La comercialización de café destinado al mercado interno pasó del 11,5% en la cosecha 2021-2022, a 15% para el periodo 2022-2023, un aumento de 3,5 puntos porcentuales, según datos del Instituto del Café de Costa Rica (Icafé). Este comportamiento se atribuye al mayor consumo nacional, según fuentes del sector.
En contraste, las exportaciones disminuyeron del 88,5% de la cosecha 2021-2022, al 85% en la pasada cosecha de café o “año cafetalero,” que abarca de octubre a setiembre del año siguiente.
El volumen de comercialización interna se estima en 287.238 fanegas. Durante la cosecha 2022-2023, se produjeron un total de 1,91 millones de fanegas, un incremento del 14,4% en comparación con la cosecha 2021-2022, que alcanzó 1,67 millones de fanegas. Las ingresos generados por las ventas de consumo nacional fueron de $48,7 millones, reporta el Icafé.
El productor nacional, Fernando Naranjo Retana, destaca que el aumento en la comercialización interna se debe al mayor consumo nacional, impulsado no solo por el crecimiento demográfico sino también por la demanda de café de mejor calidad.
Alcides Quirós, a cargo de la gerencia Regulatoria de Tráfico y Liquidaciones del Icafé, comenta que el aumento en la producción, observado en la cosecha anterior, impulsó tanto la comercialización interna como el consumo.
Costa Rica se posiciona como el segundo país exportador de café con mayor consumo per cápita, alcanzando los 4,26 kilos por persona al año, según datos del Icafe tomados de la Organización Internacional del Café (OIC), para 2022. Este ranquin está liderado por Brasil, con 6,38 kilos.
“Al haber más café en producción se incrementan las ventas y la demanda de consumo interno. Si hay más café ese indicador se puede mover hacia arriba”, resalta Quirós.
Guillermo Trejos, gerente de Coopelibertad y también miembro de la Junta Directiva de Icafe, destaca que el consumo interno de café ha crecido, aunque señala que persiste la preferencia por cafés con precios accesibles debido a limitaciones en el poder adquisitivo de la población.
Trejos explica que la mayoría del café destinado al consumo interno se utiliza para mezclas, ya que el 15% de la cosecha nacional no garantiza la demanda total. Sin embargo, no deja de lado la creciente preferencia por los cafés especiales, que en su opinión van marcando una tendencia.
La Cámara de Tostadores de Café destaca una recuperación en el consumo en el mercado nacional a partir del último cuatrimestre del 2023, especialmente en los cafés de precio más accesible, señaló Hersel Orozco, vicepresidente de la gremial.
En Costa Rica, la actividad cafetalera es desarrollada por 26.725 familias productoras, 307 firmas beneficiadoras, 98 empresas exportadoras y 55 tostadoras, según datos del Instituto.
Interés por los cafés especiales
La comercialización de cafés especiales de diferentes regiones de Costa Rica, con variedad de procesos, se ha convertido en una tendencia, cuyo impulso surgió durante la pandemia.
“Con la difusión de nuevos métodos de infusión y preparación del café, así como de bebidas basadas en él, ha surgido un desarrollo interesante en cierto segmento de la población, que busca conocer y probar alternativas”, refiere Irene Sáenz, directora ejecutiva de la Cámara de Tostadores.
Sáenz indica que marcas de diversas regiones, emprendedores y empresas han incursionado en el mercado para satisfacer un segmento que busca experiencias y condiciones especiales, tales como distintos tuestes, sabores y microlotes.
La Cámara de Tostadores comercializa entre 45 y 50 marcas, representando las empresas afiliadas el 90% del café consumido en el país, según estimaciones de la organización.
Noelia Villalobos, directora ejecutiva de la Asociación de Cafés Finos de Costa Rica, señala que algunos productores han optado por dejar de exportar y han decidido tostar el café para comercializarlo internamente, logrando así una mejor rentabilidad.
Villalobos destaca que los productores han notado un creciente interés por parte del consumidor nacional en cafés de especialidades. Estima que en el país existen alrededor de 150 marcas de este tipo que se comercializan por medio de diversos canales, incluyendo las redes sociales. Además, menciona que el 60% de estas marcas pertenecen a productores locales.
Según esta representante, los consumidores están cada vez más educados en cuanto a conocimientos sobre la producción y el procesamiento del café. Guillermo Trejos, añade que a medida que se incremente el consumo de cafés especiales, se utilizarán mayores porcentajes de café de calidad de exportación para el mercado interno.
Trejos subraya la necesidad de llevar a cabo campañas de educación dirigidas a los consumidores para fomentar el consumo de café de mayor calidad. Sobre este aspecto, Villalobos afirma que ya se han dado los primeros pasos en la educación cafetalera en el país, destacando el aumento de cafeterías y establecimientos que ofrecen talleres sobre la cultura del café, incluyendo aspectos de producción y métodos de elaboración.
Colocación de las exportaciones
Otro factor que contribuyó al aumento de las ventas internas fue la menor colocación en el mercado global debido a la saturación en los inventarios. Fernando Naranjo, productor, explica que la razón se origina porque las grandes tostadoras han estado liberando inventarios almacenados desde el 2020, en respuesta a la baja demanda internacional durante la emergencia provocada por la pandemia de la covid-19.
Alcides Quirós, del Icafe, indica que el remanente no colocado en la cosecha anterior, estimado en 130.000 quintales, se logró exportar entre octubre del 2023 y enero del 2024.
Para la actual cosecha 2023-2024, las proyecciones del Icafe apuntan a una reducción de unas 242.000 fanegas, equivalente al -12,6% en comparación con la cosecha anterior, estimándose en 1,67 millones de fanegas, con un escenario más bajo de poco más de 1,5 millones. La recolección concluye a mediados de marzo.
Las razones de la reducción de la producción se atribuyen a la llamada bianualidad del café, caracterizada por un año de baja producción después de uno en el que se logró una buena cosecha. A esto se suman los mayores niveles de lluvia durante noviembre y diciembre, que provocaron atrasos y pérdidas en la recolección.