Las ventas en los tradicionales chinamos navideños se mantienen frías, a tono con la temperatura de la época y afectadas por los impactos y medidas de la pandemia de covid-19.
Esos chinamos, que se instalan en sitios estratégicos y en marcados, son sitios de visita para conseguir adornos de todo tipo, pasitos y hasta los árboles de ciprés desde hace muchos años. Algunos tienen arriba de 15 años de aparecer a inicios de noviembre para ofrecer artículos con todo el color de la Navidad.
Este 2020, empero, el efecto de la pandemia en el trabajo, con reducción de jornadas y cese de contratos, así como el impacto de las estrictas medidas sanitarias mantiene muy fría la demanda, según los propietarios de esos puestos.
Se calcula que hasta el fin de semana del 21 y 22 de noviembre, las ventas apenas alcanzaban alrededor del 50% de lo colocado en el 2019 a la misma fecha, según los dueños.
Hubo coincidencia entre ellos en el sentido de que muchos de los clientes, si deben estar un momento en fila, generalmente se van. Eso está afectando mucho el flujo.
Los chinamos cumplen con la exigencia de la mascarilla, lavado de manos, uso de alcohol en gel y el aforo del 50%, como lo establecen las reglas del Ministerio de Salud.
Un atractivo de estos puestos temporales es que ofrecen desde desde una figura miniatura de animales (ovejas, burros y otros), pasando por todo tipo de luces y a diferentes precios, hasta grandes pasitos y figuras con movimiento, entre otros.
Claman por clientes
Al costado norte de la iglesia católica de Guadalupe, en Goicoechea, ya son 15 años de ver instalado, desde inicios de noviembre, el chinamo “Regalo de Dios”, donde Minor Gómez Poveda ha ofrecido todo tipo de adornos para la época. Abre de 8 a. m. a 10 p. m. de lunes a viernes y el sábado y domingo hasta las 9 p. m.
“Este año es muy atípico, una caja de sorpresas, un día sí, un día no. Ha sido muy inestable, estamos esperando ahora que salgan los aguinaldos a ver si levantamos las ventas, a ver si nos salvamos porque está muy fuerte esto”, dijo Gómez.
Y continuó: “Yo le voy a pedir a la gente que nos ayude a los chinameros para tratar de mantener esta tradición que es tan bonita y en la cual nos mantenemos muy pocos”.
Según Gómez, hace algunos años solo estaban ellos ofreciendo artículos de la época, pero en los recientes aparecieron negocios “extranjeros”, lo cual les está quitando mercado.
Frente a La Cruz del Calvario, al lado de la basílica de los Ángeles, en Cartago, Olman Torres Padilla lleva 18 años ofreciendo árboles de ciprés, los cuales cultiva en San Cristóbal Norte de Desamparados.
“Yo mismo los cultivo, son mínimo tres años y medio de cuidados, para que un arbolito esté listo para adornar una casa; es mucho trabajo, aunque la gente cree que es fácil”, aseguró el agricultor.
Este año, Torres observa una muy lenta apertura de las ventas. Dijo que en algunos días solo vende el 10% de lo que hacía el año pasado, pero igualmente confió en que despeguen cuando se paguen los aguinaldos.
En este tradicional puesto cartaginés puede comprar desde un árbol de menos de un metro, utilizados en oficinas, con un valor cercano a los ¢5.000, hasta uno de 3,3 metros, con siete años de cultivado, el cual vale ¢50.000.
Este puesto abre de 9 a. m. a 10 p. m. y también le ofrece luces y pastoras.
Al costado este del Mercado Municipal de Cartago, a Alexánder Pereira Córdoba lo está afectando mucho el cumplimiento del aforo.
“La gente se queda unos minutos en la fila y no aguanta, se va, porque no se le puede atender de inmediato; es extraño que no entiendan lo de las medidas sanitarias”, declaró el comerciante, quien tiene 17 años de ofrecer todo tipo de adornos en su puesto.
En la venta de Pereira puede encontrar todo tipo de adornos, desde pequeños hasta grandes, luces y otros artículos, pero no ofrece árboles de Navidad.