Las autoridades financieras estadounidenses tomaron este lunes el control del banco regional First Republic Bank y lo vendieron a JPMorgan Chase, con la esperanza de poner fin a una crisis bancaria de dos meses que ha generado temor en el sistema financiero.
First Republic, con sede en la ciudad de San Francisco (oeste), se convirtió en el segundo banco más grande en términos de activos en colapsar en la historia de Estados Unidos, tras revelar la semana pasada una pérdida de más de $100.000 millones en depósitos en el primer trimestre.
Después de que el banco no logró presentar un plan de rescate satisfactorio y sus acciones siguieron cayendo en picada, las autoridades intervinieron, solicitando la semana pasada ofertas de compradores potenciales.
Como parte del acuerdo alcanzado la madrugada de este lunes, el regulador del estado de California nombró a la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), una agencia a cargo de garantizar los depósitos bancarios, como el síndico de First Republic, que se venderá de inmediato a JPMorgan Chase.
El acuerdo significa que JPMorgan, el banco más grande de Estados Unidos, recuperará todos los depósitos del First Republic así como “casi” todos sus activos, según un comunicado de la FDIC.
La agencia federal estima que tendrá que pagar alrededor de $13.000 millones para cubrir las pérdidas del First Republic, pero las 84 sucursales del banco podrán reabrir este lunes como de costumbre.
“Nuestro gobierno nos invitó a nosotros y a otros a dar un paso al frente, y lo hicimos”, dijo Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan, en un comunicado después de que se anunciara el acuerdo.
Wall Street abrió estable este lunes tras la noticia.
“Esperemos que esto ayude a estabilizar todo”, señaló Dimon en una conferencia telefónica con periodistas antes de que abriera el mercado de valores de Estados Unidos.
Efecto bola de nieve
El embargo y venta del First Republic por parte del gobierno se produce dos meses después de la liquidación de Silvergate Bank, uno de los bancos favoritos entre las criptomonedas, y la rápida desaparición del Silicon Valley Bank (SVB), después de que asumiera un riesgo excesivo de tasa de interés.
Signature Bank, con sede en Nueva York, también cerró unos días después que el SVB.
Los colapsos provocaron un efecto de bola de nieve cuando los inversionistas preocupados buscaron señales de debilidad en el sector bancario en general en Estados Unidos y Europa.
El gigante bancario suizo Credit Suisse se convirtió en la víctima de más alto perfil de las turbulencias cuando los reguladores lo presionaron para que se fusionara con su rival, UBS.
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Para evitar otro colapso bancario, las autoridades llegaron a un acuerdo con 11 bancos importantes en marzo para extender un salvavidas de $30.000 millones al First Republic. Pero esto no fue suficiente para tranquilizar a los inversores.
Al cierre del mercado el viernes, First Republic tenía un valor de solo $654 millones, por debajo de los más de $20.000 millones a principios de año y de los $40.000 millones en su punto máximo en noviembre de 2021.
A primera vista, el First Republic parecía estar bien posicionado: se sabía que tenía una clientela rica que depositaba grandes sumas.
Pero la serie de incumplimientos bancarios inquietó a los clientes, y la mayoría de los préstamos del First Republic eran hipotecas de tasa fija, que han perdido valor debido a las altísimas tasas de interés.
Los observadores están atentos a cualquier implicación más amplia del último colapso de la institución financiera.
Con activos por $233.000 millones a fines de marzo, el First Republic es el segundo banco más grande en caer en la historia financiera de Estados Unidos, excluyendo a bancos de inversión, como Lehman Brothers, después de la quiebra del Washington Mutual durante la crisis financiera de 2008.
Washington Mutual también fue adquirido por JPMorgan, el banco más grande de Estados Unidos.
Poco después de que se anunciara la toma de control del First Republic, el Tesoro de Estados Unidos buscó disipar las preocupaciones.
“El sistema bancario sigue siendo sólido y resistente, y los estadounidenses deberían sentirse confiados en la seguridad de sus depósitos y en la capacidad del sistema bancario para cumplir su función esencial de proporcionar crédito a empresas y familias”, remarcó un portavoz del Tesoro.
Las turbulencias en el sector bancario se producen después de un viraje en la política de la Reserva Federal (Fed, banco central) para contrarrestar la inflación, con aumentos agresivos de las tasas de interés, un giro que ha revaluado significativamente los activos.