El reciente anuncio del Gobierno de los Estados Unidos sobre la implementación de los nuevos aranceles ha generado preocupación e incertidumbre entre los exportadores de diversos países, incluyendo el nuestro.
Inicialmente se anunció que, a partir del 5 de abril del 2025, todos los artículos producidos en Costa Rica e importados al territorio aduanero de la potencia norteamericana estarán sujetos a un arancel adicional del 10%, lo cual podría repercutir directamente en los precios finales de dichos productos en el mercado estadounidense, y eventualmente, en el consumo de los productos costarricenses.
No obstante, el 9 de abril de 2025 el presidente Donald Trump anunció en la red social Truth Social que, de forma inmediata y durante los siguientes 90 días, aplicará una tarifa del 10% a 175 países, a excepción de China. Aunque de momento el escenario no está muy claro y el panorama se muestra volátil, vale la pena analizar el tema.
El nuevo arancel supone un desafío para las empresas nacionales que dependen del mercado estadounidense, pues si el consumo disminuye en esta potencia producto de un aumento en los precios finales, estas deberán ajustar sus estrategias y operaciones para minimizar el impacto de estos nuevos tributos.
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Uno de los puntos por revisar, y que es muy relevante, está vinculado con la identificación del origen de las mercancías y materias primas que se necesita para producir cada producto en Costa Rica, pues el impacto del arancel se podría disminuir si un producto contiene, al menos, el 20% de su valor proveniente de mercancías de origen estadounidense; en cuyo caso, el arancel solo se aplicará sobre el 80% del valor proveniente de mercancías de otros mercados.
Esto significa que las empresas deben evaluar y documentar cuidadosamente el origen de sus productos para identificar correctamente el origen de sus insumos o materias primas, para entonces valorar si pueden beneficiarse de posibles reducciones en el impacto final del nuevo arancel.
También es necesario aclarar que las preferencias arancelarias del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, los Estados Unidos y República Dominicana (CAFTA-DR) permanecen intactas.
Las empresas exportadoras deben seguir emitiendo sus certificados de origen para beneficiarse de estas preferencias y evitar aumentos significativos en sus costos. La implementación de estos aranceles adicionales exige que las empresas costarricenses deban evaluar, urgentemente, el impacto en sus costos y márgenes de beneficio.
También deberán asegurar que sus productos cumplen con el 20% mínimo de origen estadounidense para reducir el impacto del arancel, de ser posible. No se deberán olvidar tampoco el correcto cumplimiento del tratado comercial con EE.UU., pues las buenas prácticas en este tema podrán suponer ahorros importantes.
Por su parte, las cadenas de suministro también juegan un papel importante, ya que, si hay espacios de ahorro, serán muy relevantes ante este nuevo reto. Sin duda alguna la coyuntura actual demanda especial atención en los cambios abruptos en materia de comercio exterior, por lo que la asesoría y una rápida adaptación al cambio podría diferenciar a las empresas exitosas de aquellas que sufrirán los impactos negativos por el aumento en aranceles.
Fabio Salas es socio de Impuestos y Servicios Legales en Deloitte Costa Rica