Una extensa calle de dos kilómetros atraviesa las 50 hectáreas en las que se desarrolla una nueva miniciudad en La Unión, en Cartago. Si inicia el recorrido en sentido oeste-este se topará a los laterales con cafetales, vegetación y, poco a poco, verá los techos de los condominios que se asoman junto a la maquinaria trabajando en las nuevas viviendas para completar el plan de 1.000 unidades.
El acceso a las casas que conforman el proyecto Magnavía, desarrollado por Urbanizadora Siglo XXI, es privado, pero el disfrute del área comercial que contempla tener restaurantes, supermercados, clínicas y zonas de comidas será para todo público.
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Calles adoquinadas, lámparas de alumbrado público de energía solar y casas que deben cumplir con una paleta de colores establecidos conforman el paisaje del vecindario donde los jardines y cocheras (sin portones) acogen las bicicletas de los niños que salen corriendo para la piscina.
Magnavía y Aleste, en Curridabat desarrollada por Portafolio Inmobiliario, son las dos miniciudades más recientes que se construyen en el este de la Gran Área Metropolitana (GAM). Las grandes propuestas inmobiliarias dejaron atrás la clásica oferta habitacional con áreas sociales para ampliar sus facilidades con zonas comerciales que brindan comodidad a quienes viven dentro y fuera del proyecto.
“Hace varios años descubrimos que la clase media no estaba siendo servida con amenidades. Les daban la casa, el lote y un parquecito con una hamacas, nada más”, explicó Manuel Borge, director general de Urbanizadora Siglo XXI, sobre su interés en crear este proyecto Magnavía, que requerirá una inversión de $250 millones.
Como lo dice Borge, esta propuesta en La Unión trata de desmarcarse de la idea de que los grandes proyectos de vivienda están dirigidos para la clase alta. Cada lote tiene un costo desde los $83.000 y el comprador se encarga de construir su casa en línea con las reglas del condominio, o bien compra la unidad ya construida por alguna firma, que arrancan desde los $170.000.
Este concepto no es nuevo en el mercado ya que, en el 2008, Avenida Escazú dio el banderazo de salida e incentivó este tipo de obras. Portafolio Inmobiliario fue el encargado de llevar a cabo esa primera miniciudad.
Esa misma firma desarrolla Aleste, que abarca un espacio de 67 hectáreas con una inversión de $10 millones para la primera fase residencial, mientras que su segunda fase destinada a la oferta comercial y de servicios alcanzó una inversión de $15 millones. Incluye dos canchas del Deportivo Saprissa dentro de su obra de uso mixto, además de un hospital de la Clínica Bíblica y restaurantes.
“Para Portafolio Inmobiliario este tipo de desarrollo son clave para el desarrollo sostenible de las ciudades pues aportan beneficios sociales y ambientales, entre ellos: estimula la movilidad limpia, genera menor gasto en tiempos de desplazamiento, promueve el encadenamiento productivo y la economía local, y son desarrollos más resilientes, compactos y con un mejor aprovechamiento del suelo”, Johnny Jaikel, director de proyectos en Portafolio Inmobiliario.
La firma contempla construir en Avenida Escazú 38 nuevas unidades residenciales este año que se sumarán a las 113 existentes que tienen distribuidas en tres torres. Para Jaikel quienes buscan estas opciones son personas que “tienden a preferir desarrollos en vertical, cerca de sus lugares de trabajo o estudio, y rodeados por comercios y servicios”.
La seguridad es un factor que atrae a los clientes que le dan valor a la vigilancia y guardas que se encuentran presentes en las instalaciones de los proyectos. Las facilidades que tienen dentro de sus portafolios estas zonas residenciales compiten con los clubes que ofrecen deporte, recreación, entretenimiento y comida en un mismo lugar.
“Para tener estas propuestas de miniciudad se requiere de un músculo financiero muy grande. El umbral de entrada para estos macroproyectos no es sencillo, entonces no sé si viene en crecimiento, pero creo que sí han habido jugadores que han experimentado con esta propuesta, por lo cual pensaría que sí hay alternativas pero no sé si es una tendencia”, expresó Alfonso González, director comercial de Concasa que tiene el proyecto Campo Real.
Más iniciativas
Distrito Cuatro, en Escazú; Santa Verde, en Heredia; y Campo Real, en Alajuela, son algunos ejemplos de más miniciudades en distintas provincias del país.
Distrito Cuatro cuenta con zonas dedicadas al comercio, además de las torres de apartamentos al igual que Santa Verde. Por su parte, City Place contempla construir residencias en el corto plazo, de momento tiene cine, restaurantes, hotel y oficinas corporativas.
“La pandemia fue un punto de inflexión en muchos de los criterios de compra de muchas personas en varios niveles y la vivienda es un nivel bien importante porque todo mundo tuvo que encerrarse en su casa y valorar el espacio donde viven”, puntualizó González.