El empleo informal fue el más golpeado con la crisis económica provocada por la pandemia del nuevo coronavirus en Costa Rica, y ahora es el que más rápido se levanta.
Así lo muestran los resultados de la Encuesta Continua de Empleo (ECE) del último trimestre del 2020 que publicó, el jueves 4 de febrero, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
De acuerdo con los resultados de dicho estudio estadístico, el número de trabajadores informales cayó abruptamente en cerca de 346.000 puestos entre el primero y el segundo trimestre del 2020. Al cerrar el año (en el último trimestre del 2020), se habían recuperado casi 188.000 puestos.
De acuerdo con la definición que utiliza el INEC el empleo informal comprende personas asalariadas que no están inscritas en la seguridad social por medio de sus patrones; ayudantes no remunerados, y trabajadores por cuenta propia y empleadores que tienen empresas no constituidas en sociedad (no están inscritas en el Registro Nacional de la Propiedad y no llevan una contabilidad formal).
Por su parte el empleo formal cayó entre el primer y el segundo trimestre del 2020 en unos 117.000 puestos y se han recuperado apenas 20.000.
En condiciones informales están poco menos de la mitad de los trabajadores del país. En el 2019, el promedio de informalidad de los cuatro trimestres fue de 46%. En el 2020, en el segundo trimestre que fue el peor periodo de la crisis para el mercado laboral, cayó a cerca de 40% y al finalizar el año volvió a subir a 45%.
La recuperación gradual de puestos, tanto informales como formales, en Costa Rica han contribuido a aliviar un poco el desempleo ocasionado por la crisis.
El desempleo se duplicó con la pandemia hasta alcanzar el punto más alto de 24% en el trimestre que terminó en junio y a partir ha tenido una leve tendencia a la baja. En el último trimestre del 2020 fue de 20%.
LEA MÁS: Desempleo en Costa Rica cerró el 2020 en 20%
María Luz Sanarrusia, encargada de la Encuesta, indicó que por ramas de actividad se ha dado una recuperación en los empleos domésticos, transporte y comercio, donde hay porcentajes más altos de informalidad.
Un fenómeno cíclico todavía
José Manuel Salazar, quien fue director general de Empleo de la Organización Internacional del Trabajo del 2005 al 2015 y director regional para América Latina y el Caribe del 2015 al 2018, había explicado en un artículo en El Financiero que en otras crisis han aumentado la informalidad y los trabajadores por cuenta propia como mecanismo contracíclico y como estrategia de sobrevivencia para muchos.
LEA MÁS: Informalidad laboral empuja a 33.000 adultos mayores a desafiar la pandemia
Sin embargo, el comportamiento del empleo informal esta vez es atípico. El trabajo informal y por cuenta propia (que en su mayoría es informal) no aumentó, sino que cayó bruscamente en la mayoría de países.
“Esto se explica por varios factores: la mayor tasa de informalidad en algunos sectores que debieron parar sus actividades a causa de las medidas de confinamiento y distanciamiento social, la mayor facilidad para interrumpir una relación asalariada no registrada”, comentó Salazar, este 4 de febrero.
A lo anterior añadió la mayor incidencia de informalidad en las micro, pequeñas y medianas empresas menos productivas, que no pudieron seguir operando, y los esquemas de jornadas reducidas, que contribuyeron a sostener o apuntalar a una cierta proporción del empleo formal, pero que no aplicaron para los trabajadores informales”, añadió este especialista.
En el estudio La dinámica laboral en una crisis de características inéditas: desafíos de política de la Organización Internacional del Trabajo y la Comisión Económica para América Latina, estos organismos señalan que este es un fenómeno que también se presentó en otros países de la región.
“La contracción del trabajo remunerado afectó sobre todo a las actividades que requieren un contacto presencial y redundó en una mayor disminución del trabajo por cuenta propia y el empleo privado informal con respecto a las actividades formales. En contraste, muchas de estas últimas pudieron continuar sin interrupciones, tanto porque fueron consideradas indispensables como porque pudieron realizarse, al menos en parte, por medio del teletrabajo”, señala el informe.
Salazar añadió que este es un efecto cíclico, no necesariamente estructural, al menos no todavía.
“Entonces el hecho de que aumente más el empleo informal no es algo que estrictamente sea ‘malo’, es el efecto rebote de una dinámica laboral sui generis causada por las medidas de confinamiento y otras medidas sanitarias. De alguna manera con la recuperación, por ahora, estamos volviendo a los niveles de empleo informal prepandemia”, añadió el especialista.
Lo que habrá que ver a futuro, añadió, es si a causa de la destrucción de muchas medianas, pequeñas y microempresas durante el 2020, eventualmente emerja informalidad luego de la pandemia (aproximadamente al final del 2021) y entonces ahí sí habrá un efecto estructural.
“Mi hipótesis es que sí lo habrá, la pregunta es de qué magnitud”, comentó Salazar.
En el Programa Macroeconómico 2021 y 2022, el Banco Central explica que esta entidad, el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) y las superintendencias financieras han adoptado acciones de política para mitigar el impacto económico de la crisis causada por esta pandemia y, sobre todo, para procurar proteger el tejido empresarial y el empleo.
Para este año, el Banco Central prevé que la producción crecerá 2,6% tras la caída de 4,5% del 2020.