Instacredit es nuevamente una empresa de capital 100% costarricense después de un periodo de siete años, durante el cual su principal accionista fue la compañía mexicana, Crédito Real, actualmente en proceso de liquidación judicial debido a dificultades de liquidez que la llevaron a la quiebra.
En febrero de 2016, Marevalley Corporation, fundadora de Instacredit, vendió el 70% de las acciones por $70 millones a la firma azteca, que también se encargó de ejecutar un refinanciamiento de deudas por $21 millones.
La recompra de la totalidad del capital accionario ocurrió en junio de 2023, cuando diversos accionistas de Marevalley, liderados por el fundador de Instacredit, Gabriel Sragovicz Guterman, pagaron $28 millones a Crédito Real.
Para ese momento, la compañía mexicana se encontraba en liquidación judicial, y la transacción se anunció como un hecho relevante en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de México, el 4 de julio de 2023, como parte de otras negociaciones concretadas para la venta de subsidiarias.
18 meses de crisis
Cuando Crédito Real adquirió Instacredit en 2016, hubo un efecto positivo en el grupo de entidades financieras y no financieras que otorga préstamos a personas de ingresos medios y bajos en Costa Rica, Panamá, Nicaragua y El Salvador. La cartera crediticia pasó de un saldo de $159 millones a alcanzar $287,5 millones al cierre de 2021, según datos financieros reseñados por Fitch Ratings.
Además, pasó de atender a 140.000 clientes en la región a 180.000 personas.
Sin embargo, el impulso del negocio se vio afectado cuando Crédito Real incumplió, en febrero de 2022, un pago de $900 millones a acreedores en México y Estados Unidos. A mediados de ese mismo año, la compañía, que era el brazo financiero de Mabe, fue declarada en quiebra.
LEA MÁS: Empresa mexicana compró 70% de acciones a grupo dueño de Instacredit
El default (impago) del accionista mayoritario cerró la llave del financiamiento bancario de Instacredit por un periodo de 18 meses, principal vía de fondeo en ese momento. Como resultado, la colocación de créditos, que en promedio alcanzaba los $18 millones mensuales, se redujo a $4 millones, recordó José Daniel Miranda, director general de la compañía.
El efecto fue una reducción de los recursos prestados que reportó un saldo de $182 millones en setiembre del 2023. La composición es principalmente de operaciones de consumo, pero también hay créditos prendarios y a pequeñas y medianas empresas (pymes).
“Muchas instituciones financieras tenían deuda de Crédito Real, que no valía nada en ese momento, y de subsidiarias de la empresa y no se sabía si valía algo. Ahí fue el impacto más duro porque se nos congelaron las líneas de crédito, lo que hicimos fue que dejamos de colocar, hicimos cajas y subsistimos. Durante 18 meses fue muy poco lo que colocamos y la cartera se redujo”, contó Miranda.
La debacle del socio principal tuvo un impacto en los resultados. En 2021, la empresa tuvo ingresos por $123,6 millones y una utilidad neta de $15 millones. Al año siguiente, los ingresos fueron de $97,1 millones y la ganancia ascendió a $300.000, según el reporte publicado por Fitch, al cierre de 2023.
Con el regreso de Marevalley Corporation al control, los números comenzaron a mejorar y se reabrieron las vías de financiamiento bancario y se empezó a emitir bonos de deuda en Panamá. Entre enero y setiembre del año pasado, la utilidad fue de $2 millones.
Miranda agregó que la empresa tuvo la capacidad financiera para hacer los ajustes necesarios porque estaba poco apalancada. De hecho, en diciembre de 2021, la deuda de corto y largo plazo ascendía a $166,1 millones, respecto a un activo total de $330,1 millones, según Fitch.
A setiembre de 2023, el saldo de deuda crediticia de Instacredit era de $69 millones y su activo de $255 millones.
El ejecutivo consideró que la crisis no trascendió porque el impacto en la operación de la compañía fue nulo. No se cerraron oficinas ni se despidió personal en ninguno de los cuatro países. El único cambio fue que se formalizaron menos operaciones de crédito.
“Venimos del cambio de socio en el 2016, crisis sociopolítica en Nicaragua en el 2018, covid-19 en el 2020, un pico de crecimiento monumental en el 2021, el freno de Crédito Real y la ley de usura en Costa Rica que nos cambió el negocio. El obligarnos a frenar fue lo mejor que nos pasó. Sí es duro desde la perspectiva comercial, pero nuestro objetivo es impactar positivamente la vida de las personas, no crear riqueza porque ya se creó”, enfatizó el director general.
El vocero de Instacredit dijo que el mayor aprendizaje empresarial, después de superar esos 18 meses, fue dejar el ego al lado. “En este proceso teníamos dos opciones, colocar y ver qué hacemos, o dejar el ego al lado y decirnos: ‘lo que sea para sobrevivir y seguir dando trabajo’. Si implica hacernos más pequeños, ¿qué tiene de malo? Hay momentos buenos y malos. Teníamos que salir mejor de cómo entramos”, reflexionó Miranda.
En Costa Rica, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) no fiscaliza en materia financiera a Instacredit ni los negocios que ofrece, ni su seguridad, estabilidad o solvencia. La única revisión que se hace es en materia de prevención de legitimación de capitales. Además se encuentra sujeta a disposiciones vinculantes de la Unidad de Inteligencia Financiera del Instituto Costarricense sobre Drogas. La empresa sí es fiscalizada en Panamá dado que es emisora de valores en dicho mercado.
Nueva estrategia de Instacredit
Miranda añadió que la recompra de Instacredit permitió hacer una nueva estrategia operativa, una transformación de todos los recursos de la compañía, contratar nuevo personal, crear un departamento de Tecnología de la Información (TI) e implementar el uso de la data y la inteligencia artificial en el negocio.
“Éramos dinosaurios absolutos. Teníamos una bodega con kilómetros de papeles. No teníamos nada digital, cuando hicimos la división de Data y Analítica teníamos 23 años de existir, pero no había data”, afirmó.
Para él, que los dueños fundadores de la empresa volvieran fue lo mejor, pues permitió hacer el cambio en la cultura y retomar la senda del crecimiento. Actualmente, en promedio, se formalizan $10 millones en crédito por mes; pero el objetivo es que el crecimiento anual sea entre el 8% y 10% y controlar con detenimiento la gestión del impacto de la firma.
Miranda comentó que la transformación emprendida permitió disminuir el tiempo de análisis de aprobación de un nuevo préstamo en una hora y 20 minutos a un lapso de seis segundos. “Automatizamos todas las reglas del proceso de análisis (del cliente). Tuvimos que cambiar muchas reglas, había 52 procesos que ni valor creaban. Mediante data externa e interna logramos la meta”, subrayó.
Otra de las acciones de Instacredit fue la creación de la filial Insta Global Ventures que es una división de capital de riesgo para el impulso de startups (empresas emergentes) mediante la inversión en proyectos de entre $50.000 y $100.000 en fintech.