Buenos Aires. El crédito de $20.000 millones concedido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a Argentina es “un voto de confianza en la determinación del gobierno” del presidente Javier Milei para “avanzar en las reformas”, afirmó la directora del organismo, Kristalina Georgieva.
Se trata de un reconocimiento a “los impresionantes avances en la estabilización de la economía” del país sudamericano, añadió en la red social X (antes Twitter).
El directorio ejecutivo del FMI aprobó este viernes el empréstito para Argentina, con la finalidad de apoyar “la transición a una nueva fase” que busca crear “una economía más abierta y orientada al mercado”, informó la organización.
El acuerdo implica un giro “inmediato de $12.000, y una primera revisión prevista para junio de 2025 con un desembolso asociado de unos $2.000 millones”, afirmó el FMI en un comunicado.
Según el presidente argentino Javier Milei, el préstamo aprobado servirá para “cancelar la deuda que el Tesoro tiene con el Banco Central”, y reponer así sus escasas reservas.
El gobierno eliminó los controles cambiarios que desde 2019 limitan el acceso de los argentinos al dólar, en la búsqueda de atraer inversiones para recuperar el crecimiento después de un 2024 recesivo
Expectativas
El nuevo programa para Argentina prevé “un ancla fiscal fuerte, la transición a un régimen monetario y cambiario más sólido, con una mayor flexibilidad del tipo de cambio”.
Se trata de “profundizar en las reformas estructurales para crear una economía más abierta y orientada al mercado”.
Para garantizar su éxito “será fundamental mantener la firmeza en la aplicación de las políticas y una sólida planificación de contingencias” teniendo en cuenta “los elevados y crecientes riesgos mundiales”, advierte el Fondo.
El “plan de estabilización” del gobierno argentino “ha dado lugar a una rápida desinflación, una sólida recuperación económica y mejoras incipientes en los indicadores sociales”, estimó la directora del Fondo, citada en el comunicado.
Georgieva hizo hincapié en que a pesar de estos progresos el país “sigue enfrentando vulnerabilidades y desafíos estructurales, incluidos los limitados colchones externos para abordar los riesgos globales” e “impedimentos” para un crecimiento fuerte y sostenible.
En este contexto la tercera economía latinoamericana emprende una nueva fase para garantizar la vuelta “a los mercados internacionales de capitales”, dice.
Las autoridades llevarán a cabo “la transición hacia un nuevo régimen de divisas con mayor flexibilidad del tipo de cambio para reconstruir los colchones externos y gestionar mejor los choques”.
Para ello se establece “un marco mejorado de objetivos monetarios con límites estrictos en los activos netos internos del banco central para apoyar la demanda de dinero y la desinflación, limitando así las ventas de divisas”, añade.
Larga historia
El préstamo de $20.000 millone obtenido por Argentina, es el 23º acuerdo suscrito entre la nación suramericana y el FMI, para rescatar a la tercera economía de América Latina, crónicamente endeudada y bajo constante sospecha de insolvencia.
De facto y democráticos, gobiernos argentinos de todos los signos han recurrido al Fondo para asistencia en los últimos 70 años, lo que ha convertido al país sudamericano en el mayor deudor del organismo (por delante de Ucrania) sin lograr estabilizar su economía.
El 55% de los argentinos tiene una imagen “mala” o “muy mala” del Fondo, y solo el 23% tiene una imagen positiva, según la encuesta Espop de la Universidad de San Andrés.
Esta percepción está arraigada desde los años 1990, ligada a la “supervisión forzada” de las políticas económicas de los países asistidos, recuerda Noemí Brenta, doctora en Economía y autora de un libro sobre la historia de la deuda argentina.
La desconfianza se potenció desde la crisis de 2001, cuando el FMI interrumpió su ayuda provocando un colapso bancario, manifestaciones, saqueos, una represión que dejó 39 muertos y la renuncia del entonces presidente, Fernando de la Rúa.
Según Brenta las condiciones que acompañan los préstamos del FMI “siempre implican un ajuste, que recae sobre la clase media, sobre los pobres y sobre las industrias nacionales” y no ayudan a poner al país en una senda de crecimiento sostenible.
Después de la crisis de 2001, la Oficina de Evaluación Internacional del FMI emitió una inusual autocrítica, afirmando que la experiencia argentina había revelado debilidades en el proceso de toma de decisiones del organismo.
Deuda del 2018 todavía pesa sobre Argentina
Lo mismo ocurrió en 2018 con el préstamo récord de $57.000 millones al gobierno del liberal Mauricio Macri (2015-2019). El mayor préstamo en la historia del FMI .
Se desembolsaron $44.000 millones. Fue un préstamo imposible de devolver para Argentina, que tuvo que refinanciarlo en 2022.
Un informe interno del organismo de fines de 2021 concluyó que la estrategia y las condiciones del empréstito “no eran lo suficientemente sólidas para abordar los profundos problemas estructurales de Argentina”.
El economista Martín Kalos de EpyCA señaló que hasta ahora Argentina solo ha pagado los intereses del préstamo de 2018: “La cantidad que debe sigue siendo prácticamente la misma”, en torno a $40.000 millones.
A esto se añadirán ahora los nuevos $20.000 millones. Como resultado, Argentina “tiene muchos años por delante en los que tendrá que renegociar continuamente con el FMI. Y en esas renegociaciones, el FMI podrá imponer condiciones”, señala Kalos.