El mercado laboral de Costa Rica perdió 118.000 empleos en siete meses y, lo preocupante, es que la mitad de ellos, el 46%, los ejercían jóvenes entre los 25 y 34 años. Le siguen, con 20%, quienes tienen de 15 a 24 años.
Así lo revela la Encuesta Continua de Empleo, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), al comparar la reducción de empleos entre los tres meses finalizados en octubre del 2022 con respecto al trimestre de marzo, abril y mayo del 2023.
El cierre de octubre del 2022 es la referencia porque en ese trimestre el país alcanzó el pico máximo de personas ocupadas luego de la pandemia que comenzó en marzo del 2020.
Según las estadísticas, la población ocupada, es decir, las personas dentro de la fuerza de trabajo que había a mayo, era de 2.077.351, cifra por debajo de las 2.195.192 que laboraban para el periodo finalizado en octubre.
Economistas consultados por La Nación coincidieron en que una de las principales razones que incide en la reducción de la población ocupada en Costa Rica es el débil crecimiento de las empresas del llamado régimen definitivo de la economía. Es decir, las empresas que están fuera de las zonas francas, que son las que más aportan a la producción y el empleo.
También incide la aceleración de los procesos tecnológicos en las empresas como consecuencia de la pandemia, que vinieron a cambiar los sistemas productivos y de servicios, con lo cual se requiere menos mano de obra, principalmente, la menos calificada.
En el grupo más afectado por esta contracción, el de personas entre 25 y 34 años, los ocupados se redujeron de 592.962 a 537.981, con lo cual la población con un trabajo dentro de ese rango de edad se redujo en 54.981 en un lapso de siete meses.
En el segmento de los 15 a 24 años, que son los trabajadores más jóvenes, la reducción en personas ocupadas fue de 23.706, al pasar de 235.927 a 212.221.
Estos dos grupos concentran el 66,7% del total empleos perdidos. El 33,3% restante se distribuye entre las personas de 60 años o más (22.785 menos); las que se encuentran entre 45 y 59 años (15.458), y la población de 35 a 44 años, que es la más estable con una reducción de 1.334.
El economista Ronulfo Jiménez explicó que esto sucede porque la población más vulnerable dentro del mercado laboral son los más jóvenes, debido a que usualmente tienen menos experiencia, lo que les dificulta mantenerse o encontrar un nuevo trabajo.
“Se ha dicho que las personas se están pensionando, pero eso no es correcto. Este fenómeno está ocurriendo en todas las estructuras de edades. Está ocurriendo en los que son menores de 60 años también, y cuando las personas se pensionan, son remplazadas si el mercado es dinámico. Entonces, no tiene por qué reducirse el número de personas empleadas, es un tema más de una economía poco dinámica”, comentó Jiménez.
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Luis Vargas, economista del Colegio de Ciencias Económicas de Costa Rica, coincidió en que esto responde a que los grupos más jóvenes de la población, así como las mujeres y las personas no calificadas, afrontan mayores dificultades para ingresar y permanecer en el mercado laboral.
Por sectores, el de comunicación y otros servicios (actividades inmobiliarias, artísticas, de entretenimiento y recreativas, u otros) es el más afectado. En esta área se perdieron 37.973 empleos pues pasaron de 208.459 a 170.486. Lo mismo ocurrió en el sector de hogares como empleadores, donde la pérdida de empleos fue de 28.672.
Los trabajadores con calificación media y los no calificados son los que más resintieron la disminución de empleos. En el primer caso, la cantidad se redujo en 48.308, mientras que en el segundo cayó en 40.382.
Según Jiménez, como consecuencia de la pandemia se aceleró el cambio tecnológico en las empresas, con la digitalización de procesos productivos y de servicios, lo que incide en la demanda de trabajadores para producir, principalmente, en los de menor calificación, que además tienen mayores dificultades para insertarse dentro de esta transformación.
Baja participación laboral
De la mano con la reducción de la población ocupada, también cayó la tasa neta de participación laboral. Esta tasa calcula el porcentaje de la población mayor de 15 años que está dentro de la fuerza de trabajo. Se trata de personas con empleo o que estén desempleadas pero quieren trabajar.
Este indicador bajó de 60,3% en octubre hasta 55,8% en mayo. La caída es más drástica en las mujeres que en los hombres, al pasar de 49% hasta 43%, mientras que en el caso de la población masculina cayó de 71,5% a 68,5%.
