Kenneth Peñaranda Sánchez se graduó en octubre de la carrera de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Costa Rica (UCR), luego de lidiar con dificultades educativas y económicas enfrentó durante sus años universitarios.
Este joven de 27 años, oriundo de Tucurrique de Jiménez, en Cartago, reconoció que la transición del colegio a la universidad fue difícil, pues se enfrentó a una realidad muy distinta, que implicó mudarse de su casa hacia San Pedro, en Montes de Oca, para poder asistir a las clases en la sede Rodrigo Facio.
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“A pesar de que es un proceso que se aborda con ilusión, por todos los retos que significa, el hecho de venir de una zona alejada implica bastantes dificultades. Una de las más complicadas fue el nivel educativo, la calidad de la educación en comunidades no siempre es la mejor”, explicó Peñaranda.
El ahora bachiller en Ingeniería Eléctrica relató que al entrar a una carrera del área de Ciencia, Tecnología, Ingeniería o Matemática (STEM, por sus siglas en inglés), con un nivel de formación que consideró básico, le representó un reto grande para poder sobrellevar la carga académica.
Otro desafío es el logístico, que se presenta a las personas que habitan fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM), debido a que la oferta académica de las universidades, públicas y privadas, en las carreras de Ciencia y Tecnología, está centralizada.
Para asistir a sus primeras clases tuvo que viajar, ya que aún no contaba con un apartamento para vivir en San Pedro. A raíz de esto, se despertaba desde las 3:30 a. m. para llegar a tiempo a las lecciones de las 7 a. m.
“Yo por dicha tuve la oportunidad de optar por una beca para poder trasladarme a vivir a San Pedro y no tener que hacer esos viajes todos los días”, aseveró.
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Altos costos
Otro factor que incide en el proceso de educación de un estudiante de carreras STEM son los altos costos asociados, sobre todo para personas que deben trasladarse hacia otras partes del país para poder acceder a los estudios, explicó el joven.
Enfatizó que sin la beca de la universidad difícilmente hubiera podido estudiar, aunque recalcó que el subsidio económico no alcanza para costear todo lo necesario para vivir.
“En mi caso particular, mi familia no tenía las posibilidades para brindarme un apoyo económico extra, ya que la fuente de ingresos principal era mi papá. Sin embargo, ellos no me podían dar un complemento económico, por lo que yo tenía que hacer malabares para rendir el dinero que la Universidad me facilitaba”, explicó.
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Otro factor que juega en contra es la incompatibilidad horaria entre una jornada laboral completa con la carga académica de un bloque completo de carreras del área STEM, al menos en su experiencia en la UCR.
“Probablemente haya gente que lo realice, pero es un sacrificio que pasa por el cuerpo, que tiene un costo físico y mental para la persona que lo realiza, porque el esfuerzo que hay que hacer para tener éxito en este tipo de carreras STEM es bastante alto”, resaltó.
Realidad para muchos
Linda De Donder, directora de la Fundación Tejedores de Sueños, la cual trabaja con población estudiantil de escasos recursos de diversas partes del país, tanto dentro como fuera de la GAM, aseguró que lo vivido por Peñaranda al optar por una carrera STEM lo enfrentan muchos jóvenes.
De acuerdo con De Donder, no solo es costoso el alquiler de un apartamento cerca del centro académico, sino también el desplazamiento hacia el Valle Central para las personas que optan por viajar. El trajín también es desgastante, ya que son muchas las horas que destinan a los viajes.
“Estos jóvenes deben hacer un esfuerzo adicional, tanto económico como de voluntad. Si usted en su familia no ha visto a alguien si quiera entrar a la universidad, la probabilidad es mucho menor en comparación con otras personas que sí tienen esos ejemplos”, afirmó.
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Si bien las becas representan una oportunidad para que estudiantes accedan a la educación superior, agregó, los futuros profesionales también deben asumir otros costos pues no siempre logran cubrir todos sus gastos.
“Son un montón de esfuerzos adicionales que deben hacer. Empiezan en la familia, porque muchas veces no hay ejemplos. Esto genera toda una ola, porque desde la casa le pueden decir al joven: ‘si tiene suerte, estudie, si no se va a trabajar’”.
La Fundación Tejedores de Sueños apoya a estudiantes de escasos recursos de secundaria por medio de becas, con el fin de que puedan sacar el bachillerato. También guían a los jóvenes, al concluir estudios, para que conozcan las opciones que tienen hacia el futuro.