Las personas con créditos activos en el sistema financiero costarricense deben, en promedio, una suma cercana a los ¢12,2 millones cada una.
El principal acreedor por cantidad de operaciones son las tarjetas de crédito con un total de 811.000 deudores, de los cuales 449.000 son hombres y 361.000, mujeres.
El crédito para consumo y compra de vivienda son la segunda y tercera razón para solicitar un préstamo en el país.
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Hasta agosto pasado, un total de 1,18 millones de personas mantenían una operación crediticia activa con un banco, cooperativa, mutual o financiera en el país.
Así lo informó, este viernes 20 de noviembre, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), con base en un análisis de sus datos con corte a agosto 2020.
Asimismo, la entidad supervisora también publicó los datos de la primera Encuesta sobre Inclusión Financiera en Costa Rica, hecha con el apoyo de la Alianza para la Inclusión Financiera (AFI) y que se complementa con datos sobre oferta que recopila dicha superintendencia.
La encuesta fue aplicada a un total de 1.200 personas, entre los 15 y los 70 años, iniciando y comprende el periodo del segundo semestre del 2019 hasta febrero de este año. Su margen de error es de 2,8 puntos porcentuales y tiene 95% de confianza.
“Si bien las circunstancias de últimos meses como producto del covid-19 han cambiado, la encuesta arroja importantes y útiles resultados en cuanto al nivel de endeudamiento, ahorro, consumo y cultura financiera de los costarricenses”, destacó Sugef.
El estudio determinó que en el país, seis de cada 10 personas, mayores de 15 años, tiene una cuenta bancaria en una institución financiera; pero la mayoría lo utiliza para recibir su salario y retirarlo de inmediato.
El análisis encontró, señala la Sugef, que pese a la alta bancarización, las personas no aprovechan los servicios y productos digitales disponibles en la banca en línea, así como otros servicios que le brinden un mayor rendimiento en el uso adecuado de su dinero.
La encuesta muestra que el 69% de los encuestados no realizan un presupuesto que les permita un mejor control de sus recursos, y terminan gastando más de lo que pueden pagar. Entre quienes sí efectúan un presupuesto mensual, 40% lo hace mentalmente.
Adicionalmente, el 42% afirma que el dinero no le alcanza para cubrir las necesidades, por lo cual debe pedir prestado a familiares o amigos, utilizar los ahorros, reducir gasto y solo el 4% acude a las instituciones financieras.
“Los ahorros se destinan en un 38% en el pago de gastos básicos (comida, personales o pago de servicios), seguido de un 17% a educación y un 16% para emergencias o imprevistos”, se detalla en el estudio.
Rocío Aguilar, jerarca de la Sugef, destacó que en el país la educación financiera debe gestarse desde la niñez en el seno de las familias y los centros educativos.
“La encuesta refleja que aunque existan barreras objetivas para acceder y hacer uso del sistema financiero, muchas de las barreras existentes son subjetivas como el miedo, desconfianza, desconocimiento, costumbre”, detalló Rocío Aguilar, jerarca de Sugef.
Hasta agosto pasado, el sistema financiero reportó un saldo de cartera de crédito de ¢23 billones, de los cuales ¢14,4 billones están colocados en personas físicas.
Predomina el efectivo
Pese al alto nivel de bancarización, entre los clientes priva el uso del efectivo como medio de pago en comparación con canales digitales tales como pagos electrónicos, transferencias o Sinpe Móvil.
Por ejemplo, el 85% de los consultados reconoció que cuando efectúa compras de ¢20.000 o menos, lo hace con dinero en efectivo.
Solo el 15% de los consultados utiliza una tarjeta de débito o de crédito.
Cuando la adquisición de productos en comercios supera los ¢20.000, el 24% de los encuestados dijo usar una tarjeta. Mientras que el 74% lo hace en efectivo.
Además, el 73% de los encuestados reconoció que cancelan en efectivo servicios públicos como luz, agua, teléfono o cable. Un 7% expresó hacerlo con tarjeta y 5% mediante Sinpe Móvil.
José Antonio Álvarez, analista de la Sugef, dijo que entre las principales razones del uso del efectivo están la costumbre. El dinero se obtiene en los cajeros automáticos.
“La encuesta arroja que una persona, en promedio, tarda hasta 20 minutos y pude gastar hasta ¢1.600 para trasladarse al cajero automático y retirar el dinero. Luego de eso van a un lugar para hacer fila, pagar la electricidad u otros recibos públicos o cualquier tipo de transacción. En vez de entrar a una plataforma electrónica”, destacó Álvarez.
Sobre el uso de los canales de banca móvil, el estudio contratado por la Sugef determinó que el 65% de los consultados no utilizan, desde su teléfono celular, las diversas aplicaciones desarrolladas por las entidades financieras.
Solo 35% de los consultados, en su mayoría jóvenes menores de 34 años, sí utilizan esta herramienta. En promedio, las personas ingresan al menos ocho veces al mes a su cuenta desde el móvil.
Annabelle Ortega, directora de la Cámara de Bancos, destacó que las entidades han hecho fuertes inversiones en sus plataformas de pagos electrónicos durante los últimos años. Destacó que el uso de estas plataformas probablemente se elevó a raíz de la pandemia sanitaria.
Nota del editor: Esta información fua actualizada a las 6:30 p. m. con información adicional de la encuesta.