Pensar en abstracto es difícil. Para poner todos los sentidos en un asunto, ayuda tener una representación de ese asunto. El pensamiento abstracto hay que cultivarlo, pero aún cuando hacemos algo tan abstracto como demostrar un teorema, nos apoyamos con lo que vamos escribiendo.
Un amigo contaba de sus compañeros de habitación en la universidad, quienes con la luz apagada se planteaban mutuamente problemas de geometría analítica: imagine la recta tal, imagine una intersección en el punto cual.
Buen ejercicio, pero muchos de nosotros necesitamos apoyos a la hora de pensar. Por ejemplo, es posible inventar una historia, pero es más fácil hacerlo si la vamos escribiendo y corrigiendo que si nos la vamos imaginando.
En la metodología llamada design thinking, un método para crear soluciones, se recomienda que en cuanto lleguemos a una solución provisional, la representemos en un prototipo, el cual es útil para ver que lo que pensamos es posible, para comunicar la solución a otros, para criticarla y retroalimentarla.
Imagine que la solución a una necesidad es una nueva caja de herramientas doméstica. Hagamos un modelo de sus bandejas, de su tapadera, señalemos sus compartimentos. Cuáles son magnéticos, por ejemplo para guardar tornillos. Señalemos cómo y dónde lleva la agarradera; si lleva iluminación; si tiene cerradura. No importa la exactitud, lo que importa es el simbolismo.
El prototipo es como un andamio; no es la obra, pero es algo para encaramarse y continuarla. Si tenemos que escribir un trabajo de tres páginas, un primer prototipo es el esquema. Un segundo prototipo es el borrador.
Quien pretenda lanzarse desde el inicio a producir la versión final del trabajo, no sigue un buen camino. Si hay que dar una charla, los ensayos previos, tienen la función de prototipo. En una escalera, no se puede subir del primero al cuarto escalón. El segundo y el tercer escalón son como prototipos. No son el final de la ascensión, pero son necesarios a ella.
Le temo mucho al viento, que se lleva palabras y pensamiento. Anclemos lo que pensamos en bocetos, apuntes, borradores, representaciones, modelos, prototipos. Ellos sirven para lo que dejamos dicho y sirven también para recordarnos el trabajo pendiente y son como estaciones de nuestro trayecto creativo: no es lo mismo volver a pensar en un asunto partiendo de cero, que agarrarnos del simbolismo del prototipo para continuar bregando con la posibilidad de crear una solución.