La producción nacional de Costa Rica muestra una drástica reducción al quinto mes del año, debido al golpe económico que asesta la pandemia a negocios y hogares del país.
A mayo, la economía se contrajo 7,5% con respecto al mismo mes del año pasado, según el resultado del índice mensual de actividad económica (IMAE), publicado por el Banco Central la noche del viernes 10 de julio.
Atrás quedó la recuperación vista hasta febrero. Bastaron semanas para que la economía se frenara sin discriminar actividad económica; la afectación es pareja y drástica.
De las 15 industrias medidas en el IMAE solo la construcción y la administración pública registran mejores resultados que el año pasado, sin embargo su mejoría es modesta.
Inclusive los regímenes especiales conformados por empresas de zona franca y perfeccionamiento activo —históricamente pujantes— se contrajeron 12,1%, luego de años de mostrar tasas de crecimiento de dos dígitos.
Ante este panorama, la caída en la producción nacional al final del año podría ser mayor a la estimada —en abril, el Central proyectó una reducción del 3,6% para el 2020—.
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Los números a mayo son peores de lo que se esperaba, anotó el economista Luis Mesalles. Además el Banco Central supuso que los efectos de la pandemia se extenderían por tres meses y luego se recuperaría la economía, pero ahora es más claro que el efecto será más largo plazo.
“Se esperan nuevas olas del virus, que traerán más ciclos de martillo y baile. Esto hace, además, que la gente sea más cautelosa para retomar las actividades”, añadió Mesalles.
Otros elementos ponen en duda el comportamiento de la economía costarricense. Para el economista Alberto Franco, uno de ellos es la desmejora en las perspectivas para la actividad económica de Estados Unidos, principal socio comercial de Costa Rica.
El Banco Central lanzará nuevas estimaciones en julio, con la llegada de la revisión del programa macroeconómico para el bienio 2020-2021.
A criterio de Franco, es probable que incorpore estas nuevas realidades en sus supuestos y que “ajuste a la baja las proyecciones del crecimiento de la actividad económica en Costa Rica durante este año y el próximo”.
Actividades en picada
Aunque la mayor afectación en la economía local recae en las actividades vinculadas con el turismo (servicios de alojamiento y restaurantes) y el transporte, las medidas de confinamiento y la restricción al movimiento de la población golpean a la mayoría de las industrias.
El dinamismo no solo se redujo, sino que doce de los sectores evidencian una contracción en sus resultados.
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Las únicas dos que muestran una mejoría en el último año son el sector construcción, que hace un año mostraba una fuerte contracción que ahora prevalece, pero ha dado pasos hacia la recuperación; y la administración pública, que apenas crece.
La construcción pública decreció 11,6%, la cifra se mantiene en rojo pero es menos profunda que lo visto a inicio de año cuando se contraía 19,6%.
La caída de la dinámica en las edificaciones con destino público se debió a la menor ejecución de los programas de Acueductos y Alcantarillados y del Fideicomiso del Ministerio de Educación (que está en las últimas etapas), explicó el informe emitido por el Banco Central.
Por su parte, la construcción privada logró una cifra positiva (3%) luego de meses de malos resultados. El menor desarrollo de obras para uso residencial impide un mejor resultado.
Entre todos los resultados sin duda destacan la contracción en actividades vinculadas con turismo y transporte.
Los servicios de alojamiento y suministro de comida decrecieron 60,8% de forma interanual, y la actividad de transporte 32,1%.
Las razones de este comportamiento son claras: cierre de fronteras, restricción a la movilidad vehicular y las limitaciones impuestas a los establecimientos que atienden público.
Estos cambios también impactan al comercio, principalmente en productos vinculados a la construcción y productos de consumo duradero (autos y aparatos eléctricos).
Por otro lado, la menor demanda interna y externa llevaron al sector de la manufactura a pasar de un crecimiento de 2,8% en mayo del 2019, a caer 7,4% al mismo mes del 2020.
Estas cifras están alineadas con los resultados de las empresas ubicadas en regímenes especiales, que decrecen 12,4% luego de repuntar a dos dígitos entre enero 2019 y marzo 2020.
La menor fabricación de instrumentos médicos, catéteres, equipos de transfusión, implantes mamarias y aceite de palma son los principales causantes de esa contracción.
Fuera de los regímenes especiales, la caída es de 7,3%, explicada por la menor manufactura de bebidas, productos de panadería, papel, llantas, así como algunos productos vinculados con la construcción.