Al ingresar a una universidad, es frecuente observar a jóvenes recorriendo los pasillos con cuadernos, libros y papeles en sus manos. Pero, en medio de esta escena, destaca Ariela Carrillo Ocampo, quien, a diferencia de los demás, no es una estudiante, sino una participante en una feria de empleo que tiene lugar cerca del campus universitario.
Ariela no está matriculada en ninguna institución y desde hace siete meses busca una oportunidad de trabajo para poder costear sus estudios en una universidad privada, ya que no fue admitida en la carrera que deseaba matricular en la Universidad de Costa Rica (UCR).
“Desde que salí del colegio el año pasado estoy buscando trabajo. Se me ha dificultado, no entiendo por qué. Y eso que hablo inglés. Yo siempre trato de aplicar a los puestos en los que califico”, expresó.
Esta joven de 18 años y vecina de Moravia, San José, es una de las 186.000 personas de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan (conocidos como ninis), de acuerdo con la Encuesta Continua de Empleo del primer trimestre de 2023, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
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La encuesta revela que una de cada cuatro personas en ese rango de edad no estudia ni trabaja (24%), lo que las coloca en la categoría de ninis. Este es el segundo porcentaje más alto registrado desde que la encuesta comenzó a recopilar estos datos en 2010.
De las más de los 186.000 ninis, el 35% busca empleo, lo que equivale a 65.000 jóvenes.
Además, en el primer trimestre del año, la cantidad personas jóvenes que no estudiaban ni trabajaban alcanzó el cuarto valor más alto en los últimos 10 años.
Isabel Román Vega, subdirectora del Programa Estado de la Nación y coordinadora del Estado de la Educación, señaló que la población nini es un caso en el que el sistema educativo y el mercado laboral han fallado al excluir a los jóvenes de participar en ambos.
Jaime García Gómez, investigador del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible del Incae, explicó que la población nini no necesariamente se compone de personas vagas y que no debería ser estigmatizada. En su lugar, sugirió analizar el problema como una señal de alerta para la economía nacional.
“Dentro de ese grupo no todos son iguales. Parte del grupo está formado por jóvenes que ya no estudian, pero buscan trabajo activamente. Otro grupo importante son mujeres con responsabilidades de cuido que no pueden ni estudiar ni trabajar porque no hay apoyo social para integrarse. Otros no están en la educación regular, pero se capacitan de cierta forma. Quizás la menor proporción son los que no les interesa trabajar ni estudiar”, explicó García.
Sobre los resultados del estudio, Braulio Villegas González, coordinador de la Encuesta Continua de Empleo (ECE), explicó a La Nación que durante los primeros trimestres de cada año se observa un aumento en el porcentaje de jóvenes que pertenecen a esta población.
Esto puede deberse a la temporalidad del trabajo y el estudio en el país, dijo, ya que en el último trimestre las personas finalizan sus ciclos de estudio y no encuentran empleo de inmediato. Sin embargo, también señaló que puede existir un pequeño sesgo en la recolección de información de la encuesta, ya que algunas personas pueden responder que no estudian porque están de vacaciones.
Problemas estructurales
Isabel Román considera que el tema de los ninis refleja un problema estructural de exclusión social.
“Cuando hablamos de exclusión educativa hablamos de niños, niñas y jóvenes a los que les falló el sistema y la sociedad. La principal responsabilidad que tiene el sistema es retener a los estudiantes”, explicó Román.
La investigadora señaló que los jóvenes son excluidos del sistema por la pobreza, embarazos, falta de becas de transporte para asistir a clases o de una oferta educativa atractiva. Estos factores impactan posteriormente las posibilidades para incorporarse al mercado laboral.
En eso coincidió Jaime García, quien indicó que gran parte de los desempleados en Costa Rica son Jóvenes y mujeres que no llegaron a cumplir con su trayectoria educativa formal, lo que les dificulta conseguir una oportunidad.
“La parte más dinámica de la economía costarricense está asociada al sector exportador y tecnológico. Los empleos que se generan requieren ciertas habilidades técnicas que muchas veces no se obtienen en la secundaria”, explicó el investigador.
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Mala posición internacional
Si se compara el porcentaje de población joven que no estudia ni trabaja con los indicadores de otros países, los resultados tampoco son alentadores. Costa Rica ocupa el sexto lugar entre los 38 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor porcentaje de ninis, solo por detrás de Italia, Colombia, Turquía, Brasil y Sudáfrica.
Es importante señalar que la OCDE utiliza una metodología distinta, considerando a la población joven entre 15 y 29 años. Además, los datos utilizados para los países son de 2020 o 2021, incluido Costa Rica. Según García, varios países europeos han ampliado su definición de “población joven”, por lo que la OCDE considera a esta población entre los 15 y 29 años.
El investigador del Incae mencionó que aunque el país puede posicionarse mejor que los vecinos de la región centroamericana, el punto de comparación debería ser con los países de OCDE, y amplió que la posición tan baja de Costa Rica se debe a su estructura económica.
Según el experto, los países mejor posicionados muestran fuerza y dinamismo en todos sus sectores económicos, incluyendo los que necesitan contratar a personas jóvenes con menos cantidad de conocimientos técnicos, por lo que el porcentaje en esas naciones es más bajo.
“En las mayores economías de OCDE hay distintos dinamismos internos muy fuertes. No es tan distinto el dinamismo del sector exportador que del sector interno. Lo contrario pasa en Latinoamérica y Costa Rica. La economía interna es muy distinta a la economía externa”, explicó.
Tanto García como Román coincidieron en que las políticas para mejorar los índices de participación de personas jóvenes en el sistema educativo y en los trabajos deben partir por reducir la exclusión de la educación con políticas sociales que faciliten la participación, como lo pueden ser redes de cuido o becas de transporte.
En segundo lugar, sugirieron que también debe haber un compromiso de las empresas en formar al capital humano, esto facilitado por un alineamiento entre el Gobierno Central y los gobiernos municipales en propiciar una mayor facilidad para que las empresas puedan generar más puestos de trabajo y aplicar la educación dual.
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