Buenos Aires. Un salvavidas crediticio por $50.000 millones acordó el jueves con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el gobierno de Mauricio Macri en Argentina, para atenuar la escasez de divisas y fortalecer la economía, a cambio de austeridad.
“Acudimos al FMI para evitar una crisis”, admitió el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, al anunciar en Buenos Aires el acuerdo “Stand-By” de 36 meses, que aun debe recibir la luz verde del directorio del Fondo.
En simultáneo, en Washington, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo en un comunicado que se trata de un plan concebido e instrumentado por el gobierno argentino que busca dar respaldo financiero a Argentina con el fin de apuntalar la confianza del mercado.
Macri anunció el 8 de mayo que había solicitado un préstamo del FMI, en medio de una corrida cambiaria que depreció en más de 20% el peso y llevó elevar a 40% la tasa de interés y a inyectar al mercado unos $11.000 millones de las reservas del Banco Central.
A cambio del préstamo, Argentina tomó el compromiso de un ajuste escalonado en las cuentas del Estado. Debe bajar su meta de déficit fiscal primario, antes del pago de la deuda, de 3,2% a 2,7% del PIB (producto interno bruto) en el 2018. El objetivo paulatino es llegar a un supéravit fiscal de 0,5% del PIB en el 2021.
“Para reducir la inflación el plan refuerza el esquema de metas con tipo de cambio flotante y fortalecimiento de la autonomía del Banco Central. Las metas de inflación son de 17% para 2019, 13% para 2020 y 9% para 2021”, afirmó Dujovne. “Habrá un desembolso inmediato por $15.000 millones de dólares”, precisó.
“Las autoridades (argentinas) se han comprometido en mantener un piso para el gasto en asistencia social”, indicó por su parte Lagarde. Dujovne dijo que este objetivo es original dentro de los planes que se acuerdan con el FMI.
Christopher Sabatini, experto estadounidense en Latinoamérica de la Universidad de Columbia en Nueva York, consideró el acuerdo políticamente “arriesgado” dada la mala imagen del FMI en Argentina, pero económicamente necesario con reservas tan bajas.
El atesoramiento del Banco Central bajó más de $10.000 millones, hasta unos $49.000 millones a raíz de la demanda en medio de las corridas cambiarias.
La reacción este jueves de la central obrera mayoritaria CGT fue amenazar con una huelga general si hay una respuesta negativa a su reclamo de frenar las alzas de tarifas de luz, gas y agua. Otra demanda de la central es que los salarios crezcan al ritmo de la inflación, que los mercados estiman en 27% para 2018.
“Es una medida de pausa para respaldar la moneda. La cuestión es si las reformas de Macri restaurarán el crecimiento, reducirán la inflación y harán que los inversores y los consumidores se sientan seguros. Ese es un tema diferente al préstamo del FMI”, dijo a AFP Sabatini.
Dujovne y el gobernador del Banco Central, Federico Sturzenegger señalaron, cada uno por su lado, que el nuevo programa contempla que la institución no financiará más déficits del Estado.
“Se trata de eliminar esta fuente de emisión monetaria”, dijo Sturzenegger.
Apoyo desde Washington
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, elogió el acuerdo en un comunicado que recuerda el apoyo de Estados Unidos a la visión de Macri de transformar la economía de su país y liberar su potencial de crecimiento.
La meta de inflación en Argentina era de 15% anual en el 2018, pero ya lleva acumulada casi 10% hasta abril. Vamos a tener un aumento de inflación”, reconoció Dujovne, sin dar más precisiones.
La inflación en el 2017 fue de 25%, pero el Banco Central reveló esta semana que se estima para este año un costo de vida minorista de 27%.
La deuda pública en Argentina pasó de representar el 42% del PIB en el 2015, al asumir Macri, a un 53%, a comienzos de año y en curva ascendente.
Otro compromiso ante el FMI para recibir el stand by ha sido neutralizar unos instrumentos de deuda llamados letras Lebacs del Banco Central. Los vencimientos periódicos de las letras son factor de tensión si los inversionistas se desprenden de ellas y se vuelcan a comprar dólares, lo que incentivó la corrida cambiaria de fines de marzo.
La economía argentina creció 2,8% en el 2017 pero empezó a desacelerarse el crecimiento después de la devaluación de este año.