Florine Ferreira y Arthur Lalande llegaron a Costa Rica desde su natal Francia en 2021. Ella es especialista en hotelería y él, militar retirado. Por convicción, decidieron aportar a la conservación del medio ambiente mediante un emprendimiento, y optaron por poner en práctica sus conocimientos en cosmética natural.
“Vinimos a Costa Rica porque buscábamos un estilo de vida más tranquilo, en contacto con la naturaleza, y sentimos que este país reflejaba muchos de nuestros valores personales”, responde Florine al explicar por qué escogieron nuestro país.
Ferreira comenta que en Francia surgió la idea de crear Florina Cosmetics, inspirados por el auge de los cosméticos naturales. “Al llegar a Costa Rica, nos dimos cuenta de que aún había pocas alternativas naturales para el cuidado personal”, recuerda.
“También vimos una oportunidad para emprender en el sector de la cosmética natural, que aquí estaba aún en desarrollo, a diferencia de Francia, donde ya era muy popular”, añade Ferreira.
La marca fusiona la pasión de la pareja por el bienestar, con su compromiso de ofrecer productos respetuosos con el medio ambiente. La inversión inicial fue de aproximadamente $15.000, destinados principalmente al desarrollo de fórmulas, compra de maquinaria artesanal, materia prima y empaques.
Ambos, de 30 años, tienen un hijo de año y medio nacido en Costa Rica.
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Antes de su llegada al país, trabajaron durante un año en el desarrollo de la receta de champú sólido. “Tras algunos fracasos y ajustes, perfeccionamos la fórmula, pero una vez en Costa Rica, encontramos dificultades para conseguir las materias primas exactas. Esto nos permitió descubrir ingredientes locales como el aceite de coco, enriqueciendo nuestras fórmulas”, explica Ferreira.
La pareja lamenta que los cosméticos convencionales se elaboren con una gran cantidad de ingredientes provenientes de distintos países, que son transportados largas distancias antes de mezclarse y comercializarse, generando un impacto ambiental significativo debido a la logística.
Además, señalan que algunos ingredientes son perjudiciales para el medio ambiente y que los productos cosméticos casi siempre se envasan en plásticos de un solo uso, que no cuentan con un reciclaje masivo.
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“En Florina, decidimos no esperar para cambiar las cosas. Cada día luchamos para contribuir a que nuestros productos sean más sostenibles y éticos, y para ayudar a que la industria cosmética sea un poco más responsable”, destaca la marca en su sitio web.
Los productos que elaboran
Ferreira comenta que, al principio, planearon elaborar miniaturas de champús y jabones naturales para hoteles, pero el mercado no respondió como esperaban. “Sin embargo, notamos un gran interés por parte de los particulares en nuestros productos en formato grande. Esto nos impulsó a concentrarnos en el mercado local y a desarrollar una gama más completa de cuidados naturales”.
Actualmente, cuentan con un portafolio de ocho productos enfocados en el cuidado del cabello y la piel. Entre ellos destaca su producto estrella: el champú sólido con aceite de coco. También ofrecen acondicionador sólido hidratante de crema de cacao, mascarilla capilar con miel y aloe vera, elixir capilar, crema facial hidratante, limpiador facial de carbón y exfoliante corporal de azúcar.
“El mercado ha respondido muy bien. Cada vez más personas buscan opciones naturales, sin químicos agresivos y con menos impacto ambiental. El champú sólido tiene muchas ventajas: dura más tiempo que el líquido, es fácil de transportar, no necesita envase plástico y su fórmula es más concentrada, con ingredientes que realmente nutren el cabello”, apunta Ferreira.
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Florina Cosmetics se distribuye en tiendas especializadas con las que la marca mantiene convenios comerciales en cinco provincias del país, además de su tienda en línea. Actualmente, sostienen conversaciones para ampliar su presencia en una cadena de supermercados con cobertura nacional.
El precio del champú sólido es de ¢5.900. Los demás productos se venden entre ¢5.400 y ¢12.000. También ofrecen conjuntos de cosméticos cuyos precios oscilan entre ¢11.800 y ¢27.900, según detalla su sitio web.
Todos los productos se elaboran en Curridabat, en el laboratorio propio de la marca.