Silvia Peinador es una comunicadora de 23 años, la cual ha atravesado al menos 15 procesos de reclutamiento con empresas de todo tamaño, y quien, actualmente, es parte de los más de 92.000 jóvenes de 15 a 24 años que buscan empleo activamente en el país.
La tasa de desempleo juvenil se ubicó en 28,82% durante el último trimestre móvil, según la última Encuesta Continua de Empleo (ECE) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Esto es 17 puntos porcentuales (p. p.) mayor a la ya alta tasa de desempleo total del país (11,78%).
Este ha sido el grupo con mayor representatividad en el desempleo nacional al menos desde el 2011, año en el que se comenzó a elaborar la ECE. Durante esos 12 años este grupo ha mantenido una tasa de desempleo mayor a la general. Actualmente, de los 92.000 jóvenes de la fuerza laboral que no tienen trabajo, un 16,6% de ellos tampoco estudia.
Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN), explicó a este diario que el mercado de trabajo sufrió un golpe muy fuerte en la crisis financiera del 2008 y 2009 del cual no ha logrado recuperarse, lo que repercute aún más en las personas jóvenes en todo el mundo.
Braulio Villegas, coordinador de la ECE, explicó que las personas jóvenes son las que más dificultades tienen para conseguir un empleo, no solo en Costa Rica. Esto se debe a que se encuentran en un periodo de transición entre la educación y la inserción al mercado, lo que también les pasa factura por la falta de experiencia.
LEA MÁS: Desempleo sigue estancado: 287.000 personas están sin trabajo
Sin embargo, Morales explicó que hay motivos, tanto de oferta laboral como de capacitación, propios del país que empeoran aún más la situación.
En primer lugar, gran parte del recurso humano no termina la educación básica, por lo que algunas personas no llegan a adquirir una serie de capacidades que exige el mercado laboral hoy en día.
Además, algunos sectores productivos están estancados, por lo que no pueden generar más oportunidades de empleo. Estos sectores son, específicamente, los que buscan mano de obra con calificación baja o media, como la construcción o el agropecuario.
Según los datos del Índice Mensual de Actividad Económica (BCCR), para diciembre del 2022, calculados por el Banco Central, la actividad agropecuaria cayó un 2,1% en 2022, mientras la construcción decreció un 7,3% en comparación con el 2021.
Una mezcla de emociones
Peinador, quien es vecina de Goicoechea, San José, tiene un bachillerato universitario. Ella lleva desde setiembre del 2021, mes en el que se graduó, buscando empleo activamente. Contó a La Nación las dificultades que ha enfrentado al buscar trabajo, lo que se puede convertir en un proceso frustrante, incierto y cargado de ansiedad.
Desde entonces, ha logrado emplearse en dos proyectos temporales por servicios profesionales, algo que le aumenta la incertidumbre.
“Incluso, estando trabajando seguía buscando empleo, porque sabía que se me acababa el contrato y volvía esa incertidumbre”, expresó.
Peinador agregó que, además, algunos procesos de reclutamiento son muy largos, y cuando no se concretan, no reciben explicaciones de porqué no fueron elegidos. Si les dieran una retroalimentación, se podría facilitar un espacio de crecimiento en quienes buscan trabajo.
Además, indicó que tras ser rechazada por distintas empresas en varias ocasiones, ante la necesidad de conseguir trabajo, empezó a estar dispuesta a aceptar “condiciones laborales menos óptimas”.
“Después de que la respuesta sigue siendo negativa siempre, es muy difícil no bajonearse, no perder el impulso (...) es muy difícil no sentirse mal”, lamentó la joven.
Las dos realidades
Según Natalia Morales, los lentos ritmos de crecimiento de algunos sectores, como el agro o construcción y que producen en el régimen definitivo, genera que los jóvenes menos calificados encuentren más difícil conseguir empleo.
Esta es una realidad muy distinta a la que viven los sectores de manufactura y servicios especializados, que requieren de mano de obra altamente calificada, sobre todo en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) y que presentan una escasez en la formación de profesionales. Esto hace que la oferta de trabajo sea mucho mayor. Generalmente, esas empresas suelen trabajar bajo el régimen especial, la mayoría en zonas francas dentro de la Gran Área Metropolitana GAM).
LEA MÁS: Crecimiento de la producción acelera en enero impulsada por empresas del régimen especial
“Tenemos un desenganche, el perfil de estas personas que están desempleadas no se ajusta a los pocos puestos que se están generando”, indicó Morales.
La actividad económica de ambos regímenes se ha comportado de formas distintas en los últimos años. El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), calculado por el Banco Central, mide la evolución de la actividad en determinado tiempo. Este índice tiene una base de 100 para el año 2017, si la cifra es mayor quiere decir que la actividad creció.
En resumen, los sectores que no son lo suficientemente productivos son los que ofrecen -pocos- empleos a los jóvenes con menores niveles de educación, mientras que en los sectores donde se requiere más personal calificado la oferta es mayor.
Morales explicó que esto se dio debido a que se apostó únicamente por un sector que representa una cuarta parte del empleo total del país y se dejó de lado que más de la mitad del mercado laboral no logró terminar la secundaria.
“Se nos olvidó que no todos podemos trabajar en una zona franca, y que también necesitamos de otros sectores, como el agropecuario”
— Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación
Los datos de la ECE para el último trimestre móvil demuestran que el acceso a la educación universitaria reduce los índices de desempleo. Las personas con secundaria incompleta representaban un 33% del desempleo juvenil, mientras que los que cuentan con secundaria completa un 34%, según Braulio Villegas.
La realidad vuelve a ser distinta para los universitarios sin título (10%) y universitarios con título (7%), ambos por debajo del desempleo general del país.
Estrategia pendiente
Natalia Morales acotó que es necesaria una estrategia de política pública para llenar algunos vacíos en capacitación de los jóvenes y en la creación de puestos de trabajo de calidad.
En primer lugar, indicó que la educación y la capacitación de las personas jóvenes sigue siendo clave para conseguir empleo, y opinó que las personas de este rango de edad deben tratar de capacitarse no solo en la educación básica, sino también en habilidades blandas relacionadas a tecnología y manejo de otros idiomas.
Sin embargo, no solo depende de las personas, sino también del acceso a la educación que tengan, por lo que destacó que son claves las políticas de capacitación para personas jóvenes, no únicamente en carreras de cuatro años, sino también en cursos cortos.
Finalmente, por el lado de las empresas, la educación dual puede ser clave para que los jóvenes adquieran algunas de esas habilidades antes de salir oficialmente al mercado laboral, y no se encuentren con la barrera de falta de experiencia una vez busquen empleo. Por eso planteó la iniciativa de generar incentivos para las empresas por contratar y capacitar a personas jóvenes sin experiencia.