitieron al sistema enfrentar el impacto adverso de la pandemia sobre la capacidad de pago de los deudores, las necesidades de liquidez de los agentes económicos y los precios de los bonos soberanos costarricenses.
“No obstante, el análisis también muestra que las exposiciones al riesgo de crédito y las contingencias de liquidez son ahora mucho mayores que las que hubo antes de la pandemia”, añade la conclusión.
Lo que se analizó
En el estudio se analizaron tres riesgos: el de crédito, el de liquidez y el de mercado.
El riesgo de crédito, según la definición usada por el Banco Central, es la probabilidad de pérdida futura derivada del incumplimiento del contrato financiero por una de las partes, provocando que la otra incurra en una pérdida financiera.
El riesgo de liquidez se refiere a la capacidad de una entidad de hacer frente ágilmente a su flujo de caja previsto e imprevisto, presente y futuro sin que se vea afectada su operativa diaria o situación financiera.
El riesgo de mercado es la probabilidad de pérdidas futuras en instrumentos financieros derivadas de variaciones en los precios de mercado que incluyen tasas de interés, tipo de cambio, cotizaciones y precios de productos básicos.
Además, se sometieron estos riesgos a pruebas de tensión, que es una herramienta de simulación para evaluar la capacidad de una entidad o un sector financiero de enfrentar escenarios económicos y financieros adversos.
Según el estudio, tanto los indicadores financieros, como las pruebas de estrés revelaron que el sistema financiero mantuvo condiciones satisfactorias de solvencia (nivel de capital para absorber pérdidas) y de liquidez (magnitud de los activos que pueden rápidamente y sin un costo significativo convertirse en efectivo para poder enfrentar vencimientos o salidas inesperadas de pasivos).
Por ejemplo, el indicador de capital regulatorio sobre activo ponderado por riesgo, más conocido como suficiencia patrimonial, el cual muestra el capital que deben tener las entidades para hacer frente a activos riesgosos, se mantuvo por encima del10% exigido por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
El activo líquido sobre pasivo de corto plazo, que muestra los recursos líquidos que tienen las entidades para pagar sus deudas de corto plazo se mantuvo en un nivel parecido al del 2019, mientras que el porcentaje de créditos morosos respecto al total subió un poco, pero poco significativo comparado con el tamaño de la contracción y lo que se redujo fue la rentabilidad.
“La banca como un todo se frenó durante el 2020, no obstante, se pudieron generar mayores utilidades individualmente aumentando la participación de mercado de unos bancos afectando a aquellos que fueron muy lentos en la toma de decisiones de negocios”, opinó el analista y exgerente bancario, Carlos Fernández.
No obstante, los riesgos de crédito y de mercado aumentaron producto de los desequilibrios económicos y financieros ocasionados por la crisis económica asociada con la covid-19.
En un comunicado, el Banco Central explicó que el incremento en el desempleo, el deterioro de la actividad económica y el ambiente de incertidumbre a causa de la crisis de la covid-19 redujeron la capacidad de pago de las empresas y los hogares y condujeron a un incremento del riesgo de crédito.
María Isabel Cortés, directora ejecutiva de la Asociación Bancaria Costarricense, explicó que los bancos reestructuraron 42% de la cartera total de crédito, logrando así paliar con recursos propios gran parte del impacto generado por la crisis sanitaria.
“Ciertamente, las carteras de crédito se han visto afectadas, lo cual es un efecto natural ante la coyuntura que enfrentan los clientes; sin embargo, las autoridades regulatorias se han mantenido atentas y en constante comunicación con los bancos para efectos de salvaguadar la estabilidad y solidez del sistema”, dijo Cortés.
“En cuanto a la morosidad aun cuando es razonable, se ve afectada por los atrasos en los créditos no readecuados o reestructurados a raíz de la covid sumado a los crédito que definitivamente se declaran morosos y no hay posibilidad de un reacomodo en plazo con periodos de gracias porque no existe viabilidad de salir adelante”, consideró Fernández.
Por otra parte, durante el 2020 se presentó un mayor riesgo de mercado por tensiones vinculadas a la situación fiscal, especialmente a partir del segundo trimestre del año, pues la contracción económica exacerbó las presiones fiscales que venía arrastrando el país en años previos.
Las entidades bancarias tienen títulos del Gobierno y por lo tanto, si los títulos pierden valor resultan afectadas.
En la parte de liquidez, el sistema financiero presentó holgura tanto en colones como en moneda extranjera, y los intermediarios financieros mostraron indicadores de cobertura de liquidez por encima del mínimo recomendado por Basilea III (contiene mínimos básicos en algunos indicadores que deben cumplir las entidades).
Según el documento, los principales riesgos para la estabilidad financiera en el 2021 serían una recuperación de la actividad económica más lenta de lo previsto, por ejemplo, como consecuencia de una aceleración de la tasa de contagio por la covid-19, y una agudización de tensiones en los mercados como consecuencia de un retraso en la aprobación del ajuste fiscal convenido con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“El Banco Central también considera importante avanzar en la creación de un programa de avales crediticios para apoyar la recuperación de las empresas y hogares afectados por la pandemia. Además, para asegurar la estabilidad financiera y la recuperación económica, es imprescindible que se aprueben con prontitud los diferentes proyectos de ley que forman parte del acuerdo con el FMI para restablecer la sostenibilidad de las finanzas públicas del país”, indicó el presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero.