Los hijos crecieron y el paseo de fin de semana se hizo cada vez menos común. En cambio, la cuota de mantenimiento del club privado siguió en ascenso y poco a poco la relación de costo y beneficio perdió su atractivo.
Eso y algunas otras razones fueron suficientes para que la familia Cerdas Víquez decidiera deshacerse de la acción que los hacía socios del Club Campestre El Castillo, en Heredia.
En contraste, los Contreras decidieron adquirir una acción del Club Campestre Español, en Escazú, de donde son vecinos, porque esa cercanía les facilita el disfrute de las instalaciones.
El número de clubes privados en el país, una marca de estatus en otro tiempo, ha crecido con los años, pero del mismo modo sus estrategias han debido variar.
Casi 78 años después de inaugurado, el Club Unión, en el centro de San José, es ampliado como parte de esa adecuación a los nuevos tiempos, según su gerente Arturo Céspedes.
La inclusión de actividades como bailes, almuerzos y exposiciones forman parte del menú que ofrece el sitio para satisfacer a los socios e incluso para atraer algunos más, los que nunca serán más de 2.500 dado el número de acciones.
Ningún club reconoce tener hoy menos visitantes, pero es posible que tampoco tenga más.
En la más reciente encuesta de Urban y Asociados para La Nación entre consumidores, realizada en el 2000, el 95% de los entrevistados aseguró que ningún miembro de su familia se ha afiliado a algún club privado en los últimos 12 meses.
Monto considerable
Los $20.000 (¢6,5 millones) que puede costar una acción para el Costa Rica Country Club, o los ¢400.000 de una de El Castillo, han limitado el grupo de privilegiados, del cual incluso algunos han optado por salir.
Además, el ingreso de nuevos socios generalmente corresponde a la venta de su membresía que hace algún antiguo socio.
En El Castillo, por ejemplo, aseguraron que el club no vendía acciones directamente desde hacía 15 años, aunque ahora tienen unas pocas disponibles.
El Club Campestre La Campiña nació hace 10 años, y el proyecto inicial incluyó la colocación de 7.500 acciones, de las cuales se vendieron 3.500 y luego se suspendió la venta, según explicó el presidente de la junta directiva, Roberto Lobo.
Reconoce que el mercado para los clubes se contrajo desde hace unos seis años, debido a que la priorización de necesidades de unhogar tiene muchos peldaños anteriores a la de adquisición de acciones.
Como respuesta, La Campiña, en San Rafael de Montes de Oca, cambió el esquema y ahora ofrece derechos de membresía por 15 años y, además, los $800 que cuesta cada participación es financiada a 36 meses.
Algunos empresarios creen, sin embargo, que en el país se han dado mejoras en el nivel de vida de muchos ticos, quienes, además, valoran mucho el descanso.
Eso impulsó el más reciente proyecto de clubes llamado Waterland Costa Rica, que espera reunir 4.000 socios.