Dicen que Robert Zoellick es un tipo afable, que da espacio a la confianza, a tal punto que él permite que le digan solo Bob.
Él corresponde llamando a los ministros o negociadores “Alberto” o ”Anabel”.
Para otros, es una persona muy dura en sus posiciones o poco dado al cultivo de relaciones humanas.
Pero todos parecen admirar su inteligencia y lo llaman “hombre brillante”.
Este doctor en Derecho de la Universidad de Harvard, con una maestría en Política Pública de la Escuela de Gobierno de esa misma casa de enseñanza, viene a Centroamérica con el propósito de inyectar más dinamismo al proceso del tratado de libre comercio.
Aparentemente, ya se olvidó el episodio de la participación de Costa Rica en el Grupo de los 20, al cual se achaca el fracaso de la cita de la OMC en Cancún, por su posición “intransigente” en materia agrícola (esos países consideraron que se favorecía a EE. UU. y la Unión Europea), y por “politizar” la reunión al querer extender la ronda a otros temas.
Pero la visita puede verse más difícil si, como se cree, viene a inquirir sobre la posición del país en telecomunicaciones. Allí toparía con una muralla.