Jiménez explicó que, cuando la demanda de trabajo flaquea, las personas pueden optar por dos vías: salirse del mercado laboral, lo que reduce la tasa de participación, o ponerse a buscar trabajo, lo que se reflejaría en un incremento en la tasa de desempleo, pues esta última variable es sensible al comportamiento de la fuerza de trabajo.
Justamente la caída responde a que desde octubre del 2022 la fuerza de trabajo viene cayendo. La cifra pasó de 2.484.855 hace siete meses, a 2.310.767 en mayo, con lo que se redujo en 167.929 personas.
Como consecuencia, la cantidad de personas que salieron del mercado laboral también ha crecido. Se trata de personas que desistieron de continuar en la búsqueda de un trabajo.
Esta pasó de 39,7% al 44,2%. En cifras absolutas, la población fuera de la fuerza de trabajo se incrementó en 196.330 personas, al pasar de 1.632.302 en octubre, a un total de 1.828.632 a mayo. El 46% son mayores de 60 años y el 54% menores de esa edad.
Debido a este comportamiento, la tasa de desempleo ha venido a la baja en los últimos trimestres móviles, según los datos del INEC. “La disminución en el desempleo se debió a una menor participación de las personas en el mercado laboral”, manifestó Braulio Villegas, coordinador de la Encuesta Continua de Empleo.
La tasa de desempleo se ubicó en 10,1% para el trimestre móvil finalizado en mayo; en octubre fue de 11,4%. Según el INEC, la cantidad de personas desempleadas en el último trimestre medido fue de 233.000: 115.000 hombres y 119.000 mujeres.
Dos realidades
El economista Ronulfo Jiménez explicó que este comportamiento responde, en general, a una debilidad en el crecimiento de la economía, lo cual no es un fenómeno exclusivo de Costa Rica, sino de muchos otros países.
En el caso nacional, Jiménez manifestó que, si bien la economía está creciendo, ese aumento de la producción está muy focalizado en las empresas de zonas francas (las que no pagan impuesto sobre la renta), que agrupa apenas a 15% de la producción nacional.
“El resto de la economía, es decir, el régimen definitivo, ha estado creciendo muy lentamente. Entonces, tenemos un sector pequeño creciendo bien, y qué dicha que lo tenemos, pero el grueso de la economía, que es donde se produce la mayor parte de la producción y el empleo, está creciendo menos, lo que hace que sea menos dinámico”, manifestó.
Vargas, por su parte, explicó la existencia de una dualidad entre los dos regímenes, pues las zonas francas, aunque mantienen un ritmo de crecimiento fuerte, no son tan intensivas en la demanda de recurso humano y más bien presentan dificultades para llenar los puestos vacantes debido a la falta de personas con la formación que requieren esas empresas.
Por otro lado, las empresas del régimen definitivo, las cuales demandan una mayor cantidad de recurso humano, siguen presentando bajo dinamismo que se traduce en pérdidas de empleos, explicó el economista del Colegio de Ciencias Económicas.
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Juan Robalino, director del Instituto de Investigaciones Económicas (IICE) de la Universidad de Costa Rica (UCR), mencionó que la actividad económica del régimen definitivo ha tenido muy poco crecimiento en los últimos meses. “Los niveles de ocupación dependen mucho del desempeño de esta parte de la economía debido a que es la que más contrata”, expresó.
Añadió que este régimen se ha visto bastante afectado por las altas tasas de interés, lo que ha limitado parte de la inversión de las empresas y el consumo de los hogares, elementos que también limitan la contratación de mano de obra en el sector privado.
Pablo Sauma, economista especialista en política social y mercado de trabajo, e investigador de la UCR, también coincidió en que este decrecimiento en el número de ocupados se asocia con un menor crecimiento en el régimen definitivo.
Desde el Colegio de Ciencias Económicas, Vargas consideró que es indispensable la reactivación de este sector de la economía pues la mayor parte de la población desempleada o desalentada cuenta con perfiles cuyas posibilidades de emplearse están centradas en industrias y empresas de este régimen.
Según el índice mensual de actividad económica (IMAE), del Banco Central de Costa Rica, el régimen especial, que incluye a las empresas de zonas francas, aumentó su crecimiento económico en 21,4% en abril con respecto al mismo mes del año pasado.
Al mismo tiempo, en las empresas del régimen definitivo (las que no tienen beneficios fiscales), que agrupa al 85% de la producción total del país y una proporción importante del empleo, se dio un aumento mucho más moderado, de apenas 2% en ese mismo periodo.