Para los usuarios de las vías públicas, más vehículos en las calles significan un problema debido a las presas, y para el Gobierno también lo son, solo que a diferencia de los primeros, lo carros, motocicletas y camiones además dejan al Estado cientos de miles de millones de colones por año en tributos.
Los impuestos asociados a la importación, venta y uso de vehículos representan ingresos importantes que alivian el hueco fiscal de la hacienda pública.
El ingreso al país de más carros nuevos, con un valor fiscal más alto y, en menor medida, la importación de autos usados dejan cifras millonarias a la administración que se utilizan para pagar mantenimiento de carreteras, mejoras en infraestructura, pero también alimentan otras partidas del gasto gubernamental.
En el 2016, la suma de los impuestos que se pagan por la importación, venta y uso de vehículos, como el impuesto único de los combustibles que se pagan por las gasolinas, dejaron al país una cifra cercana a los ¢800.000 millones, según datos del Ministerio de Hacienda.
Los impuestos selectivo de consumo, a la propiedad, transferencia de vehículos usados, renta y venta y de combustibles son algunos tributos que se pagan en la importación, venta y uso de vehículos.
Como referencia, los ingresos tributarios totales del gobierno sumaron ese año ¢4,2 billones, por lo que la suma de los ingresos de este negocio representan casi 20% del total.
El año pasado, la recaudación del impuesto selectivo de vehículos aumentó 18%, pese a que llegaron al país 5% menos de carros, si se compara con el 2015. En el caso de motocicletas, se importaron 4% más y el ingreso por esta importación aumentó 3%.
Durante ese año, ingresaron al país 69.343 carros y 69.037 motocicletas.
En el país circulan 1.4 millones de vehículos, según datos del Instituto Nacional de Seguros (INS) para el cobro del marchamo 2017; hace cinco años (2012), eran poco más de un millón.
¿Cuánto?
La Nación consultó a Hacienda los datos del impuesto selectivo que pagan todos los tipos de vehículos (carros, carga y motos) que ingresan al país; el impuesto a la propiedad que se paga en el marchamo para todos los vehículos (no es posible excluir aeronaves ni embarcaciones); y el tributo de transferencia de vehículos usados.
Además, la renta generada por las personas y agencias que venden vehículos nuevos y usados; el impuesto sobre la venta que pagan los importadores de todos los vehículos al momento de su importación; así como también una parte al impuesto único sobre los combustibles por la gasolina súper y regular, más utilizadas por la flota vehicular.
Si se suman estos impuestos, el país pasó de recaudar ¢543.300 millones en 2012 a ¢789.500 millones el año pasado. Este último dato no incluye renta porque el dato de 2016 todavía no está disponible; en 2015, lo recaudado por ese tributo fue ¢16.991.
En ese mismo periodo, los ingresos tributarios totales de Hacienda pasaron de ¢3 billones a ¢4.2 billones, según las cifras oficiales del Ministerio.
Estos ingresos han ido creciendo en este periodo, a excepción de 2013, cuando se importó 18% menos de carros. En este año, la importación de motocicletas aumentó 32%.
Un mal necesario, por ahora...
El viceministro de Ingresos Fernando Rodríguez reconoce la dependencia que tiene el país de la importación de vehículos en términos tributarios, pese a que siguen siendo insuficientes para más infraestructura.
Aun así, aseguró que el ingreso es necesario, crezca o no la flotilla vehicular del país. Argumentó que de crearse un estímulo para el uso de transporte público, el país debe cargar los impuestos que se paga en el sector a otros productos.
El funcionario indicó que el país tiene pendiente desarrollar una política de movilidad para no depender del uso del vehículo particular, tanto para la movilidad de las personas como para la hacienda pública.
"Lo que debería suceder es que nosotros como país establezcamos una política de largo plazo para pensar cuál va a ser la forma de movilización futuras y sus implicaciones tributarias", dijo el viceministro. "Lo primero se que tiene que hacer es modernizar el sistema tributario", agregó.
Rodríguez no descarta la idea, por ejemplo de que los vehículos de lujo sean los que más paguen impuestos, por mencionar uno de los cambios necesarios.
Además, está claro que si el país construyera un sistema ferroviario eficiente, deberá cargar con más impuestos otros productos o servicios, en especial los relacionados con la movilidad, para subsidiar el servicio de tren.