Los precios internacionales del petróleo y de otra gran cantidad de materias primas –incluidos alimentos como el trigo o insumos metálicos como el cobre o el aluminio– han caído en las últimas semanas. La tendencia es sostenida y podría implicar el inicio de un proceso desinflacionario.
El precio del barril de WTI (la referencia estadounidense del petróleo) cerró este 5 de julio en $99,5, por debajo de la barrera de los $100, eso implica una caída del 14% desde junio pasado. Este lunes 11 de julio se cotizó en $104,09.
Los indicadores del trigo, el cobre y el aluminio, por su parte, cayeron 25%, 21% y 13% respectivamente, en el mismo período; y sus valores actuales se asemejan o incluso son menores a los que descontaban al iniciar el año.
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La reducción vista en las últimas semanas en los mercados pueden explicarse de distintas maneras. Por un lado, es posible que algunos de los elementos que potenciaron las subidas de los últimos meses estén cediendo, conforme se reacomodan los actores económicos a sus nuevas condiciones. Por otro lado, también se empieza a sentir la reacción de los mercados ante las medidas restrictivas de política monetaria que han adoptado los bancos centrales del mundo para enfriar el consumo y disminuir las presiones que ejerce la demanda de bienes sobre la fijación de sus precios.
No obstante, todavía quedan presiones alcistas en el ambiente que no terminan de aplacarse. Por ejemplo, la guerra desatada en Europa del Este por la invasión de Rusia en Ucrania pronto cumplirá cinco meses y se desconoce hasta qué punto se extenderá. Sin embargo, incluso la incertidumbre sobre ese conflicto es ahora mismo menor que en meses pasados y es parte del fenómeno que deja entrever la desescalada de los mercados.
¿Se acerca la desinflación?
La desinflación es el fenómeno de desaceleración de los procesos inflacionarios. No se trata de una caída de los indicadores de precios al consumidor en sí misma, sino de una desaceleración de su crecimiento. En ese sentido, es previsible que la caída en los precios de las materias primas de las últimas semanas se evidencie precisamente de esa manera en los próximos meses: como una especie de freno en la subida general de los precios.
La inflación en Costa Rica alcanzó la variación interanual más alta desde el 2009, con una variación interanual de 10,06% en junio, y la tendencia debería seguir en números altos, según el economista José Luis Arce, de la firma FCS Capital.
Sin embargo, si el fenómeno de la desinflación se concreta y si no aparece alguna nueva presión alcista inadvertida, ese porcentaje debería de empezar a ceder paulatinamente en los próximos meses.
Esa gradualidad se explica porque el traslado de las rebajas en las materias primas a los productos derivados de ellas es más complejo en algunos casos que otros.
Por ejemplo, los precios internacionales del petróleo están más directamente relacionados con los precios finales de los combustibles en Costa Rica, por las fórmulas de fijación de tarifas de la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (Aresep); pero la relación entre otras materias primas y sus derivados es más difusa. Productores e importadores que utilizan otros insumos tienen un mayor margen de maniobra en la fijación de precios y de márgenes de ganancia, lo cual puede hacer más lenta la relación de costos internacionales con costos internos.
También existe una complejidad adicional relacionada con los inventarios de las empresas locales. Según Arce, es probable que algunos productores o importadores hayan optado por comprar materiales a un costo mayor que el actual en los últimos meses, previendo un empeoramiento de las condiciones internacionales, y ahora tendrían que sostener precios más caros por ese efecto.
“Por eso es que estas caídas en las materias primas no significan que se va a ir en picada la inflación en los próximos meses. La inflación actual es un proceso en marcha, con inercia estacionaria, que debería mantenerse alta varios meses más aunque a un menor ritmo y declinando poco a poco”, apuntó Arce.
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A pesar de la gradualidad de la caída en los precios, la disminución tan marcada de las materias primas tiene impactos muy positivos, según el analista, que no deben despreciarse.
“Igualmente hablamos de que si esta caída en los precios va a ser más rápida es una muy buena noticia. Significa que las políticas monetarias restrictivas tenderían a durar menos tiempo, que habría una menor probabilidad de recesión y que, domésticamente, el Banco Central tendría que comprimir menos la demanda”, subrayó.
Las políticas monetarias restrictivas son las que actualmente aplican los bancos centrales del mundo para reducir la capacidad de consumo en sus territorios y, por ende, los precios. Estos movimientos, en parte, también explican la reciente caída en los precios de materias primas, pues los mercados auguran una disminución en su demanda de los próximos meses.
Entre esas medidas, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo han elevado sus tipos de interés consistentemente en las últimas semanas, y el Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha hecho lo mismo con su tasa de política monetaria (TPM). Además, la autoridad monetaria costarricense subió desde este mes de julio su porcentaje de encaje mínimo legal para captaciones en colones (un monto que las entidades financieras deben reservar en el emisor y que entonces sale de circulación).
Presiones múltiples
Para la economista Adriana Rodríguez, gerente de Acobo Puesto de Bolsa, el escenario actual de los precios de las materias primas debe verse todavía con cautela. La situación inflacionaria en la actualidad, desde su punto de vista, se asemeja más a la de un montañista que ve de frente la cima y se prepara para iniciar su descenso, que a la de uno que ya tocó tierra firme a las faldas del cerro escalado.
“Parte de la fortaleza que traían los precios se ha enfriado y esto significa que puede ser que el pico inflacionario esté cerca. Sin embargo, siempre sigue habiendo otros elementos que no ceden”, subrayó.
Es cierto que los choques de oferta y demanda provocados por la reapertura económica pospandemia se van ajustando, al igual que los problemas logísticos en la producción, el transporte y la venta de bienes. También es cierto que la propia inflación ha mermado la demanda de los mercados y que las subidas en las tasas de interés aplicadas por los bancos centrales disminuyen las presiones sobre los precios. Pero todavía quedan interrogantes en el ambiente.
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Por ejemplo, la guerra en Ucrania se mantiene y una resolución del conflicto todavía parece lejana; persiste el desabastecimiento de algunas materias esenciales para la industria, como los microchips y algunos metales; y subsiste una gran cantidad de liquidez que se inyectó a la economía mundial durante la pandemia y que todavía tiene capacidad de impulsar el consumo, con la presión que ello implica en la formación de precios.
Todo esto, según Rodríguez, son cuestiones que seguramente tomarán más tiempo en estabilizar definitivamente, aunque seguramente ocurrirá en el corto y mediano plazo.
“Ver cómo ciertas materias primas están cayendo no significa que la inflación sea transitoria, sino que hay presiones que siguen vigentes como los excesos monetarios (...) el ajuste no va a ser inmediato”, puntualizó.
Sin embargo, el ajuste parece estar en marcha. La caída en los precios de las materias primas es sostenido y habla de una reducción de las presiones inflacionarias palpable.