Las filas que generan las ventas de monedas conmemorativas coleccionables en Costa Rica son solo una parte del negocio que impulsan estos artículos, ya que su comercialización puede aumentar los precios hasta en un 1.000% por encima del costo de adquisición, como se puede comprobar en las ofertas disponibles en línea.
A una semana del lanzamiento de la moneda conmemorativa del 175 Aniversario de la Fundación de Costa Rica, realizado el 22 de agosto por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), el valor del artículo es superior en 979% al monto de venta, estimado en no mayor a ¢12.500 ($22,97).
En el sitio eBay, se ofrecía este martes a ¢134.843,58 ($247,82). En Facebook, la oferta oscila entre ¢50.000 y ¢65.000 ($91,9 - $119,5), según constató La Nación.
Las 4.000 monedas fueron lanzadas al mercado el 23 de agosto; día y medio después, ya estaban agotadas en la mayoría de los lugares donde fueron puestas a la venta, incluyendo la Fundación Museos del BCCR, que colocó 1.350 unidades a ¢12.315, confirmó el departamento de Comunicación de la institución.
Minor Blanco, quien se dedica a la valuación de artículos coleccionables desde hace 30 años, consideró que las monedas coleccionables tienen una gran demanda debido a su valor económico y social, lo que explica el incremento de los precios, que superan los ¢50.000.
Blanco señaló que en Costa Rica existe una comunidad de coleccionistas, así como de vendedores y revendedores. Estos últimos son los que suelen hacer las colas para comprar. “Es un mercado bastante consistente”, aseguró también como propietario de la tienda Caza de Tesoros.
En los Museos del Central, las monedas se vendían en lotes de dos unidades por persona. Para ello, los interesados debían presentar su documento de identificación, registrar sus datos y firmar al hacer la compra, explicó la entidad.
Blanco mencionó que quienes se dedican a la venta y reventa establecen sus mecanismos para obtener más unidades, como pagar a personas alrededor de ¢5.000 para que hagan fila y las compren.
En respuesta a esto, el departamento de Comunicación de la Fundación Museos del BCCR señaló, por correo electrónico, que “es difícil verificar si esto ocurrió. Durante el proceso de venta, nuestra prioridad y capacidad de control se centraron en agilizar la compra por parte de los interesados, considerando nuestras posibilidades de atención y en asegurarnos de que cada persona comprara solo dos ejemplares”.
La moneda también se vendió a través del Banco Nacional de Costa Rica, BAC San José, Coope Ande, Mucap y Grupo Mutual.
Blanco refirió que un objeto adquiere valor por su escasez, por lo que las personas que no pudieron comprar las monedas directamente pagan el doble o más del precio por tenerlas. Las razones para tenerlas son diversas, ya sea por valor afectivo, para coleccionarlas o porque se convierten en activos negociables o de herencia.
“El traficante de monedas busca obtener ganancias y espera a que las personas que las tienen ya no quieran venderlas. Así se vuelven escasas y los coleccionistas, por ansiedad humana, quieren tenerlas”, indicó el experto.
También mencionó que a medida que pasa el tiempo, se despierta el interés en el extranjero, especialmente, entre los que se dedican a la exonumia, el estudio de las monedas conmemorativas.
El especialista agregó que, otra forma de vender esta pieza, fue a través de rifas en grupos, donde cada uno de los 100 números disponibles tenía un costo de ¢3.000, lo que generó ingresos de ¢300.000 para el organizador.
El valor de acuñación de la moneda se estima en menos de ¢9.000, indicó recientemente a La Nación, Ronald Corrales, director interino del Departamento de Emisión y Valores del BCCR, quien además aseguró que la entidad no obtiene ninguna utilidad con la emisión ya que son vendidas al costo a los establecimientos que las comercializan.
La expectativa
Leonardo Montalbán, presidente de la Asociación Numismática de Costa Rica, coincide en que los nuevos coleccionistas a menudo tienen un comportamiento obsesivo-compulsivo que los lleva a querer adquirir de inmediato los objetos de su interés, lo que explica por qué pagan “caprichos” en la reventa.
Detalló que el valor de una moneda no se debe a su antigüedad, sino principalmente a su rareza (cantidad acuñada) y su calidad de conservación.
Montalbán estimó que, en los últimos ocho años, ha aumentado el interés numismático en el país, lo que ha impulsado la demanda de monedas de colección.
Asimismo, consideró que el incremento en la compra de monedas de ese tipo se debe a que el BCCR no emitía este tipo de coleccionables desde el año 2000, hasta 2021 cuando lanzó la de ¢500 en ocasión del Bicentenario de la Independencia, y la más reciente.
Montalbán lamenta la actividad del mercado de reventa, ya que fija precios poco racionales. También confirmó el método de pago a otras personas para que hicieran fila y obtuvieran más unidades. “Mandaban a gente, les pagaban para que recogieran las monedas y después las guardan para venderlas más adelante”, indicó.
El jerarca de la asociación citada estimó que estas experiencias serán consideradas por el BCCR para futuras emisiones.
La Nación consultó la entidad acerca de si se implementará algún tipo de normativa en la comercialización de las monedas conmemorativas, pero hasta el cierre de esta nota no se había obtenido respuesta.
El BCCR anunció que en setiembre saldrán 2,5 millones de monedas de emisión conmemorativa de circulación regular, también en denominación de ¢500, y se está preparando otra coleccionable en conmemoración a la Anexión del Partido de Nicoya.
Montalbán añadió que también se está preparando una moneda alusiva al 75 Aniversario de la abolición del Ejército.
El especialista hizo un llamado a la población a tener calma.
Nuestro país cuenta con decenas de monedas conmemorativas; la primera fue acuñada en 1847 por el valor de un real, detalló el experto.
“Mientras más se desesperen y más paguen por caprichos, los especuladores seguirán elevando los precios. Tenemos cientos de monedas conmemorativas y son auténticas joyas”, concluyó.