Las condiciones que llevaron a miles de personas a suscribir créditos en dólares, pese a tener ingresos en colones, no tienen un origen reciente, sino que se remontan a épocas cuando las tasas de interés eran bajas, el tipo de cambio era establece y había una abundante oferta de operaciones de préstamos en las entidades financieras.
La génesis del problema empezó a gestarse 12 años atrás. En abril del 2010, en el sistema financiero nacional había una cantidad de 538.813 operaciones formalizadas en moneda extranjera. Sin embargo, para el mismo mes del 2022, sumaban 2.369.310, es decir, el número de préstamos se cuadruplicó en dicho periodo, según la información brindada a La Nación por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
En el caso de dinero prestado a los deudores, el saldo era de $6.400 millones, en abril del 2010, y para el mismo mes de este año, ascendía a $13.361 millones, o sea, poco más del doble, muestran los datos de Sugef. ¿Qué pasó en el sistema financiero para que se diera tal crecimiento?
Las claves
El ascenso del crédito en moneda extranjera empezó a gestarse a raíz de la combinación de varios factores que hicieron a los deudores inclinarse por una deuda en dólares y a las entidades financieras a incrementar su oferta.
De cara al deudor, una de las principales razones fue que, desde enero del 2011 y hasta inicios del 2015, el precio del dólar se mantuvo con pocas variaciones abruptas. En dicho periodo, el valor de la divisa se movió entre los ¢503 y ¢550, cuando operaba en el país el sistema de banda cambiaria, en el cual había un precio piso de ¢500 y un techo que se movía, pero al que nunca llegó la divisa. Dicho mecanismo se instauró entre octubre 2006 y enero del 2015.
A partir de febrero del 2015, el sistema migró a la flotación administrada, en la cual el Banco Central solo interviene cuando hay fluctuaciones abruptas. Este modelo sigue vigente y fue en setiembre del 2020 cuando el dólar superó los ¢600 de manera consistente y continuó el camino de la apreciación.
“Diferentes modelos de conversión de moneda en las últimas décadas, como bandas cambiarias, y hasta con minidevaluaciones, podrían haber influido en una baja percepción de riesgo cambiario. Efectivamente, en los últimos años este tipo de créditos (en dólares) se ha visto beneficiado por una relativa estabilidad del tipo de cambio”, comentó Rocío Aguilar, jerarca de la Sugef.
El otro elemento esencial para el estímulo fue el diferencial de tasa de interés en dólares frente a la de colones. La tasa Prime, por ejemplo, estuvo entre el 2012 y 2016 entre 3,25% y 3,50%. Mientras que la tasa básica pasiva (TBP) referente para operaciones en moneda nacional, estuvo entre siete y dos puntos porcentuales por encima. Fue hasta el 2017, que ambas tasas redujeron su disparidad, según datos publicados en la página del Banco Central.
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Lauro Moreno, vicepresidenta de Relaciones Corporativas de BAC Credomatic, explicó que típicamente los intereses en colones son más altos frente a los dólares. “Esto es lo que lleva a muchas personas a tomar un préstamo en dólares en vez de colones, ya que, dependiendo de cada caso específico, aún con devaluación, puede resultar en una cuota más favorable que la que resulta de la tasa en colones”, recalcó.
El otro elemento clave, en la ecuación del aumento del crédito en dólares, es la oferta de financiamiento de las entidades financieras, que se refleja con el incremento de las operaciones de financiamiento. La forma más fácil de visualizarlo es en las ferias de venta de casas y vehículos nuevos.
“Temas como que los activos a comprar como casas, carros, edificios o maquinaria se cotizan en dólares, provoca que los compradores recurran a esa misma moneda para hacer el pago”, afirmó Federico Chavarría, subgerente de Negocios de Banco Promerica.
Distribución por operaciones
Por cantidad de préstamos, el alza más relevante se dio en tarjetas de crédito al pasar de una cantidad de 442.019 operaciones, en abril del 2012, a 2,1 millones para el mismo mes del 2022. Pese al incremento tan relevante en número de préstamos, estos financiamientos representan apenas el 2% del saldo total prestado a los deudores.
El financiamiento para vivienda y vehículos también registró un alza relevante en la última década. En el caso de compra de casa, en abril del 2010, la Sugef reportó 25.654 operaciones en moneda extranjera y, para el mismo mes de este año, eran 43.000.
En automóviles, la cantidad de créditos ascendió, durante el mismo periodo, a 28.024 operaciones y, para abril de este año suman un total de 53.300. Tanto para vivienda como para automóviles se ha presentado una reducción en la cantidad de operaciones en los últimos tres años.
Por saldo, los créditos para grandes empresas y para vivienda aglutinan el monto principal pues, a abril anterior, representaron el 36% y 30%, respectivamente, del total de $13.361 millones prestados por el sistema financiero.
Repercusiones en deudores
El ascenso en el tipo de cambio, reportado en los últimos años, provocó un incremento en la cantidad de créditos malos de personas y empresas. En abril del 2017, el 4,6% del saldo de préstamos en moneda extranjera tenía la peor categoría de riesgo. Sin embargo, al mismo mes del 2022, el porcentaje se elevó al 8,7%, según la Sugef.
Para los deudores, el cambio significa que se les mancha su récord crediticio, lo cual les impide obtener un nuevo financiamiento, solicitar un arreglo de pago y se exponen a ser enviados a cobro judicial.
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El empeoramiento de la clasificación de riesgo ocurrió porque los ingresos en colones del deudor son insuficientes para hacerle frente a la cuota del préstamo a raíz del incremento en el tipo de cambio. Pero no es la única presión; también enfrentan la variación en la tasa de interés y el impacto de la inflación en sus recursos disponibles, explicó Rocío Aguilar, jerarca de la Sugef.
La degradación crediticia, experimentada en los últimos años, no era tal hace 12 años cuando empezó a incubarse el rápido crecimiento del crédito en dólares en el Sistema Financiero Nacional.