La compañía TicoFrut presentó un Convenio Preventivo, ante el Juzgado Concursal de San José, con el objetivo de reestructurar una deuda de $165,9 millones.
Sergio Artavia, abogado de la compañía, confirmó la presentación del proceso judicial el pasado 11 de marzo, y brindó los detalles de la petición realizada.
“Lo que se pide, básicamente, en el convenio preventivo, es una moratoria provisional y una reestructuración de la deuda, manteniendo en operación la compañía y a los más de 3.000 trabajadores que en este momento tienen”, confirmó Artavia.
Los principales acreedores de la compañía son entidades financieras, a las cuales se les adeuda $112,9 millones, se detalla en el documento presentado por TicoFrut ante el Juzgado Concursal.
El Banco de Costa Rica (BCR) es la institución que más recursos prestó a la compañía, con un saldo de $34,3 millones, al momento en que se pidió la apertura del convenio preventivo.
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Con acreedores no bancarios, la firma agrícola posee una deuda de $53 millones. Todo el pasivo de la empresa tiene garantía real, según el documento en poder del diario.
En el proceso judicial se incluyó a la principal empresa y a 17 compañías más que constituyen el Grupo TicoFrut.
“Este proceso empezó con una medida de protección o cautelar que presentó a inicios de febrero. El 15 de febrero, el juez nos dio una protección provisional impidiendo a los bancos iniciar cualquier proceso de remate o ejecución de bienes productivos de la empresa”, explicó Artavia.
El jurista añadió que, desde octubre del 2020, TicoFrut inició conversaciones con bancos y acreedores para renegociar su deuda.
“Sin embargo, el Banco Lafise se salió de la negociación y a finales de enero pidió iniciar procesos de remate contra bienes de la compañía”, explicó el abogado.
El convenio preventivo aún está bajo análisis del juez concursal Simón Bogantes. Si el caso se admite, detalló Artavia, se nombrará a un curador procesal y dará una protección contra cualquier cobro, ejecución o remate.
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Caída del concentrado de naranja
Roberto Aragón, director ejecutivo de TicoFrut, explicó que la empresa se enfrentó a una fuerte caída en la demanda del concentrado de naranja a escala mundial y a aumentos de costos de producción por el impacto de plagas, cuyo efecto se juntó, en el 2020, con la pandemia.
Entre el 2011 y el 2019, dijo, el consumo mundial de jugo de naranja bajó 50%, al tiempo que, en Costa Rica, las tareas de control de la plaga del Dragón Amarillo, en especial, y de otros males, obligaron a destinar al menos $7 millones anuales.
Además, el precio del jugo concentrado de naranja se desplomó. Hace unos dos años, la libra de sólidos (medida usada a escala internacional) se vendía a alrededor de $2, luego cayó a inicios de este año a niveles de $0,90 y actualmente está en $1,10.
El clima también fue otro factor que se combinó para crear la actual situación, según la empresa. Eventos seguidos de El Niño y de La Niña golpearon la productividad de las plantaciones, declaró Aragón.
La pandemia tomó a la compañía con esas dificultades. Debido al virus y los bloqueos de mercados, se juntaron, en el 2020, el cierre de contratos en China y la reducción casi total de los que se tenían con Estados Unidos.
En el mercado estadounidense, la compañía le vende el jugo concentrado a Coca Cola, la cual a su vez lo envasa y lo coloca en varios clientes, especialmente la cadena de restaurantes McDonald’s.
Pese a todo, Aragón aseguró que TicoFrut mantuvo y mantiene a jornada plena a sus 1.200 trabajadores permanentes.
Los datos presentados por la empresa, ante el Juzgado Concursal, muestran que los ingresos por venta de productos comenzaron a reducirse a partir del 2018. En ese año, las ventas brutas ascendieron a $135,6 millones.
En el 2019, fueron $96,5 y, para el 2020, la suma cerró en $89,2 millones, es decir, una baja de 7,5% en el último año.
La empresa frutera tiene cerca de 9.000 hectáreas en plantaciones propias de naranja en los cantones de San Carlos y Los Chile, fronterizos con Nicaragua, así como una planta industrial de extracción de jugo de naranja y piña. Esta última fruta se compra en su totalidad a productores independientes, así como una pequeña parte del volumen de naranja.